ESTADOS UNIDOS Billups (19), Durant (17), Rose (9), Iguoala (6) y Odom (9) -cinco inicial-, Granger (5), Westbrook (4), Gay (17), Gordon (17), Love (8), Chandler (5) y Curry (5).

ANGOLA Morais (5), Cipriano, Lutonda (8), Gomes (21) y Mingas (2) -cinco inicial- Fortes (11), Bonifacio, Paulo, Mbunga (4), Ambrosio (12), Almeida (3) y Jeronimo.

Parciales 33-13, 32-25, 26-18, 30-10.

Pabellón 15.000 espectadores en el Sinam Erdem Dome de Estambul.

Los jugadores del Dream Team están disfrutando de unas plácidas vacaciones en Estambul. Han alcanzado los cuartos de final sin apenas sudar. Sólo Brasil, y hasta cierto punto, ha obligado a poner la carne en el asador a los pupilos de Mike Krzyzewski. El resto de partidos disputados hasta la fecha en el Mundobasket de Turquía se han convertido en una suerte de amistosos, de encuentros de exhibición, para un equipo que pide a gritos que aparezca en el horizonte un rival capaz de mirarle fijamente a los ojos.

El cruce de octavos ante Angola se convirtió en un chiste que dice poco bueno sobre el nivel de la competición. Los africanos acudieron resignados al matadero, y los americanos se divirtieron sin piedad hasta alcanzar ventajas sonrojantes, indignas de un encuentro en el que se supone que están implicadas dos de las mejores dieciséis selecciones del planeta. Para el descanso, en sólo dos cuartos, Angola encajó sólo un punto menos de los que logró anotar en todo el partido. A esas alturas (65-38) todo estaba ya visto para sentencia.

El drama para el equipo del eterno Lutonda, que poco pudo hacer ayer, fue el hecho de que los yankees acudieron al Sinam Erdem Dome con ganas de divertir al público. Y lo hicieron de lo lindo. Coach K volvió a ampliar las rotaciones, concedió muchos minutos a los menos habituales y todos tuvieron su momento de gloria. Anotaron los doce.

Krzyzewski ha sabido sacar tajada a la benevolencia con la que el devenir del torneo les ha obsequiado. Va a alcanzar las fases decisivas de la competición con todos sus jugadores en plena forma, con confianza, pero descansados. Y eso asusta cuando se habla de un equipo plagado de estrellas pero cuya fiabilidad se pone siempre en cuestión a causa del exceso de egos.

El veterano preparador ha sabido marcar los roles de cada uno. Los papeles están claros. Durant es la estrella, y ayer volvió a dejarlo patente con otra actuación en la que invita a preguntarse quién puede detenerlo. A partir de ahí, Rose, Westbrook y Billups tienen algún balón. El resto, sobre todo Odom, Chandler e Iguodala, se ocupan de la fontanería. La máquina americana está engrasada. Y cada vez da más miedo.