Dice la página oficial de FIFA que los Fan Fest son eventos lúdicos que sirven para el encuentro de las aficiones llegadas desde todo el mundo. En Soweto los sudafricanos se han encontrado con ellos mismos. Hay que buscar mucho entre las 15.000 personas que llenan el recinto para encontrar un aficionado que no apoye a los bafan-bafan (los chicos en Zulú).
A la entrada, gratuita, máxima seguridad con cacheo incluido para evitar lo que más temen los organizadores de este mundial: la seguridad. Cada día mueren en este país sesenta personas asesinadas. Y parece que los locales se han dado cuenta de la mala prensa que esta violencia causa porque se ofrecen a echarte una mano si alguien te molesta. Más en Soweto, un populoso barrio de cerca de tres millones de habitantes donde se alternan las chabolas de hojalata con las hileras de construcción barata.
Pero este Soweto no es aquel que en 1976 saltó a las páginas de los periódicos por las protestas contra el apartheid. Hoy es un barrio que está de fiesta porque aquí, el fútbol siempre fue un entretenimiento barato con el que descansar de la agobiante presión del régimen racista.
Sumele viene abrigada, calada con gorro de lana y vistiendo rigurosamente de uniforme de la selección. En la pantalla gigante aparece el Soccer City, el estadio en el que Sudáfrica se enfrenta a Méjico. "Yo estuve allí cuando Mandela salió de la cárcel, fue en verano de 1990, hacía mucho calor y aquel día nuestra vida empezó a cambiar, ¿cómo no voy a sentir por el devoción?", cuenta mientras atiende a los nietos. Porque a esta fiesta se suman todos, grandes y pequeños, negros y blancos. Aunque quizás esto sea mucho decir, porque los blancos no pisan Soweto ni aunque juegue su selección.
¿dónde están los blancos? Cuando pregunto por la ausencia de blancos me piden encarecidamente que deje de pensar en un país segregado por razas, que se acabó la hora de que vengamos desde fuera a fijarnos en ese detalle: "Sudáfrica es mucho más que los blancos o los negros", me dice Jeffrey mientras tomamos una cerveza Castle antes de que empiece el partido. Me avisa de que esté tranquilo, que hoy no hay peligro de borracheras violentas: "no tenemos dinero para extras; cobramos a principio de mes, nos dura una semana y hoy estamos ya a día once".
Mientras dura el encuentro sólo habla de fútbol. Y de la forma en que lo viven, Para empezar, nunca aplauden. Sus manifestaciones de emoción son el baile rítmico (tres a un lado, tres al otro, cruzar el pie y sacar el talón) para animar y soplar la vuvuzela para empujar a su equipo en los momentos críticos. Cuando Sudáfrica se adelanta en el marcador, Soweto bota, salta todo a una. Es imposible quitarse de encima la imagen de aquellas manifestaciones saltarinas que acababan en sangre. Hoy es fiesta.
En una esquina, dibujan banderas sudafricanas en los rostros negros. En otra, preparan carne de ternera especiada con una pasta de maíz, también es una especialidad negra. Cuando suena el himno, en cuatro idiomas, cada uno sabe su letra, pero nadie ha cantado la blanca.
"Perdona, Jeffrey ¿estás seguro de que no es importante la diferencia de razas en la Sudáfrica de hoy?" Y se echa a reir. Creo que ha habido un malentendido, porque él lo que quiere decir es que en Soweto nunca fue importante, siempre fueron negros, y que cuando alguien de fuera llega a este barrio tiene que saber que no encontrará la segregación. Para eso, añade, hay que ir a al norte de la ciudad, donde los negros trabajamos al servicio de los blancos. O poner la televisión, donde las cámaras ponen el foco en los abrazos interraciales.
Me lleva a su casa, donde se vive un ambiente parecido a Sanfermines. El barrio está desmadrado, suena la música, corre la cerveza, el horno huele a pollo y la cazuela a mandioca cocida. Más comentarios sobre el partido, sobre si México mereció empatar, sobre el "big umbrella" (el "gran paraguas", apodo del portero sudafricano), sobre la táctica de Parreira y Aguirre, sobre los favoritos...
Suena raro que quien vive así este deporte no haya tenido la tentación de gastarse un extra para ver un partido en directo. También esto tiene explicación: "han vendido las entradas al estilo europeo". El "estilo europeo" es a través de internet, porque aquí las entradas para los grandes acontecimientos se venden en los supermercados. Soweto da gracias a la FIFA por haber elegido este país, por organizar fiestas como las de hoy que permiten que unos cuantos blancos se acerquen a este barrio, pero aún tiene mucho que pedir: "One ticket, please!".