cuatro semanas después de que el Deportivo Alavés ganara en Sestao un encuentro en el último minuto, con dos derrotas y un empate posteriormente, los albiazules siguen sin reencontrarse con el agradable sabor de la victoria, a pesar de contar en esta ocasión con oportunidades para mover el marcador. El Alavés, con el encuentro celebrado ayer en Riazor, sigue sin saber lo que es marcar en dos encuentros consecutivos. Tras el empate cosechado ante la Ponferradina en la anterior jornada, los muchachos de Pereira volvieron a firmar las tablas con el Montañeros, en un partido en el que esperaba mucho más de un equipo cuyo objetivo es estar entre los cuatro mejores. Por cómo se desarrolló el encuentro, ya tenemos excusa de nuevo una semana más para vivir de lo que pudimos hacer y no hicimos. Porque el Montañeros, no lo olvidemos, es un equipo menor y recién ascendido al que, con todos mis respetos y por mucho que fuera en la sexta posición, debemos ganar en cualquier ocasión que nos enfrentemos, más, si cabe, si el encuentro se desarrolla en el estadio de Riazor. Un invitado de última hora por descenso del Ciudad de Santiago por impagos, un conjunto que en seis temporadas ha subido cinco categorías desde Tercera Regional después de que un grupo de padres de jugadores se hicieran cargo de un club que iba a desaparecer. El primer equipo deportivo que formaron era de baloncesto, ligado a un colegio religioso. Una entidad nacida a partir de una asociación juvenil asociada a los jesuitas y que organizaba excursiones al monte. Éste era el rival de ayer del Alavés; un equipo que juega sin presión y que se la traspasan a los contrarios, que son los que tienen que salir a ganarles.
Y es que ayer el Alavés estuvo desconocido. La preocupación en el seno del club por la crisis deportiva que produciría una nueva derrota ha debido de jugar un papel importante en el cambio de los jugadores y cuerpo técnico. Desde el primer momento fue a por el partido, pero la falta de acierto lo condena a un nuevo empate. En esta ocasión, el resultado de empate a cero es mucho más cruel ya que los de Pereira tuvieron todos los pronunciamientos favorables para conseguir la victoria. En el entretenido partido de ayer, posiblemente el mejor de la temporada por parte alavesista, el equipo que más méritos hizo para ganarlo fue el Deportivo Alavés. Aunque el partido se podía haber complicado más de haber acertado un delantero coruñés delante de Pagola en el minuto noventa. Posiblemente, en vista de los fallos habidos cara a puerta, los nervios hicieran mella en una plantilla que era consciente de la trascendencia de la victoria para no alejarse de los puestos que dan derecho a la promoción de ascenso, cada jornada un poquito más lejos.
Porque en el día de Santa Lucía, el del festival de la luz, los delanteros alavesistas estuvieron ciegos cara a puerta. Por lo que se apreció ayer, la Lucía ancestral tuvo descanso en su función como portadora de luz en el oscuro invierno de los otrora alabados delanteros albiazules. Las ocasiones que disfrutó el equipo albiazul en los primeros 45 minutos no fructificaron debido en algunos casos al portero rival y en otros las imprecisiones de los delanteros. Lo positivo, que la noche de ayer es la más larga del año; así que, a partir de hoy, y siempre según el sabio refranero español, acorta la noche y alarga el día, aunque sólo sea a paso de gallina diario.