ESPAÑA: Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol, Capdevila, Busquets (Min. 61, Fernando Torres), Xavi, Xabi Alonso, David Silva (Min. 61, Navas), Iniesta (Min. 77, Pedro) y Villa.

SUIZA: Benaglio, Lichtsteiner, Senderos (Min. 35, Von Bergen), Grichting, Ziegler; Barnetta (Min. 92, Eggimann), Inler, Huggel, Gelson Fernandes; Derdiyok (Min. 79, Yakin) y Nkufo.

Gol: 0-1: Min. 52; Gelson Fernandes.

Árbitro: Howard Webb (Inglaterra). Amonestó a Grichting, Ziegler y Yakin.

Incidencias: Estadio Moses Mabhida de Durban, ante 62.453 espectadores. Primera jornada del grupo H.

Vitoria. Una cura de humildad en toda regla. Tanto dispendio de optimismo, tanta alharaca desmedida y tanto titular anticipado acostumbra a tener estas cosas. Que a las primeras de cambio las estadísticas caen en saco roto y, por mucha campeona de Europa que sea una, llega la bofetada si de por medio no aparecen las prestaciones necesarias. El fantasma de la Copa Confederaciones que hace ahora un año supuso la única derrota que figuraba en el casillero de España reapareció en Sudáfrica para mandar a la lona a la tropa de Del Bosque y, gracias a un gol del suizo Gelson Fernandes, ponerla contra las cuerdas. Cierto es que el traspiés puede quedar en anécdota y que incluso ayer no fue merecedor de tal, pero el estilo Mourinho que empleó Hitzfeld para frenarla con éxito provocó un sopapo de consecuencias impredecibles.

El guión del estreno no sorprendió por conocido. Dominio infructuoso, toque y retoque, navegar y remar... Para morir en el intento justo en la orilla. El míster salmantino pudo tirar de su once gala alineando a un Iniesta que, a la postre, se retiraría lesionado en el último tramo de partido. Y, en verdad, hasta el tanto de Suiza nada hacía presagiar la debacle española a la espera de que el cántaro se rompiera en la red de Benaglio de tanto acudir a la fuente. Aunque con motor diésel, España se adueñó de la pelota pero algo no cuajaba en mediocampo, ya que el binomio Xabi Alonso-Busquets restaba más que sumaba, al tiempo que Xavi acariciaba el esférico bastantes metros más adelante de lo debido.

Aplicada atrás, cortando las acciones con dureza -el de Fuentealbilla se llevó siempre la peor parte- y sin complejos cuando tocaba el patadón hacia arriba, los helvéticos apenas miraban a Casillas y, para colmo, vieron cómo su jugador bandera, Senderos, abandonaba con problemas físicos tras chocar con un compañero. Ocurrió después de que Piqué, tras magistral asistencia de Iniesta, hiciera un precioso recorte en el área y obligara a lucirse al guardameta helvético. La primera impresión era que, en cuanto se firmara el primer gol español, llegarían más. Pero el paso de los minutos acrecentó la impaciencia y ni Silva ni Villa parecían tener la tarde para el ingenio. Un dato: 78% de posesión al descanso. Igual a esfuerzo baldío. Ni siquiera sendos penaltis reclamados sobre el de Arguineguín y el asturiano, nada grandilocuentes tratándose de Howard Webb, fueron reclamados con entusiasmo porque el triunfo apuntaba a que caería por su propio peso. Craso error.

de la desgracia al "plan b" El paso por vestuario no retocó el monólogo hasta que España se dio de bruces con la desgracia en siete minutos tras un saque de portería suizo. Balón perdido hacia la frontal del área de Casillas, cuyo despeje con la pierna terminó rebotando en Piqué hacia adentro con el oportunismo de un incrédulo Fernandes, en posible fuera de juego. Tocaba recurrir al ejército de caballería todavía con media hora larga para el acto de contrición. A nadie se le escapa sin embargo que varios futbolistas de Del Bosque han llegado al Mundial sin plenitud de forma, como se evidenció en los amistosos precedentes que, lejos de esconder los defectos, los pusieron en la palestra. El plan B -dar entrada a Torres y Navas en detrimento de Silva y Busquets- inyectó octanos pero la ansiedad comenzó a atenazar las piernas y la cabeza a pasos agigantados. El Niño se convirtió en el eje de todo movimiento aunque en cuanto pisaba el acelerador se le notaba su periodo de inactividad. Es más, Derdiyok, la palanca helvética, pudo asestar el hachazo definitivo cuando estrelló el balón en el poste izquierdo en un toque excelso con el exterior en la segunda y última ocasión de Suiza, justo después de un zambombazo de Xabi Alonso desde fuera del área escupido por el travesaño. Ver para creer. Cartucho final: Pedro. ¿Y Llorente?

A España le toca ahora dejar de fantasear con el cruce de octavos -y sobre todo con levantar el trofeo- para centrarse en todo un ejercicio de supervivencia. Para saldarlo con eficiencia debe pasar por el diván y huir como gato escaldado del maremoto que se le avecina en forma de debates, de reproches hacia si Del Bosque tiene una propuesta menos convincente o no que la de Aragonés; de la polémica sobre si precisa tirar de extremos y restar un pivote; y hasta de si la apagada luz en el rostro de Casillas está afectando al desarrollo del estado de ánimo en el colectivo. Un Mundial permite un traspiés pero el segundo te manda a casa. O Chile, que ayer gustó, y Honduras pagan el pato, o todo ese alarde de victorias y de campañas publicitarias derivarán en fracaso. Suiza fue un muro al que no se supo hincar el diente, pero el resto de adversarios también levantará su muralla. Mimbres tiene la selección española en cantidades industriales, pero ni el pasado ni los galones sirven si el punch se ha cogido vacaciones y la libreta se llena de tachones. Eso, sin perder de vista que sí, que España puede ser campeona el 11 de julio. Pero de momento ya le han bajado los humos.