londres. El español Rafael Nadal, número uno del mundo, se colocó ayer en su primera final de un Masters tras vencer por 7-6 (5), 3-6 y 7-6 (6) a la tercera bola de partido, al británico Andy Murray en un complicado y arduo duelo en el O2 Arena de Londres. Después de tres horas y once minutos, el balear se aseguró su octava final de este año, después de las de Doha (única perdida), Montecarlo, Roma, Madrid, Roland Garros, Wimbledon, Abierto de Estados Unidos y Tokio.

Por estadísticas, Nadal partía como favorito en este duelo, ya que había ganado ocho de sus anteriores doce encuentros con el escocés. No obstante, las cuatro victorias de Murray habían sido sobre este mismo tipo de superficie -pista dura-, por lo que incluso el número uno había reconocido el viernes que, de existir algún favorito, quizá su rival lo era algo más que él teniendo en cuenta la superficie en la que jugaban. Una vez situados cara a cara en la Central del O2, los precedentes quedaron atrás y ambos jugadores entraron en una encarnizada lucha que deleitó a los espectadores en los momentos más decisivos.

Por primera vez en todo el torneo, una absoluta mayoría apoyaba al rival de Nadal y lo hacía porque el que jugaba ahí era el único héroe local que poseen los británicos entre su actual generación de tenistas. Si de algo se caracterizó el primer set fue de igualdad, buen tenis y cifras escalofriantes: Murray logró un porcentaje del 91 por ciento en su segundo servicio y llegó a sacar a una velocidad de 220,4 kilómetros por hora. Los 59 minutos que duró esa primera manga carecieron de opciones importantes para cualquiera de los oponentes. No hubo siquiera una sola bola de rotura para ninguno de ellos, pero la intensidad crecía conforme transcurría uno y otro juego.

El galáctico escenario que anunciaba mediante luces fugaces los saques directos de cada jugador, que no fueron pocos (22 para Murray y 5 para Nadal), sumaba emoción al envite. En su segunda semifinal de un Masters, después de la disputada en 2008, como debutante, ante el argentino Juan Martín Del Potro, Murray ofreció un altísimo nivel, tal y como anticipó Nadal al conocer su clasificación como primero de grupo y, por tanto, su cruce con el escocés.

Para Nadal, era la tercera semifinal en esta competición, tras la de 2006 y 2007, pero la primera en la que no debía luchar contra el ex número uno del mundo, el suizo Roger Federer. El primer set ofreció momentos inolvidables, con largos intercambios de desde el fondo de la pista, mucha garra y algún tropiezo por las dos partes.

Al encarar el segundo parcial, el zurdo de Manacor se mostró inquieto y, pese a todo, menos confiado que en el anterior. Eso le valió al británico para crecerse y mantener todavía la esperanza por llegar a la final. Éste fue superior en ese set (51 minutos), rompió el servicio de Nadal en el séptimo juego y se volvió a recrudecer el combate.

Federer, el rival Con 1-1 en el marcador, el balear trató de volver a centrarse en el partido y controlar el frente. Aunque empezó a resentirse del cansancio acumulado en sus piernas, Nadal logró imponerse con determinación en el tercer juego y romper el servicio de su contrincante. El saque del español ya no tenía la magnitud del principio, aunque cuando la situación lo requería éste era capaz de crear servicios directos consecutivos. El transcurso de tiempo iba pasando factura a ambos, pero el número 1 volvió a ser más sólido.

El número dos del mundo, Roger Federer, será el rival de Rafa Nadal en la final que se celebra en Londres, después de que el suizo ganara ayer al serbio Novak Djokovic por 6-1 y 6-4. Después de una hora y 19 minutos, Federer consiguió meterse en su sexta final del Masters.