mundial 2010
La táctica del cariño
Desde el vestuario
por xabier azkargorta
Era diciembre de 1993. En Las Vegas. Rodeado de máquinas de juegos de azar y con la parafernalia de los casinos americanos escuché atentamente la composición del grupo que nos tocaba en la fase final del Mundial 94. España, Corea del Sur y Alemania. Nos tocó el opening game, uno de los acontecimientos que más se ven en el mundo, el partido inaugural de un Mundial. Jugar contra la España de Clemente también tenía su morbo, pero el primer partido era contra los campeones, los alemanes de Berti Vogts y sus flamantes Mercedes Benz, principal patrocinador del combinado germano.
Tras muchas entrevistas y un café con la delegación española salí muy rápido de Las Vegas para llegar a Donostia a juntarme con mi equipo, pues íbamos a jugar en Anoeta contra la selección de Euskadi. Una interesante experiencia porque en el equipo vasco había un ramillete amplio de jugadores que formaban con Clemente. Ahí comenzaron los preparativos del Mundial 94.
La maquinaria alemana se puso en marcha. Un aluvión de peticiones de entrevistas. Bolivia, esa desconocida de la que casi nadie sabía nada. La vieja Europa que desterró a sus maleantes a tierras indias confundía Colombia con Bolivia e incluso en tierras americanas, obviamente en los dominios de los Swaps, nos llegaban a confundir con Libia y nos preguntaban por Gadafi. Nada como mirarse el ombligo para escudarse en la ignorancia y evitar el ridículo. Algo que lamentablemente y a pesar de mucho Google y globalizaciones, sigue mas vigente que nunca. La fuerza de la ignorancia sigue siendo uno de los motores de este deteriorado mundo.
Pero llegado el momento del partido inaugural recurrimos a otra fuerza, a la fuerza del cariño. Ésa era la palabra que estaba escrita en el pizarrón de la charla previa al partido contra Alemania mientras los jugadores iban llegando al salón de la charla. Con cariño era como pensábamos derrotar a los alemanes. Era difícil competir con ellos de tú a tú. Eran más guapos, ricos, altos y llenos de glamour, con sus autos y relojes de lujo. Pero nosotros estábamos contagiados de entusiasmo, de emociones vividas desde la necesidad, de nuestra relación de grupo, de continuas ayudas, tácticas y emocionales y no temíamos a nadie. Recuerdo en el vestuario del Soldier Field en Chicago, cuando el inspector de FIFA revisaba las equipaciones y llamaba uno a uno a los jugadores para que enseñaran sus camisetas de partido. Uno de los inspectores pisó a alguien y dijo en voz alta "Sorry". Muy cerca, el jugador boliviano Vladimir Soria, escucho algo parecido a su apellido y se presentó corriendo a enseñar su camiseta, no fuera a quedarse fuera del partido. Una carcajada rompió la tensión y nos preparamos a disfrutar, a saborear el privilegio de ser protagonistas de algo único y todo por nuestro cariño al equipo, a la profesión, al fútbol.
Perdimos 1-0 pero mostramos al mundo nuestra dignidad y orgullo y los campeones terminaron pidiendo la hora. Fue la táctica del cariño.
Los alemanes eran más guapos, ricos, altos y llenos de "glamour", pero estábamos contagiados de entusiasmo
faltan cuatro días