barcelona. Pep Guardiola apenas ha tardado un par de años en ganarse el respeto del mundo del fútbol en su nueva faceta de entrenador. El responsable técnico del Barça, que se hizo con las riendas de la primera plantilla a comienzos de la temporada 2008/2009, sumó el sábado en el Nou Camp, tras golear (4-0) al Sevilla, el noveno trofeo de su escueta carrera como entrenador.
Desde que se sentó en un banquillo, Guardiola no ha dejado de ganar títulos. Ya con un historial repleto de éxitos como jugador, desde la Liga (6) a la Champions, pasando por un oro de los Juegos de Barcelona en 1992, como técnico su palmarés empieza a no desmerecer tampoco. Obtuvo el carnet de técnico hace unos años y la primera oportunidad que se le brindó le permitió tomar las riendas del filial barcelonista, hundido en la Tercera División. Fue poner los pies en el vestuario del Miniestadi e imponer un sistema de trabajo único que permitió que los éxitos y títulos empezaran a aparecer.
Hizo campeón al Barcelona B en el grupo quinto de la Tercera División, y en la liguilla de ascenso a la segunda B el filial barcelonista dio un salto de calidad al quedar primero. Su testigo lo tomó Luis Enrique Martínez quien, después de dos temporadas, ha hecho lo propio con el filial y lo ha situado en la Segunda División A. Su ex compañero en el vestuario azulgrana ha asumido los métodos de trabajo de Guardiola, que han empapado todo el organigrama deportivo de la entidad catalana. A Guardiola le llegó sin tiempo para saborear su primer gran éxito como entrenador en la primavera del 2008 el reto de su vida. En el segundo año de carrera en los banquillos el Barcelona le entregó el liderazgo del tesoro de la entidad: el primer equipo.
Nadie en el club azulgrana llegó a imaginar en el mejor de sus sueños, en aquel arranque de la temporada 2008-09, que el Barça que iba a configurar Josep Guardiola se convertiría en una máquina de ganar títulos como nunca antes había existido un equipo de fútbol en toda la historia. Pertenece al año 2009 el momento más espectacular de un equipo de fútbol, ya que el Barcelona obtuvo seis títulos, tres correspondientes a la temporada 2008-09 (Copa del Rey, Liga y Champions) y tres a la 2009-10 (Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes).
A pesar de aquella histórica temporada 2008-09, fue en la segunda de Guardiola en el banquillo en la que el Barcelona ganó más títulos, cuatro en total: los ya subrayados de la Supercopa de España, de Europa y Mundial de Clubes más la Liga que se comsumó la primavera pasada. Dos años y siete títulos en el primer equipo, tres de ellos del nivel de la Liga (2) y de la Champions, aunque también el importante Mundial de Clubes, al que el Barcelona había aspirado en dos ocasiones anteriormente con Johan Cruyff y Frank Rijkaard en el banquillo sin éxito.
un inicio prometedor Acabada la tercera temporada como técnico -aunque segunda en el primer equipo- con un historial más que digno (tres Ligas -dos con el primer equipo-, un ascenso y una Liga de Campeones, Mundial de Clubes, Supercopa de España y de Europa), Guardiola ha arrancado la cuarta con otro golpe de autoridad frente al Sevilla.
Después de un 3-1 en la ida, con un Barça repleto de jugadores del filial y reservas, lo que generó muchas dudas acerca de si el equipo B podía dar soluciones al primer equipo, Guardiola montó la noche del pasado sábado un once con tres campeones del mundo de campo (Piqué, Xavi y Pedro) más Valdés, y contó con los cada vez más rodados Alves y Messi para hacer lo que ha hecho muchas veces estas últimas temporadas: pasar por encima del rival.
No eran pocos los que dudaban de la capacidad del equipo azulgrana para remontar la eliminatoria. Pero el equipo que Guardiola ha armado respondió como suele hacerlo desde que él ocupó el banquillo.
El título de la Supercopa de España, con la que logra, además, su novena distinción en este torneo, sitúa nuevamente al Barcelona y a su entrenador en lo más alto de las exigencias de sus aficionados, que querrán que esta temporada su equipo luzca como hace dos campañas, cuando arrasó por allí donde pasó, y recoja posteriormente las copas a las que aspira.