Madrid. El Atlético de Madrid consiguió una ventaja merecida, pero corta después de su superioridad sobre el terreno de juego en el partido de ida de las semifinales de la Liga Europa, en el que anuló a un decepcionante Liverpool, al que tuvo contra las cuerdas durante casi todo el duelo (1-0).
Liderado por un impresionante José Antonio Reyes, con un gol del uruguayo Diego Forlán en los primeros minutos y con un encuentro serio, en el que tuvo las mejores ocasiones y apenas sufrió en defensa, el conjunto rojiblanco llegará la próxima semana a Anfield con mejores sensaciones de lo que reflejó el marcador.
No era, quizá, el mejor momento para ambos equipos, sobre todo por las bajas del argentino Kun Agüero, en los locales, y de Fernando Torres, en los visitantes. Menos aún para el Liverpool, tras su largo viaje de 2.000 kilómetros hasta Madrid, cubierto entre el martes y el miércoles con trenes, autobuses y un avión.
Y el Atlético, ante el probable cansancio de su rival por ese desplazaiento, imprimió un ritmo altísimo al comienzo del duelo. No dejó respirar a su rival, que no se enteró en el primer cuarto de hora, superado por un conjunto rojiblanco con sensaciones muy prometedoras y ventaja en el marcador antes del minuto 10.
Una pared inteligente entre el uruguayo Diego Forlán y José Manuel Jurado, sustituto del sancionado Kun Agüero en el ataque local, desarmó a la defensa inglesa, que observó sin capacidad de reacción el centro al área del gaditano y los remates del charrúa, el primero fallido, el segundo a la red (1-0, m. 8). Del monólogo inicial del Atlético, cómodo con la posesión de la pelota, tranquilo en defensa y con algún amago sobre la portería de Reina, intentó sobreponerse el Liverpool con el paso de los minutos.
Y lo consiguió en parte, con alguna ocasión, como un cabezazo del israelí Yossi Benayoun o un disparo desviado de Steven Gerrard.
Pero el partido seguía en poder del equipo rojiblanco. Perdonó Forlán, al que Reyes, brillante toda la noche, le dio un pase magistral por encima de la zaga rival.
Mereció el segundo el equipo rojiblanco, por fútbol y por ambición ante un rival desaparecido, cuya única ocasión en la primera media hora de la segunda mitad había sido un tiro sin peligro de Gerrard.