Munich. El conjunto del holandés Louis Van Gaal, nueve años después, se asoma hacia una nueva final de la máxima competición europea. Aún le quedan 90 minutos de sufrimiento en Marsella. No obstante, ayer puso los pilares para llegar a lo más alto de la competición Poseedor de cuatro Copas de Europa, el Bayern no llegaba a la final desde que logró el título en el 2001, tras superar al Valencia. El triunfo ayer ante el Lyon con el gol de Robben (1-0) recupera aquella perspectiva.

El cuadro alemán hizo más que su rival a pesar de que jugó casi una hora con un jugador menos. Tuvo que sobreponerse a la expulsión del francés Frank Ribery, con roja directa, por un pisotón al argentino Lisandro López.

La situación se equilibró al inicio de la segunda mitad, cuando Jérémy Toulalan vio dos tarjetas amarillas en dos minutos y también dejó el terreno de juego. Después llegó el tanto de Arjen Robben en el minuto 68, que oscureció las ilusiones del Lyon, presente en unas semifinales por primera vez en su historia y que pretende convertirse en el primer equipo francés en alcanzar la final desde que el Mónaco disputó la del curso 2003-2004 que perdió ante el Oporto. Con todo, su papel en su feudo deberá cambiar de forma radical. O se esmera con más ahínco o dejará el camino abierto para que el Bayern se convierta en el primer finalista de esta edición de la Champions que se juega en el Bernabéu.