En las clases que da en los centros cívicos de la capital alavesa. En el trabajo que desarrolla con los centros Bizan. En el camino que recorre con grupos como Baidefeis, Ipazapi, Los Criscípulos y Teatracho. Kris Zurdo no para. La directora, actriz y formadora gasteiztarra –“de Zaramaga, para más señas”– deja huella en la escena.

De sus clases de teatro en los centros cívicos han salido no todas las personas que están haciendo teatro amateur en estos momentos en Gasteiz, pero sí un altísimo porcentaje. ¿Qué les da Kris Zurdo para tanto éxito? 

–(Risas) No lo sé. Es verdad que ha pasado y pasa mucha gente por la formación que doy. Sí creo que tengo cierta habilidad, por así decirlo, para hacer que a la gente todo esto le enganche. Cuando alguien viene es porque ya tiene el gusanillo. Yo lo que intento es que vayan más allá. Sin olvidar el aprendizaje previo que yo tengo en la escena y como profesora, creo que también tiene su importancia la visión lúdica que ofrezco. En el teatro amateur hay que exigir, obviamente. Hay una serie de objetivos que se tienen que conseguir. Pero siempre sin perder de vista esa idea de que la gente tiene que venir a jugar. En realidad, lo que hacemos es desaprender para volver a jugar como cuando éramos niños.

Hay gente que acude después de terminar su jornada laboral de camarero, celadora, dependiente, mecánica... 

–Eso es de lo mejor que te pasa en los grupos de teatro amateur, que se reúne gente de todo tipo. Hay personas de edades muy distintas. Y profesiones... ni te imaginas. Lo interesante es ver que toda esa gente tan diferente hace piña, se comprende, quiere trabajar junta.

Para enseñar a personas tan distintas... 

–Lo primero es ser empática. Eso y que te guste la gente, estar con personas diferentes, más allá de que luego uno te caiga uno mejor que otro. Además, yo es que me siento muy niña. Puedo estar perfectamente con la gente de 14 años o con los de 80, que de hecho llevo también un grupo de los centros Bizan. En realidad, luego te vas dando cuenta de que todos somos bastante parecidos. Nos podemos reír de lo mismo. Por lo menos en el teatro, no hay que tratar a unos diferente que a otros. Al final, lo que haces es proponer una serie de juegos con sus emociones, sus cuerpos, sus voces... y el de 14 y el de 75 te pueden responder igual.

"Estar trabajando con la sensibilidad de la gente me parece un privilegio. El escenario impone, pero pone"

Ahora está en el centro cívico Iparralde, ¿verdad? 

–Eso es, allí doy la iniciación. También teatro en familia, que es algo que está muy bien y te permite trabajar con niños y niñas y personas adultas. Además de eso, estoy con los centros Bizan y, ahora con cuatro grupos de teatro amateur (Baidefeis, Ipazapi, Los Criscípulos y Teatracho), aunque también he estado con otros.

Ahora que menciona a los grupos, no es nada fácil seguir el ritmo de estas formaciones. Al fin y al cabo, sus componentes terminan renunciado a horas libres, fines de semana... 

–Eso es lo más delicado, donde suelen surgir más problemas. Estar en un grupo de teatro amateur significa adquirir un compromiso. Pero claro, cada persona tiene sus obligaciones laborales, sus relaciones familiares y de amistad... Además, cuando se acerca un estreno siempre terminas metiendo más horas. Hay una exigencia, pero tampoco te puedes pasar. No tienes que apretar en exceso.

Cuando se habla de teatro amateur, muchas veces parece que se hace en tono peyorativo, ¿no cree? 

–La gente que va a ver teatro amateur se sorprende mucho. Por ejemplo, en Auzo Eszena, que cobras cinco euros la entrada, puede que haya alguien que diga: pero si es amateur. Pero cuando ven las obras, aunque no digo que pase siempre, muchas personas vienen y te dicen que lo que haces tiene la misma calidad, que no los mismos medios, que algo que han podido ver en el Principal. Los medios técnicos y humanos, y el poder estar con actores y actrices que puedan trabajar todos los días, obviamente marca un nivel. Desde luego, en nuestro campo, el objetivo es crear cosas bien hechas, con todo lo que eso significa. 

