Zdenek Stybar marcó un ritmo muy exigente en la última vuelta para vencer la carrera.
Resoplaban ya sin fuerza sus pulmones. Las piernas le acababan de confesar lo que sospechaba desde hacía un rato: no había suficiente reservas para un esprint. Sven Nys aflojó el ritmo de las pedaladas, renunciando a seguir a la estela de Niels Albert en el último tercio de la última vuelta al circuito de Igorre. Los ataques del joven Zdenek Stybar hicieron daño, mucho daño. Tanto que le sirvieron al checo no sólo para sumar su segundo triunfo en la Copa del Mundo, sino también para abrir heridas profundas en la dura piel de un depredador despiadado como Nys. El Caníbal llegó frágil a la meta, famélico. Con un gesto en la cara muy distinto al que acostumbra a gastar en el barro de Igorre. Le habían quitado la victoria con sus propias armas. Stybar no tuvo contemplaciones ante el campeón belga. Le dejó sin su plato favorito, sin su ración de gloria: puso a El Caníbal a dieta.
La carrera de ayer suponía la quinta prueba de la Copa del Mundo. La organización de la cita y el circuito de Igorre estuvieron una vez más a la altura de las circunstancias. La lluvia no hizo acto de presencia y eso hacía engañoso el estado de la pista, sin grandes charcos, pero con un barro pegajosos que se adhería a las bicicletas y las iba devorando poco a poco. La carrera empezó con un ritmo mas que aceptable. En la primera vuelta Vervecken y Vanthourenhout fueron los encargados de estirar el pelotón, pero fue Radomir Simunek quien probó fortuna en primer lugar. El hijo del mítico campeón del mundo hizo la primera selección de la carrera. Pero su aventura fue tan corta que no le dio tiempo ni ha romper a sudar. Mientras los favoritos rodaban cómodos en un segundo plano, Vanthourenhout hizo el trabajo sucio y le explicó a Simunek que ayer no era el día más adecuado para ser el protagonista. En la segunda vuelta Zdenek Stybar decidió que ya era suficiente y se colocó en primera posición. Esta Copa del Mundo parece ser cosas de dos y, tan rápido como el checo se adelantó le siguió una sombra con los colores del arco iris. Niels se pegó a su rueda. Pero Igorre ha sido un coto de caza exclusivo en los últimos años. Sven Nys se desperezó y reaccionó a tiempo y escaló posiciones para controlar evitar que Stybar y Albert camparan a sus anchas. Ahí comenzó la carrera propiamente dicha. El trío fue, poco a poco, despegándose de sus perseguidores: antes de completar la tercera vuelta ya habían abierto una brecha de trece segundos.
A sus espaldas, muchos metros atrás, se libraban otras batallas. Los ciclistas vascos peleaban en sus carreras particulares. En la tercera decena de corredores Egoitz Murgoitio era el mejor situado de ellos. Vuelta tras vuelta iba adelantando posiciones gracias a una actuación que fue de menos a más. Terminó la carrera en una más que meritoria vigésimo quinta posición, por delante de Isaac Suárez y Tino Zaballa. El campeón de España, Javier Ruiz de Larrinaga, no pudo pasar de la trigésima posición pero quedó muy satisfecho del papel realizado. David Seco acabó cinco puestos por detrás, mientras que Unai Yus sufrió una caída que le hizo perder comba con el grupo en el que rodaba y acabó en trigésimo sexta posición y sin ser doblado por la cabeza de carrera.
El último cuarto de hora fue vertiginoso para la cabeza de carrera. El trío formado por Stybar, Albert y Nys avanzaba como si les persiguiese el Diablo. El checo no dejó en ningún momento que le arrebatase la primera posición y, tras realizar el último paso por la línea de meta, subió aún más el nivel de exigencia. Zdenek quería sumar su segunda victoria consecutiva y apostó por intentarlo desde lejos. Los dos belgas parecían capaces de aguantar el envite, pero poco a poco se vio que el pico de forma que atraviesa el joven checo le hace estar un peldaño más por encima, concretamente en el del ganador. Albert consiguió mantener el tipo y atravesó la meta con seis segundos de desventaja, pero Sven Nys tiró la toalla cuando todavía quedaba un tercio de vuelta. El campeón de las tres últimas ediciones de la prueba de Igorre se vio destronado. Llegó a la meta sintiendo el calor del público, recibiendo el merecido reconocimiento, pero a los grandes campeones el aliento de los aficionados escuece cuando no se gana. Uno no se gana el apodo de Caníbal conformándose con terceros puestos.