ETAPA

Imanol Erviti (Caisse d"Epargne)4h.13:31

Romain Zingle (Cofidis)a 37""

Greg Van Avermaet (Omega)a 37""

GENERAL

Joaquim Rodríguez (Katusha)42h.11:49

Igor Antón (Euskaltel-Euskadi)a 2""

Vincenzo Nibali (Liquigas-Doimo)a 4""

Hoy, undécima jornada: Los diez kilómetros de subida final al alto de Vallnord, en la única inclusión de los Pirineos en la ronda estatal de este año, promete emoción sin fin y una oportunidad para que Igor Antón intente recuperar el maillot rojo de líder.

alain laiseka

vilanova i la geltrú. En Tarragona, la asociación de corredores va de autobús en autobús advirtiendo a los ciclistas de los peligros que esconde el descenso del Rat Penat, el puerto inédito y temido, corto, 4,4 kilómetros, y empinado, rampas del 22%, 10,3 de porcentaje medio. Hay cierto revuelo en Tarragona. Los ciclistas no ven bien tanto riesgo. Se sienten forzados de la ruta. Hablan de que no les convencen las carreteras estrechas, los tramos de cemento, como si no recordaran que en el Giro nadie levantó la voz para protestar por las pistas de tierra de la Toscana ni provocó disconformidad la inmersión del Tour en el mar de piedras de la Roubaix. Vale, es cierto. Corren. Allí, entre adoquines, el flechazo de las clásicas del norte, es feliz Imanol Erviti, que perpetuó el delirio vasco en la Vuelta con el tercer triunfo de etapa en Vilanova i la Geltrú, ciclista navarro, de Iriberri, la tierra de Indurain, con el que comparte talla, 1,90, 79 kilos, y la de Txente, al que le une algo tan profundo como la asimilación del ciclismo como ejercicio extremo de abnegación, una comprensión tan romántica y extraña que Eusebio Unzue, cansado de jovencitos que únicamente corren por lucimiento personal, teme añorarla cuando el de Tafalla, 38 años, los últimos 16 de ciclista profesional, diga hasta aquí hemos llegado.

Se lo está pensando Txente, que corre la Vuelta temiendo lo duro que sería volver a afrontar una temporada más, el sacrificio, "quiero hacer otras cosas", y, quizás, convencido poco a poco de que su vacío lo llenarán ciclistas que han alcanzado su madurez, herederos del buzo de obrero como López y, sobre todo, Erviti, su reencarnación, gregarios que llenan de victorias la vitrina del Caisse d"Epargne, el equipo de los cinco líderes. Curioso. Ayer, día esperado, el Rat Penat vertical palpitando, ninguno de los cinco se movió. Ni ellos ni nadie. Pesa la Vuelta. Y cala el respeto, prima-hermana del miedo, a lo que queda. Es escuchar Asturias y temblar. Así que los fugados, multitud, escalaron el puerto en equilibrio, Le Mevel y Javier Moreno más ágiles que ninguno, y supieron que el triunfo era cosa de un puñado de ciclistas, de alguno de aquellos que iniciaron el descenso en vanguardia. Un descenso cortísimo, estrecho y revirado que no desemboca en un plano, sino en un infierno de repechos de cemento donde se estremecen de dolor las piernas, el corazón escala hasta la garganta y los labios se abren casi hasta desgarrarse para tragar más aire. Terreno para ciclistas duros. Tipos rocosos. De piedra. Para Erviti, un chico tranquilo y obediente, gigante generoso, trabajador, que escucha a Txente cuando le dice que la paciencia es la virtud suprema del ciclista, que guarda las siete palabras que le dijo Musseuw como un tesoro, "nunca te quedes solo en el pavés", y que siente pasión por los viejos monumentos que conservan la esencia romántica del ciclismo pretérito. "A mí lo que me gustan son las clásicas. Sobre todo el Tour de Flandes". Los muros. Cortos, empinados y adoquinados. Como ayer. O casi. Eran cortos, empinado y de cemento. Allí se catapultó Erviti como un escalador portentoso para dejar después en el llano la estampa poderosa y bella de un rodador consumado. No le volvieron a ver hasta Vilanova i la Geltrú, junto al Mediterráneo y su luz celestial.

"Purito", al fin Después de los ciclistas desperdigados llegó el pelotón con Antón, que perdió el maillot rojo y en lugar de enfurruñarse como un chiquillo caprichoso y mimado seguía irradiando la misma felicidad deliciosa que cuando era líder. "Sigo igual de feliz", dijo el galdakoztarra tras ceder el liderato por una bonificación que su rival pequeño y ambicioso cogió en el primer punto intermedio de la etapa, dos segundos que provocaron que, señal de la tranquilidad y serenidad con la que corre, el vizcaino se acercase un momento al catalán para decirle que ese sprint, como el del día de Xorret, también se había invalidado. "¿Humor? Claro, es que me lo he tomado bien, no estoy triste ni nada de eso. He tenido la oportunidad de llevarlo unos días y he disfrutado. Además, y no es que no lo quisiera seguir teniendo, esto nos puede venir bien para que el equipo no tenga que trabajar tanto". Un respiro para Euskaltel.

"Al fin", exhaló un suspiro liberador Joaquim Rodríguez, líder realizado. "He luchado mucho por este maillot y ahora quiero defenderlo. ¿Hasta Madrid? Hasta Madrid". Aunque para ello, le recordaron, haya empleado la táctica inversa a los campeones modernos, que reniegan, ocurrió en el Tour con Contador, de un maillot tempranero que les cargue de responsabilidad. "Cada corredor es diferente. Yo quería tenerlo. Aunque sea por dos segundos y sabiendo que la Vuelta no se va a decidir por tan poco tiempo, que hay mucho terreno, mucha montaña". Empezando por hoy, en la subida a Pal, más larga, diez kilómetros, también más tendida, 6,5% de media, que los muros que han gobernado los explosivos escaladores de las piernas de acero que convienen al hablar del verdadero inicio de la Vuelta, la montaña pura, en la etapa que arranca hoy desde Vilanova i la Geltrú, donde ganó Erviti, gigante generoso, y alcanzó el liderato Purito, pequeño y ambicioso.