La viticultura es la disciplina que reúne todas las técnicas para el cuidado de la vid, ya sea para la elaboración del vino o para su consumo como uva de mesa. "En los últimos años ha predominado una tendencia más calmada en este ámbito: menor intervención en el viñedo, restricción del uso de productos fitosanitarios y herbicidas y mayor apuesta por la agricultura ecológica", señala el ingeniero técnico en industrias agroalimentarias, Alejandro Simó.

A fin de que estas técnicas eleven la calidad de la producción, el especialista recalca que debe priorizarse "el trabajo manual y la meticulosidad" en todo momento. "El inconveniente es que la viticultura resulta una labor cara y compleja, y a veces falta personal dispuesto a llevarla a cabo en el campo".

En la gestión de viñedos se emplean tecnologías como sensores, sistemas de información geográfica, GPS, drones o asistencia de satélites

Irrupción de las nuevas tecnologías

"Soy un firme defensor de la viticultura de precisión, que permite identificar las carencias del viñedo", argumenta Simó. Este término alude a la gestión de viñedos que emplea tecnologías como sensores, sistemas de información geográfica, GPS o asistencia de satélites. "Mediante sondas introducidas en el suelo del viñedo, varios softwares miden las propiedades de la tierra. También se pueden obtener fotografías aéreas generadas por drones para controlar el estado de las plantas y las hojas", añade.

"Estas aplicaciones están basadas en la ingeniería agronómica y en la ciencia. A nosotros nos facilitan mucho el trabajo", asegura. Aunque el ingeniero admite que la incorporación de estos sistemas y herramientas exige una inversión importante, "el factor económico ya no parece tan limitante como hace siete u ocho años".

Por otro lado, en los círculos enológicos se han popularizado los llamados 'vinos biodinámicos', producidos según las máximas de la agricultura biodinámica. Esta se enmarca dentro de la agricultura ecológica, y concibe la tierra, los seres humanos y los animales como un organismo complejo. Por lo tanto, una granja es percibida como un individuo capaz de generar todo lo necesario para su supervivencia sin la participación de agentes externos. Dentro de esta corriente, el calendario de los procesos productivos se ciñe a los movimientos de los astros y se utilizan preparados medicinales a partir de plantas como una forma de aditivo al compost. Los fertilizantes artificiales, los pesticidas y los herbicidas tóxicos están prohibidos.

Viticultura ecológica

La biodinámica es la viticultura respetuosa con el medio ambiente llevada al extremo. Los cultivos ecológicos resultan más habituales. En muchos casos se emplean los propios orujos resultantes del prensado como fertilizante, o se siembran las calles del viñedo con altramuz pastoreado por ovejas entre enero-marzo, enterrándose los restos a principios de primavera para contribuir a la nutrición de la vid. O bien, se siembra la cubierta vegetal, trébol y crucíferas, para segarla en primavera y dejarla como cubierta seca entre las calles. Del mismo modo, se favorece la reproducción de algunos insectos, pequeños mamíferos o aves para que controlen de manera natural las plagas.

La elaboración de estándares para certificar los productos provenientes de la producción ecológica lo inicia en Europa la Asociación de Agricultores Biodinámicos 'Demeter,' que comienza sus actividades a finales de la década del treinta y principio de los cuarenta. En la década de los ochenta países como Dinamarca, Francia y España, crean legislaciones que reconocen y protegen la Agricultura Ecológica y en 1991 la Unión Europea promulga la regulación oficial para la Agricultura Ecológica que es regularmente renovada.

Como se puede comprobar, la viticultura ecológica, tan en boga hoy en día, gana adeptos, pero, en contra de lo que se pudiera pensar, no se trata de una tendencia recién nacida si no centenaria.

La poda, base de la salud del viñedo

  • Una de las prácticas más importantes dentro de la gestión de la viticultura es la poda. Se refiere a los cortes y supresiones que se hacen en sarmientos, brazos y partes herbáceas, tales como racimos y pámpanos. A través de ella se busca dirigir el comportamiento de las cepas a la vez que se mantiene un equilibrio capaz de garantizar el rendimiento del viñedo.Cabe distinguir dos épocas de poda. La primera es la poda de invierno o poda en seco. Suele comenzar tras la caída de las hojas o, en su defecto, cuando estas han adoptado un color amarillo y se muestran inactivas. A partir de ahí, la vid entra en fase de parada vegetativa o reposo invernal y la circulación de la savia ha bajado.Es recomendable no podar con temperaturas excesivamente bajas, dado que las heladas vuelven la madera quebradiza y provoca que tarde más tiempo en cicatrizar. Esto podría derivar en la aparición de enfermedades como la yesca o eutipiosis.La segunda es la poda de primavera o poda en verde. Sirve para eliminar brotes que podrían resultar poco fértiles o que afloran en una ubicación inadecuada. Previene la sobrecarga de la parra. No obstante, este paso solo se realiza en caso de que los brotes hayan crecido demasiado.Una poda adecuada mejora el flujo de la savia, reduce el envejecimiento de la cepa mediante la regeneración de sus partes, facilita el manejo del viñedo y adapta el desarrollo de la cepa a las condiciones del medio.