leo Messi y el Barcelona ganaron todo lo imaginable durante 2009. Todo. Cristiano Ronaldo fue el actor principal de la mayor operación mercantil de la historia del fútbol y se convirtió, de paso, en el símbolo de la reconstrucción galáctica. El año, para los tres, fue de película. El fútbol (Barcelona), sus mitos (Cristiano y Messi) y su irresistible magnetismo mediático relegaron de nuevo a un plano secundario las gestas anuales de Usain Bolt, Roger Federer, Alberto Contador o Rafael Nadal. Incluso las del equipo español de Copa Davis, que ganó su segundo título consecutivo y cuarto de su historia, el Campeonato de Europa de baloncesto de España o el anillo NBA de Pau Gasol. Al mismo tiempo, Madrid vio de nuevo cómo se desvanecía su sueño de organizar unos Juegos Olímpicos que finalmente volaron hacia Río de Janeiro, mientras el triunfo de la escudería Brawn en la temporada de Fórmula 1 ha quedado relegado ya al olvido en apenas unos meses ante el anunciado regreso de Michael Schumacher al circo del motor.
fútbol
Despotismo azulgrana
El Barcelona basó su inolvidable temporada en cinco días de mayo. El 2 arrasó el Bernabéu con seis goles -dos de Messi- y puso fin tanto a la persecución alocada del Real Madrid como a los tres años de presidencia de Ramón Calderón. Cuatro días después se clasificaba para la final de la Liga de Campeones con un milagro por la escuadra de Andrés Iniesta al Chelsea. Messi, un jugador mayúsculo que actúa en el mejor equipo posible para sus características, fue la imagen de marca del Barcelona de los seis títulos, obtenidos básicamente a partir de un fútbol que aúna espectaularidad y eficacia. Justo lo que representa el delantero argentino.
Cristiano Ronaldo, un jugador superlativo proclive a sobreactuar, entregó el testigo de los premios individuales a Messi, y su entonces equipo, el Manchester United, el de los colectivos al Barcelona en la final de Roma, pero su impacto deportivo e icónico le devolvió rápidamente al primer plano. El retorno de Florentino Pérez a la presidencia del Real Madrid, en un periodo económico que desaconsejaba las transacciones de alto riesgo, fue abrumador. En pocos días la segunda versión galáctica se construyó con casi 300 millones de euros para lo más selecto y caro del mercado: Kaká, Karim Benzema y, sobre todo, Cristiano. Sólo éste supuso la tercera parte del gasto. El nuevo proyecto del Real Madrid, con el chileno Manuel Pellegrini de técnico, parece haber relegado al olvido la afrenta del 2 de mayo, la estrepitosa eliminación europea ante el Liverpool y cualquier secuela del régimen. Messi, Cristiano y el Barcelona comparecieron juntos en el momento supremo del año, la final de la Liga de Campeones, en Roma. Haendel atronó en honor al Barcelona, su fútbol de alta definición y su año de cine. A Ronaldo la munición le duró veinte minutos. Leo Messi marcó el último gol, de cabeza, ante un portero de casi dos metros. En la final del Mundial de clubes lo hizo, en el último momento, con el escudo de la camiseta.
atletismo
Dios es jamaicano
Los Mundiales de Atletismo se atuvieron al guión y volvieron a ser cosa de uno. La sombra que proyecta Usain Bolt apenas deja ver en el estadio otra cosa que no sean sus portentosas carreras y el jolgorio con que las rodea, antes de apalancarse en los tacos de salida y, sobre todo, después. El resto de lo que sucede tiene un interés menor. En Berlín, el jamaicano incluso superó la proeza del anterior año en los Juegos de Pekín. Sin dejarse ir en el tramo final de las carreras como solía hacer, Bolt ganó el oro en 100, 200 y el relevo corto. Todos con plusmarcas mundiales estruendosas. Todos con la mejor de sus carcajadas.
