VITORIA. Aitor Zubieta cumplió ayer su sueño de llegar a lo másalto de un podio pelotazale. Lo hizo porque lo ha merecido alo largo de todo el Campeonato de Parejas de la LEP.M, porqueayer aguantó la presión de una final (la primera para él) y porquecontó con la inestimable colaboración de un Xala genial. El delanterode Lekuine sumó su tercer entorchado por duplas (antes lo habíahecho con otro etxarriarra, Lasa III, en 2002 y con Eulate hacetres años) en otras tantas finales disputadas y se erigió enla figura indiscutible de un encuentro en el que eclipsó al restode protagonistas. Y eso que tanto su compañero, Zubieta, y susrivales, Gonzalez y Laskurain, ofrecieron un divertido espectáculoa la grada del Ogueta, que finalmente no se llenó.
A Xala, por eso de ser el más veterano y el más experto en cuestiónde finales (hasta antes de la de ayer acumulaba cuatro: dos delParejas, una del mano a mano y otra dentro de la jaula) le tocóejercer el papel de protector. Sobre todo en un inicio en elque a Zubieta se le notó nervioso. Fue en el arranque donde elzaguero de Etxarri Aranatz cometió sus dos únicos errores debulto (su tercer fallo llegó más adelante y por la insistenciade sus rivales). Gonzalez y Laskurain observaron que por ahípodía haber una agujero y se aferraron a la única ventaja deque dispusieron en todo el choque. Primero fue un 3-1 (incluidoun tanto de saque en el que Zubieta pudo hacer algo más al resto).Después un 5-2. Xala, un tipo algo frío, pero tremendamente inteligente,sintió que su compañero le necesitaba y, tremendamente generoso,retrasó un poco su posición para ayudar con su volea. Sólo asíy recurriendo a su material pudo solventar esos problemas inicialespara sellar la segunda igualada (5-5) de la tarde (la primerallegó con el 1-1).
Xala toma el mando
Aprovechando el arreón, Xala pensó que seríamejor poner tierra de por medio. Con un buen colchón de tantos,capear los malos momentos que podían avecinarse en un futurono demasiado lejano. No sólo eso. También captó la necesidadde recuperar la confianza de Zubieta, al que le permitió soltarun par de sopapos que derribaron la resistencia de Laskurain.Conseguir que el zaguero de zaguero de Soraluze no devuelva unapelota es una tarea harto complicada, pero Zubieta lo consiguiódos veces de manera consecutiva para acceder a su primera ventajaen el choque (5-6).
Recuperada la moral del zaguero navarro, Xala sacó su manualde cómo disputar una final del Campeonato de Parejas y en unarreón fenomenal puso las cosas claras. Buscaba el 100% de efectividad(ya había ganado las otras dos finales por duplas que había disputado)y se fabricó un cómodo colchón de 6 tantos (5-11) que encendiólas luces de alarma en la pareja rival.
Gonzalez, que hasta ese instante había pasado casi inadvertidopor el Ogueta, decidió que era el momento de dar un paso adelantey demostrar que por algo estaba allí. Que por algo es el campeónen curso del Cuatro y Medio de la LEP.M. Laskurain siguió a losuyo y apoyó al askaindarra en su decisión de ir a por el empate.No lo consiguieron, pero limaron distancias (8-11). Apretaronaún más el electrónico (11-13) merced a que Gonzalez encadenótres ganchos consecutivos, cada uno más violento que el anterior.Pero cuando buscó su cuarto remate, el que le hubiera acercadoa un solo tanto de Xala y Zubieta, la cortada del delantero deAskain se estrelló en la chapa. Fue el principio del fin, porqueestaba por llegar la mejor versión de Xala. Sí, mejor aún quela que había exhibido en los primeros compases del encuentro.
Lekuindarra y etxarriarra vieron que sus rivales venían y buscaronsus defectos, sobre todo aquel del primer encuentro del campeonatoante Berasaluze VIII y Begino en Eibar. En el Astelena les faltóentendimiento a Gonzalez y Laskurain. Y a Xala le alcanzó suinteligencia para buscar y encontrar esa falta de comunicación.Del 11-13 al 14-21. Casi nada. Fueron los peores momentos desus rivales, que evidenciaron su desesperación.
Cierre genial
Sólo quedaba rematar. Pero a Zubieta se le subióla bola. Tras pasar por el vestuario, salió con ánimos renovados.Para él y para Xala, al que permitió gozar en los cuadros alegrescon su pegada desde la zaga, tal vez algo más adecuada al Oguetaque la de Laskurain. El lekuindarra, que no quería problemas,sacó y se inventó una dejada al txoko para cerrar la contienda.En la grada, sus padres, Pierre e Yvette, se sintieron orgullososde él. También de Zubieta, que cumplió su sueño.