OnLY de strong survive (sólo el fuerte sobrevive)". Éste ha sido durante toda su vida el lema de Allen Iverson. Es uno de los casi 30 mensajes que lleva tatuados en su cuerpo y lo mira a diario, ya que ha tenido que aplicárselo en numerosas ocasiones; cuando llegó al mundo fruto de la relación de una adolescente de 15 años y un padre que no quiso saber nada de él, cuando tuvo que sobrevivir en las duras calles de Hampton (Virginia), cuando se vio obligado a vivir durante meses en un apartamento sin luz eléctrica ni agua, cuando incluso antes de ser una superestrella de la NBA, en sus años de instituto, fue condenado a 15 años de cárcel por su supuesta participación en una pelea de carácter racial llevada a cabo en una bolera, castigo del que sólo se libró merced al indulto del Gobernador de Virginia tras pasar cuatro meses en un correccional... Iverson superó todas las trabas planteadas por la vida y también las del deporte profesional. Muchos dudaban de lo que su pequeño cuerpo de 1,80 y 73 kilos de peso iba a dar de sí en un mundo de gigantes, pero su aparición en la NBA fue fulgurante. Saltó todas las trampas del camino menos la última. El hecho de verse suplente ha sido demasiado para el jugador al que apodaron The Answer (La respuesta), la razón que le llevó a plantearse una retirada que hizo oficial mediante un escueto comunicado el pasado jueves.
Quienes le conocen aseguran que empezó a arrepentirse de su decisión nada más enviar la mencionada nota, que lo único que le ocurre a Iverson es que se encuentra perdido, desmotivado, y que no tardará en volver a la actividad. Uno de los que así lo creen es Larry Brown, un técnico con el que el pequeño escolta mantuvo una relación de amor-odio en su exitoso periplo en los Philadelphia 76ers, y que asegura que "aún puede dar mucho juego y los que le conocemos sabemos lo mucho que ama este deporte", al tiempo que defiende que el jugador está decepcionado por el escaso interés de las franquicias de la NBA por hacerse con sus servicios después de que abandonara los Memphis Grizzlies, su último equipo. De todas maneras, la situación podría cambiar, ya que ayer mismo cobraba cuerpo un rumor que rezaba que los propios Sixers estarían interesados en darle una nueva oportunidad.
A los 34 años, Iverson no ha sabido asimilar que ya no es la superestrella de antaño. El jugador que tumbó a Jordan con su infernal crossover en su año de novato, el MVP más bajo de la historia, el cuatro veces máximo anotador de la NBA, el hombre que trascendió lo deportivo para convertirse en el ídolo de los ghettos -su forma de vestir, basada en la cultura gangsta, impulsó a la NBA a imponer un código de vestimenta- y que vivió muchos años hermanado con la polémica -fue detenido por posesión de arma de fuego y marihuana, compuso un álbum de rap, 40 bars, en el que atacaba a mujeres, homosexuales y policías, y llegó a echar de casa a empujones a su esposa- no ha sabido asumir un rol secundario. Tras dejar Philadelphia en 2006 para recalar en Denver, su paso a Detroit el año pasado le hundió en un bache. Tras recuperarse de una lesión, Michael Curry le obligó a salir del banquillo, algo que no asimiló y que hizo que fuera cortado antes de terminar la campaña. El pasado verano le costó encontrar equipo -se rumoreó que podía fichar por Olympiacos- y finalmente acabó en Memphis, donde jugó tres partidos de suplente antes de irse "por razones familiares". El jueves anunció su retirada pero todo apunta a que volverá pronto. Sigue sin haber respuesta para Allen Iverson.
Su comunicado
"Aún amo mucho este deporte y siento que puedo competir al máximo nivel"