ciclismo
Las amistades peligrosas
El regreso de Lance Armstrong introdujo, como se suponía, un elemento perturbador en el ciclismo en general y en el equipo Astaná en particular. La coartada del retorno fue dar publicidad a su Fundación y ayudar a Alberto Contador a ganar su segundo Tour, pero los motivos reales probablemente sólo obedecían a su ego, a juzgar por su actitud. Contador no tardó en advertir que el dinosaurio no sólo no se había movido de allí, sino que iba a ser algo peor que un mal sueño. En el Tour, Armstrong maniobró como si él fuera el líder y su apoyo fue cuanto menos dudoso. Acabó tercero -con 37 años y tres de inactividad- y dedicando en el podio una mirada significativamente hostil al español. Sus padrinos les han fijado una cita, ya cada uno en su sitio, para el próximo año.
tenis
La cuarta Copa Davis
Rafael Nadal y Roger Federer intercambiaron sus posiciones respecto al ejercicio anterior. El suizo regresó a su lugar natural, el número uno, pero empezó la temporada con una explosión emocional insólita. Perdió con Nadal la final del Abierto de Australia y se derrumbó entre lágrimas en el momento de la entrega de premios. Más allá de que Federer haya presentado un balance humano, con sólo cuatro títulos y doce derrotas, lo relevante en la campaña del suizo fue que resolvió su problema psicológico con Roland Garros, donde Nadal cayó en octavos. Y semanas después recuperó su trono en Wimbledon.
A Rafa Nadal los percances físicos le impidieron defender el título en Londres. Bastante tuvo con resistir el asedio al que le sometieron durante todo el año Novak Djokovic y Andy Murray. El triunfo de Nikolay Davydenko en el Masters de Londres y el de Juan Martín del Potro en Flushing Meadows avalan el nuevo estatus. Lo que antes era un asunto bilateral ahora concierne a, como poco, seis tenistas. Por su parte, España alzó su cuarta Copa Davis en Barcelona gracias a un Nadal intratable y el renacimiento de David Ferrer.
fórmula 1
El "Káiser" vuelve al circo
La atípica temporada de Fórmula 1 finalizó con el triunfo de una escudería con la que pocos contaban, Brawn GP, que inició su reinado ya desde las primeras carreras y encumbró a Jenson Button hasta alcanzar su primer campeonato. Ferrari, McLaren y Renault ejercieron de convidados de piedra durante todo el año mientras los rumores del fichaje de Fernando Alonso por la escudería italiana copaban más portadas que las propias carreras. Pero todo se vio empequeñecido hace unos días cuando Michael Schumacher anunció su regreso a la Fórmula 1 de la mano de Mercedes. A sus 41 años, el Káiser vuelve dispuesto a recuperar su reinado.
juegos olímpicos
El mundo mira a Brasil
Río de Janeiro dio un giro a la historia del deporte al ser elegida sede de los Juegos Olímpicos de 2016, primera ciudad sudamericana que recibe un encargo que parecía reservado a las opulentas urbes del primer mundo. El llanto interminable del presidente Lula en Copenhague tras conocer la victoria de su candidata resumió el 2 de octubre la emoción de millones de cariocas, brasileños y sudamericanos, incluso el de quién sabe cuántos ciudadanos de otras partes del mundo que consideraron el triunfo de Río un acto de justicia.
Por el camino quedaron los cadáveres de Chicago, pese al apoyo presencial de Barack Obama en la elección de Copenhague; de Tokio, con toda su autoridad económica y tecnológica; y de Madrid, que con un proyecto sensato y casi terminado llegó hasta la última votación, pero que tuvo que agachar la cabeza de forma inequívoca ante Río (66 votos a 32). La candidatura madrileña costó 37,8 millones de euros, según datos ofrecidos por el alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, pero se volvió a cumplir el principio de la rotación continental, para disgusto de la candidatura española, y se confirmó la tendencia imperante en el COI en la última década: los Juegos se conceden a las ciudades que mayor y más rápida transformación pueden experimentar gracias a ellos.
Brasil asume ahora la ingente y complicada tarea de organizar en un corto espacio de tiempo el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Mientras, Madrid se mantiene a la expectativa y podría intentarlo de nuevo después de dos derrotas consecutivas.