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'Viva!' lleva a Hegoalde, con el teatro de objetos, la historia de un feminicidio en la dictadura

El Jesús Ibáñez de Matauco recibe este jueves a La Loquace Compagnie en el Festival Internacional de Teatro

'Viva!' lleva a Hegoalde, con el teatro de objetos, la historia de un feminicidio en la dictaduraCedida

Hace 50 años, en un pequeño pueblo de Castilla, en plena dictadura franquista, Pepe mató a su esposa, María. El feminicidio sobre el que se basa Viva! no es una ficción. Es la historia real de los abuelos de Daniel Olmos. Él y Lisa Peyron, cuerpo y alma de la francesa La Loquace Compagnie, llegan este jueves a la capital alavesa. Lo hacen para sumarse a la programación de la cuadragésimo novena edición del Festival Internacional de Teatro de Vitoria, que les va a recibir sobre las tablas del Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívido Hegoalde).

La suya, eso sí, es una propuesta que se construye con el lenguaje del teatro de objetos. Es decir, todo discurre con elementos muy diversos dispuestos sobre un escritorio. Esto lleva a que el público tiene que estar cerca de ambos creadores e intérpretes para no perderse nada. Por eso se ha acotado el aforo del escenario gasteiztarra. Alguna entrada queda todavía a la venta, pero no muchas. La cita, como siempre, será a partir de las 19.30 horas.

Las violencias

"Prometemos que el público se va a reír", advierte Olmos. Es el uso del teatro de objetos, del trabajo con lápices, sacapuntas, grapadoras y demás utensilios, lo que sirve para contar una temática tan complicada y dura de una manera accesible para cualquier persona, haciéndolo entretenido y emocionante. A partir de ahí, cada persona sacará sus propias conclusiones y reflexiones. "Bueno, es para reír e igual también llorar". Así es la vida.

Un momento del montaje 'Viva!'

En la idea original de la compañía, que tiene su sede en Occitania, estaba poder hablar de la memoria colectiva e individual, de la violencia social y familiar, de un momento histórico determinado porque "en Francia hay mucha gente que no sabe que en España hubo 40 años de dictadura". De hecho, es al otro lado de los Pirineos donde el montaje está teniendo un amplio desarrollo y está atesorando no pocos premios. Eso sí, ahora se está dando la posibilidad de cruzar la frontera. Pudiera parecer curioso que aquí "haya que explicar algunas cosas" pero "en los tiempos que corren, parece más necesario que nunca". Por desgracia, así es.

El montaje, aunque sea sirviéndose también del humor como otro objeto más, habla de las violencias en diferentes planos. Es decir, sí, por supuesto, mira a ese feminicidio que durante años fue un tabú dentro de la familia de Olmos, pero también a la de una sociedad que propiciaba determinado tipo de comportamientos, que ocultaba sus consecuencias, que ejercía el poder desde la imposición y la amenaza. "Nos interesaba hablar también del impacto del contexto en la vida personal", añade Peyron.

Desde la sencillez

Para afrontar este relato, la compañía francesa se sirve "del juego de niños que nos ofrece el usar objetos", elementos que se usan para contar pero desde el cuidado "y la sencillez". No es sencillo porque, para empezar, la temática de la obra no lo es, pero lo cierto es que el grupo ha representado el montaje, por ejemplo, ante mujeres maltratadas o en institutos.

En este "trabajo de memoria a diferentes niveles" se cuenta "una gran historia que es la de la dictadura y una pequeña historia que es la de la pareja". Eso sí, la compañía remarca el papel fundamental de María. "De Pepe, en la familia, sabemos muchas cosas; pero de ella no". No es algo que sorprenda a Olmos y Peyron. "La invisibilidad de las mujeres ha sido y es algo general". Son "las grandes olvidadas" siempre. Es una de las grandes injusticias de las que habla la producción.

Dentro de la familia

El hijo de Pepe y de María, el padre de Olmos, tuvo sus reparos al conocer el proyecto escénico que se estaba empezando en torno a sus progenitores. La compañía invirtió dos años de trabajo para componer una obra que "hemos hecho teniendo mucho cuidado con la familia". Es verdad que a día de hoy, "mi padre no ha dado el paso de venir a ver la obra, pero sí ha visto vídeos" y esa vergüenza inicial se ha transformado por completo, sobre todo al ver "cómo la gente se ha emocionado tanto al ver la pieza".

Además, "nos hemos separado de la historia concreta" para tratar situaciones que son universales. "Contar este tipo de cosas ayuda también a cerrar heridas", ya sean personales y particulares o sociales y colectivas. Así lo van a poder comprobar quienes acudan este jueves al Jesús Ibáñez de Matauco.