Vitoria. Fernando San Emeterio, Nemanja Bjelica y Marcelinho Huertas enfilan ya el camino al Buesa Arena tras su paso por Turquía. El primero, con la sensación de que su entrenador nunca confió en él, aunque en realidad es lo mismo que puede decirse de la gran esperanza blanca del Caja Laboral para las próximas temporadas. Con su ex compañero en el Estrella Roja, Keselj, en pleno estado de ebullición, Bjelica ha cuajado un buen torneo, aunque no ha gozado de la confianza que se merecía por parte de Dusan Ivkovic, probablemente enojado por la decisión del joven alero serbio de enrolarse en las filas baskonistas en lugar de en el Olympiacos.
Sus números son más bien pobres (5,7 puntos y 2,8 rebotes) aunque su actuación ante España (14 puntos en 14 minutos) atisba mimbres de figura. Pero a nadie se le escapa que todavía tiene mucho por mejorar, empezando por su físico -no le vendrán mal unas horas de gimnasio- junto con una buena inyección del carácter y la intensidad sobre la pista que tanto gustan a Dusko Ivanovic. Nada que no tenga fácil solución.
Un caso diferente era el de Marcelinho Huertas. Tras un final de campaña estratosférico en Vitoria, la cita mundialista podía servirle de consagración. Así ha sido. 11,2 puntos y 5,8 asistencias son una buena muestra, pero su partidazo ante Argentina (32 puntos) le hace merecedor de todos los halagos posibles. Su cara a cara con Pablo Prigioni en ese partido de octavos de final no fue un duelo, fue una metáfora.
Por su parte, y visto lo visto, la escasa presencia de San Emeterio en las rotaciones de Scariolo ha sido más una bendición que un castigo para el cántabro (3,6 puntos y 1,9 rebotes). De esta forma, al menos no se ha contagiado de la desidia impuesta por el técnico italiano en el juego de la escuadra española. Que Alex Mumbrú haya jugado más que el exterior baskonista en este torneo es un dato que habla por sí mismo y que, si se impone la lógica, cambiará con la llegada de un nuevo seleccionador.