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Ignatius FarrayCómico, actor, escritor

“Dar un paso atrás llevado por el miedo a ofender es una derrota, un empobrecimiento social”

Ignatius Farray acude este viernes a la capital alavesa para dejar su particular sello sobre las tablas de la sala Kubik

“Dar un paso atrás llevado por el miedo a ofender es una derrota, un empobrecimiento social”Cedida

Desde hace más de 20 años, a través del sello de la comedia, el camino creativo de Ignatius Farray ha tomado diferentes sendas. Un claro ejemplo fue la serie El fin de la comedia, proyecto que parece que Miguel Esteban, Raúl Navarro y Juan Ignacio Delgado Alemany (Ignatius) están pensando en retomar y, de hecho, ya han hecho una oferta a los Javis (Javier Ambrossi y Javier Calvo) para ver si quieren dirigir una nueva temporada. Este viernes, por de pronto, acude a la capital alavesa para encontrarse con el público desde la sala Kubik. Es espacio de la calle General Álava abrirá sus puertas a las 20.30 horas, quedando todavía alguna entrada disponible.

Hay quien puede pensar que, después de tantos años en esto, ese sello histriónico y descarado de Ignatius Farray casi ya es percibido como normal. 

–La dinámica de esto es que la gente te da una especie de privilegio para que tú te puedas comportar de cierta forma. Y uno tiene el deber de estar a la altura de ese privilegio. Así que se supone que hay que comportarse de una manera que está fuera de lo convencional y normal. Pero claro, a fuerza de empujar esos límites, también se corre el riesgo de la incomprensión. Es verdad que hay gente que no sabe muy bien cómo reaccionar ante lo que ve. Bueno, y yo soy el primero en eso también. No dejo de ser mi primer espectador. Y soy la primera persona de las presentes que está perdida. Esa sensación de que no tienes del todo el control de la situación hay que mantenerla lo más posible. 

Pero eso tiene que ser complicado. 

–Más que nada porque uno tiene miedo y puede tender a refugiarse detrás de una trinchera de seguridad. Es una lucha continua. Uno tiende a refugiarse y encontrar un entorno de seguridad. Pero cuando pasas demasiado tiempo ahí metido, te das cuenta de que la actuación pierde autenticidad. El otro día escuché que, etimológicamente, obsceno significa lo que sucede fuera del escenario, lo que no se suponía que tenía que formar parte de nuestro mundo reglamental. Cuando uno arriesga y se sale de esa zona de confort, es obsceno. Algo obsceno es algo que se supone que no tiene que formar parte de nuestro escenario vital. Ahí es donde uno gana un terreno, que, por supuesto, puede salir bien... o mal. Tanto que se habla de la ofensa en la comedia, realmente la manera de funcionar de la comedia es la contraria.

¿A qué se refiere? 

–Cuando arriesgas, te puedes caer con todo el equipo. Pero también puedes guardar un equilibrio que lleva al público a decir: menuda burrada pero nos reímos. Si eso pasa es gracias a la complicidad de todos, del público y mía. Hay momentos en los que uno puede mear fuera del tiesto y aquello quedar como una cosa que no sabemos de qué va. Pero existe la posibilidad de tener esa confianza con la gente que te permita expresarte de cierta manera que no sea estándar.

Ignatius, ¿el personaje?

Pero el personaje de Ignatius le permite hacer algo que, en realidad, en la escena estatal nadie ha podido replicar.

–Mira, has dicho la palabra personaje y, la verdad, es que yo no tengo la sensación de que lo sea. No es alguien que yo haya premeditado. Por puro nerviosismo, por histeria, por pánico de estar en el escenario, de repente reacciono de esa manera histérica. No soy así fuera del escenario. Ese momento en el que notas todas esas miradas del público sobre ti, algo se te convulsiona dentro y sale esa histeria. Soy el primero que reconoce que a veces no mido y me pongo más nervioso y agresivo. Pero bueno, con los años aprendes un poco a medir.

Ignatius Farray

¿Cómo será la actuación en Kubik? 

–Dentro de lo posible, intento mantener la incertidumbre. Me gusta que haya sensación de que no se sepa por dónde va a girar la cosa. Al final, como te decía, uno no debe pretender tenerlo todo controlado. Sí, claro, hay un texto. De hecho, yo suelo salir con los papeles directamente en la mano. Pero es un juego de entrar y salir de manera continua de ese texto. Te apoyas en él y, al mismo tiempo, vas contra él. Decía Nietzsche que el artista es el que baila encadenado. Improvisar es lanzarte con el público al abismo, también porque a mí me gusta recoger lo que la gente me dice. Eso le da a la actuación un punto de vértigo.

Los riesgos

Con la piel tan fina que se gasta últimamente, esos riesgos parecen todavía más peligrosos. 

–Sí, esa es la gracia (risas). Cuando oigo hablar sobre los límites del humor, de uno ya no puede hablar de esto o de lo otro, yo sinceramente agradezco los límites del humor. Gracias a Dios que existen los límites porque eso significa que siempre habrá una raya en la que poner el pie un poco más allá. Por supuesto que las cosas se pueden malinterpretar. Bueno, y yo puedo meter la pata, claro. Pero eso es lo que te da esa tensión necesaria, sabiendo que no hablas por hablar, sino que te la juegas un poco porque a alguien le puede sentar mal eso. Yo no quiero ser desagradable con la gente, pero dar un paso atrás llevado por el miedo a ofender es una derrota, un empobrecimiento social. En un momento dado podemos compartir esa sórdida obscenidad, podemos encontrarnos y darme cuenta de que puedo vacilar contigo de una manera que puede considerarse políticamente incorrecta. Pretender que eso no exista en las relaciones humanas es un paso atrás y una derrota de la izquierda.

¿En qué sentido? 

–La izquierda ha renunciado a eso por el movimiento de lo políticamente correcto. Por supuesto que es un movimiento legítimo y claro que hay que evitar que haya personas que se expresen de una manera desagradable con otras. Pero eso no se puede convertir en estar atados de pies y manos y pensar que hay temas de los que no se puede ni hablar. Hay una confusión muy grande porque se piensa que cuando te ríes de algo lo estás menospreciando. A lo mejor lo que estás haciendo es trascenderlo. No tenemos que renunciar a que la risa también pueda significar una complicidad, una confianza entre personas.