aunque la cancha de San Pablo ha sido propicia para los intereses baskonistas en los últimos años, el domingo desde el inicio de partido pudimos ver a un equipo despistado en defensa como hace tiempo que no lo había visto en un equipo de Dusko. Y faltó tensión para medirse a un rival de la dificultad del Cajasol. Los pupilos de Plaza se caracterizan por tener sistemas de ataque con movimientos estrictos y sin dejar mucho lugar a la improvisación. Los baskonistas dieron todas las facilidades posibles con su inoperancia en defensa. Podemos echar la culpa al viaje, a los árbitros por su falta de respeto hacia Barac (que sí lo tienen) o a la suerte, pero nos equivocaríamos de par en par. Hubo unas palabras de Teletovic antes del partido que decía que "si no actuamos como un equipo y lo damos todo, no habrá nada que hacer". Pero hay un refrán que dice que del dicho al hecho hay un trecho y en el partido contra el Cajasol Mirza quedó mal parado. A pesar de haber sido el máximo anotador, atrás fue uno los culpables del 51-33 que reflejaba el marcador en el primer tiempo. En el primer cuarto, de los 28 puntos encajados, once se los metió el hombre que él defendía. Si no era en un rebote mal cerrado, era en un triple no punteado, o en una penetración mal cerrada o en un cambio hecho tarde. En el segundo cuarto, no cambiaron las cosas y su defensa dejó mucho que desear recibiendo cinco puntos más de sus marcajes, mas varios rebotes ofensivos que dieron al Cajasol segundas oportunidades. Y a eso hay que añadir que en ataque estuvo errático en sus tiros de 3 y 2 puntos, e incluso falló un mate en carrera. Con 18 puntos en contra, con Barac como máximo referente vitoriano en la pintura con tres faltas y con Mirza de pareja interior, las posibilidades de darle la vuelta al marcador eran escasas, como luego se demostró. Además, sus sustitutos siguen en su línea de falta de confianza, con problemas de ubicación en los sistemas ofensivos y con grandes lagunas en tareas defensivas, no sé si por tener un estado físico malo o debido a esa inseguridad que provoca la falta de confianza. Lo que sí esta claro es que con estos argumentos el juego del Baskonia se vuelve muy vulnerable y más previsible, cosa que facilita la labor del contrario. Durante la temporada todos los equipos tienen momentos buenos y malos. Ahora, al Caja Laboral le toca gestionar uno de esos momentos malos donde tiene que buscar su identidad como equipo. Pero apenas tiene tiempo para lamentarse ya que el jueves tiene otro partido donde se juega el todo por el todo si quiere tener posibilidades de de entrar en el Top 16 de la Euroliga.
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