Vitoria. La tililante estrella de Ricky Rubio, el niño precoz que condujo el pasado mes de mayo al Barça hasta el título de la Euroliga, ha dejado de brillar. Algo le sucede al bisoño director de juego del conjunto culé. Después de haber dinamitado todos los registros de precocidad tanto en la ACB como en las competiciones continentales y de su decisión de permanecer en Europa pese a las seductoras llamadas de la NBA, el fulgor que le permitía lucir por encima del resto, su luz, ha perdido intensidad.

Ricky está rindiendo muy por debajo del nivel que ofreció en su primera temporada a las órdenes de Xavi Pascual. Lo reflejan sus números, pero sobre todo su cara. No está a gusto sobre la cancha, ya no se divierte, que es lo que debería hacer un chico que aún no ha alcanzado la veintena. Y su equipo lo está acusando, hasta el punto que ha perdido ese halo de ogro impenetrable y se ha convertido en un oponente asequible incluso en su cancha, donde ya acumula casi tantas derrotas como en toda la temporada pasada.

En el seno de la entidad blaugrana se trata de proteger al jugador. Todas las dudas que está generando su titubeante arranque de curso se edulcoran cuando se habla de puertas para afuera."La situación individual afecta al colectivo, por lo que debemos recuperar a todos los jugadores lo antes posible", dejó caer Xavi Pascual tras la derrota de la pasada jornada de Euroliga frente al Fenerbahce en el Palau.

Hay quien piensa que a Ricky le está pasando factura la excesiva responsabilidad que ha recaído sobre sus espaldas en el último año de competición. Siendo apenas un adolescente, se convirtió en el timonel de una de las mejores plantillas de la historia del baloncesto europeo y, poco después, se vio obligado a ejercer como base titular -por la lesión de Calderón- de una selección española obligada a buscar el oro en el Mundial de Turquía. El fracaso de Scariolo, el de la selección, supuso un duro mazazo para el joven base de El Masnou, uno de los más criticados por su rendimiento en la cita otomana.

Quien sabe si por el escaso tiempo de recuperación o por el efecto anímico de la hecatombe del combinado estatal, lo cierto es que el inicio del ejercicio se está convirtiendo en una pesadilla para Rubio, y para Pascual, que se ha visto obligado a aumentar los minutos de Sada y, sobre todo, Jaka Lakovic para conceder más minutos de banquillo y reflexión a su joven estrella. Sus números en ACB resultan demasiado pobres para el jugador que ha protagonizado el traspaso más caro del baloncesto español. Promedia 4 puntos y 5 asistencias, con porcentajes de tiro horribles (33% en tiros de 2 y 13% en triples).

El joven base, a quien el club protege hasta el punto de blindarlo ante la prensa, se muestra tranquilo, pero ha cerrado con valoración negativa dos de los tres partidos de su equipo en la Euroliga. Mañana, frente al Lietuvos, puede empezar a enmendar su rumbo. El Barça lo necesita.