con la victoria del miércoles tras varias derrotas imprevistas el Caja Laboral se ha quitado un peso de encima. La presión que tenía el grupo tras los malos resultados y las opiniones que se han vertido en la calle últimamente hicieron que los jugadores saltaran al Buesa Arena con un grado de ansiedad mayor que el que se tiene cuando los resultados son favorables. Esa ansiedad provoca una mayor sobreactivación en el jugador y a la postre estará menos acertado de lo habitual. Cuanto mayor número de partidos consecutivos se lleve sin ganar la presión aumenta y se percibe tanto en el juego colectivo como en el rendimiento individual. El caso de Ribas es claro. Tras el duelo contra los italianos, donde cometió muchos errores por el nerviosismo de verse relegado por Singletary, seguro que psicológicamente está afectado y el cuerpo técnico tendrá que recuperarlo para la causa. Es evidente que no tuvo su día, pero la temporada es larga y tendrá tiempo de buscar su sitio. En muchos casos sucede que el nivel de juego que se da en los entrenamientos (seguro que en el caso del Caja Laboral, con pocos efectivos sanos, el rendimiento de los jugadores es mayor en los partidos) no tiene nada que ver con el que se da en competición. Unos responden mejor en los partidos y otros entrenan muy bien pero luego su rendimiento baja en la alta competición. Unos juegan muy bien en casa con el calor de su público (como Teletovic y English, cuyo rendimiento en cuanto a anotación, valoración o porcentajes de tiro es mucho mejor en casa que fuera) y otros en cambio al jugar lejos de su gente (Splitter o Eliyahu, tanto en anotación como en tiros, con mejores porcentajes, una mayor agresividad al ir al rebote ofensivo o superior valoración) mejoran notablemente sus prestaciones. La diferencia estriba en la presión a la que se ven sometidos. El partido contra el Lottomatica lo podíamos catalogar de decisivo de cara a la clasificación para el Top 16. Por una parte porque se jugaba en casa y por otra porque todavía quedan desplazamientos tan difíciles como Moscú o Tel Aviv. Esa presión a la que estaban sometidos los jugadores baskonistas se debía al miedo a perder y a intentar acallar las críticas. Cuanto más necesidad de ganar o mayores expectativas se tengan, mayor será dicha presión mental. La defensa que presentó el equipo fue mucho mejor que en anteriores ocasiones. Teniendo en cuenta que en Liga en las diez jornadas que se llevan disputadas ha encajado una media de 78 puntos, los 60 que le endosó el equipo romano los podemos dar por muy buenos. El Caja Laboral tiene sus limitaciones, pero ello no debe apartarle del camino correcto. El grado de implicación y sacrificio que transmiten es suficiente para tener fe y pensar que vendrán tiempos mejores.
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