ALEMANIA: Neuer; Philipp Lahm, Friedrich, Mertesacker, Boateng; Khedira, Schweinsteiger, Müller (Trochowski, Min. 72); Özil (Kiessling, Min. 83; Podolski, Klose (Mario Gómez, Min. 72).

INGLATERRA: James; Glenn Johnson, Upson, Terry, Ashley Cole; Milner (Joe Cole, Min. 63), Gerrard, Lampard, Barry; Rooney y Defoe (Heskey, Min. 72).

Goles: 1-0, min. 20: Klose tras superar el marcaje de Upson transforma en gol un pelotazo del meta alemán..2-0, min. 32: Podolski culmina una gran jugada trenzada por ÖZil, Klose, Müllerr y Podolsky. 2-1, min. 37: Upson de poderoso cabezazo a pase de Gerrard. 3-1, min. 67: Müller en una contra llevada por Schweinsteiger. 4-1, min. 70: Müller culmina otra contra de Özil.

Árbitro: Jorge Larrionda (Uruguay). Tarjetas amarillas a Friedrich, por Alemania, y a Johnson por Inglaterra.

Incidencias: Partido de octavos de final disputado en el estadio Free State de Bloemfontain. Lleno. 40.911 espectadores.

El ímpetu de la generación más joven que Alemania ha llevado a un Mundial fue capaz de arrasar literalmente a Inglaterra y jubilar a un buen puñado de ilustres lores del fútbol británico, que acudieron a Sudáfrica con renovados aires de potencia colonial y con el inefable centurión Fabio Capello al mando.

Se hablará mucho del gol fantasma anotado Lampard a los 38 minutos, que se tragó el trío arbitral cuando el marcador reflejaba el 2-1. Un error descomunal que bien pudo haber cambiado el destino del encuentro. Sin embargo el error arbitral forma parte del intríngulis del juego con la bendición de la FIFA, que se niega en redondo a modernizar sus reglamentos, así que tampoco vale de excusa para tapar, ni tan siquiera parchear el decepcionante juego que han desarrollado los pross a lo largo de todo el campeonato.

Porque un equipo que ha sido incapaz de ganar a Estados Unidos primero, a Argelia después y que finalmente pudo clasificarse para los octavos de final como segundos del grupo C con un apurado gol de Germain Defoe a la potente Eslovenia no parecía llamado precisamente a protagonizar grandes gestas.

Sin embargo también cabía dentro de lo posible la regeneración futbolística de los ilustres hombres capitaneados por Capello, el entrenador por excelencia ganador, y asesorados por David Beckham, ausente sobre los terrenos de juego por lesión, pero presente en el vestuario para expandir sus aromas, karma y buenos consejos. Además, con los octavos de final llega la hora de la verdad y el Mundial reclama a sus valientes. Y enfrente estaba Alemania, un rival histórico, de los que pone; y detrás todo un pueblo, el inglés, entregado a la causa, con el subconsciente inflamado, ansiosos por ver cómo sus chicos aplastaban a los germanos o morían en el empeño.

Sin embargo el gran desastre inglés es que ni aplastaron a los teutones, sino fue al revés, y lo peor, tampoco murieron en el empeño. Inglaterra careció de todo. Su defensa, comandada por Terry, fue un flete. Apenas se supo de los reputados Gerrard, Lampard o Barry en la dirección del juego, y una de las consecuencias lógicas de tanta ausencia fue la desaparición absoluta de su temible goleador, Wayne Rooney. Tanto fue así que el delantero del Manchester United, uno de los grandes atractivos del torneo y elegido para la gloria, no tiró ni una vez contra la portería germana. Peor aún. Se va del Mundial sin haber anotado un gol.

En Alemania, en cambio, no se notó la ausencia por lesión de Michale Ballack, su líder natural, lo que ha permitido la confirmación de Schweinsteiger en la conducción del grupo, un juego más dinámico y vertical y la irrupción en el escenario mundialista de dos nombres llamados a ser la referencia de Alemania en la próxima década, Thomas Müller y Mesut Özil.

del tanteo al frenesí Pese a la enorme diferencia reflejada en el marcador, el partido tuvo una intensidad digna de dos campeones, eternos rivales que saben que perder este partido duele más entre sus respectivas hinchadas. Hasta el minuto 16 no se produjo el primer lanzamiento a puerta, que salió altísimo y partió de las botas de Khedira, el eficaz centrocampista defensivo del Stuttgart. Pero luego fue empezar y no acabar, con un juego sin concesiones, de generoso derroche físico, oportunidades de gol y goles.

El primer tanto (m. 20) nació de un pelotazo del portero alemán Neuer que arruinó la escasa reputación que aún le queda a Terry, puso envidencia a Upson y reactivó a Klose, un delantero que ya no cuenta en el Bayern de Múnich. El segundo tanto (m. 32), en cambio, fue una obra de orfebrería tallada con talento entre Ózil, Klose, Müller y Podolski, con taconazos incluidos, que se coló por entre las piernas de Calamity James.

Con el 2-0, la respuesta de Inglaterra fue inmediata y el partido entró en un frenesí. En el 36, Upson se resarció de un anterior error marcando de cabeza tras realizar un prodigioso salto. De seguido llegó el no gol de Lampard. La segunda parte nació con el partido abierto que, sin embargo, supo cerrar Alemania en dos certeros contragolpes llevados por Schweinsteiger y Özil y culminados por Müller.