Vitoria. "Con un loco así uno tiene que levantar el pie del acelerador. Pero yo no, hoy, absolutamente, no". Acababa Rubens Barrichello de bajar de su monoplaza y el brasileño no podía parar de ladear la cabeza escasos minutos después de haberse visto al borde de un accidente espeluznante. El piloto de Williams se disponía a completar el último giro al trazado de Hungaroring envuelto en una encarnizada lucha en pos de la décima posición con su ex compañero en Ferrari Michael Schumacher. Rubinho encaró la recta de meta muy pegado al alerón trasero del Mercedes de su rival, al que atacó por el lado derecho cuando El Kaiser cometió la chiquillada, impropia de un heptacampeón del mundo, de encerrarle contra el muro de boxes con ambos bólidos circulando a unos 300 kilómetros por hora. Barrichello rozó el muro -"creo que ni siquiera cabía un pelo entre mis ruedas y el cemento", aseguró tras la carrera- y completó el adelantamiento, pero el riesgo de un gravísimo percance fue de tal magnitud que Schumi fue sancionado por la FIA con la pérdida de diez posiciones en la parrilla de salida del próximo Gran Premio.

"La de hoy fue una de las maniobras más bonitas que he realizado en mi carrera y una de las más horrendas de Michael. Si un piloto que dejó de correr hace tres años vuelve para hacer esto... Michael no lo necesitaba", declaró, visiblemente molesto, Barrichello, quien señaló que no pedirá explicaciones al alemán "porque no serviría para nada. Todos conocemos a Michael, él siempre cree que tiene la razón. De todas maneras, si tengo que ser honesto, creo que si nos hubiésemos tocado en ese momento, él habría realizado un trompo y habría colisionado de frente contra el muro, por lo que la situación era incluso más peligrosa para él. Yo podría haber esperado un movimiento así de un piloto que llevara diez carreras en la Fórmula 1, pero si lo ha hecho él debe ser porque tiene cuentas pendientes del pasado".

Por su parte, Schumacher intentó pasar de puntillas a la hora de valorar el incidente y lo único que salió de su boca fue que "para mi forma de ver las cosas había suficiente espacio. El hecho es que no nos tocamos y que Rubens siguió adelante, gracias a Dios". Por su parte, Ross Brawn, jefe de equipo de Mercedes, tampoco vio nada punible.