Kris Zurdo en el Casco Viejo gasteiztarra

Kris Zurdo en el Casco Viejo gasteiztarra Jorge Muñoz

Suele dominar en la escena amateur la comedia. 

–No siempre. A veces, en los grupos se piensa que la comedia es lo que la gente quiere ver. Pero poco a poco te vas dando cuenta de que no es así. Con Los Criscípulos, la primera obra que hicieron tenía que ver con los jóvenes y el suicidio. La siguiente giraba en torno a la tortura. Y ambas funcionaron muy bien. El público no solo quiere ver comedia. Además, a la hora de interpretar, se disfruta mucho haciendo drama. Incluso ensayando te puedes reír mucho haciendo drama (risas).

No siempre se actúa en sitios del todo adecuados para la escena. 

–Te puedes adaptar a todo. Mira, con Teatracho hace no mucho pensamos que como Pacto se desarrolla en un bar, la podíamos llevar a un local así. La hicimos en Le Coup y funcionó muy bien. El público estaba encantado, de hecho. De todas formas, a mí me ha pasado más como actriz lo de enfrentarme a lugares de todo tipo. Como vives de esto, si te dicen que hay que ir a actuar a un almacén de patatas, pues ahí que vas. Con todo, mover a un grupo de teatro amateur no es sencillo. Por eso debería haber una especie de Auzo Eszena a mayor escala.

"Debería haber una especie de Auzo Eszena a mayor escala para generar un circuito por el que tú puedas ir a distintos sitios y también puedan venir aquí grupos de otros lugares"

¿A qué se refiere? 

–A generar un circuito por el que tú puedas ir a distintos sitios y también puedan venir aquí grupos de otros lugares. Eso se podría hacer ayudando con los gastos, es decir, que puedas disponer del teatro y de un técnico, más allá de que el dinero que se saque de taquilla sea para el grupo. Por eso decía lo de extender el modelo de Auzo Eszena. 

Álava es un territorio donde hay muchos grupos de teatro amateur, está el festival de Dulantzi, existe Auzo Eszena... ¿Estamos bien o no tanto? 

–Todo se puede mejorar siempre, pero creo que estamos bien. Sí que hay cosas que a mí me faltan. Por ejemplo, yo llevaría el teatro a los colegios e institutos. Pero me refiero como asignatura obligatoria. No me refiero a dar formación para que el día de mañana te subas a un escenario, que también, sino como trabajo en todo lo que supone la escena. Estoy hablando de empatía, de conocerse, de poder estar juntos distintos tipos de personas, de enseñar a sacar cosas, emociones, pensamientos que normalmente se esconden. La enseñanza de teatro en los centros escolares debería ser algo básico, esencial.

¿Dónde empezó Kris Zurdo su educación en la escena? 

–Comencé en el Taller de Artes Escénicas (TAE), aunque también me seguí formando haciendo cursos en otros lugares. Hice un par de montajes con Porpol y luego me lancé a hacer teatro amateur con La Patro. Ahí hicimos de todo y en todos los lados. A partir de ahí, me llamó el hacer algún curso de metodología didáctica, de dirección y me empezó a entrar el gusanillo de formar a otras personas. Me parece apasionante y un privilegio transmitir o facilitar ese acceso al teatro. Hacer esto, como te decía antes, es desaprender, es quitarte esa máscara que te has puesto desde que empiezas en el mundo, una máscara de persona o seria o tímida o... Si eres capaz de despojarte de esa máscara y abrirte, te puedes vestir con lo que quieras. Hay cosas interesantísimas en este sentido. Por ejemplo, descubrirte la voz. Ese es un tema apasionante. O aprender a respirar. Con todo, para mí lo más importante es saber conectar con el presente.

"Estar en un grupo de teatro amateur significa adquirir un compromiso. Pero claro, cada persona tiene sus obligaciones laborales, sus relaciones familiares y de amistad…"

¿En qué sentido? 

–Cuando la gente viene a los cursos, una de las cuestiones fundamentales que le intento hacer ver es que tiene que conectar con el presente absoluto. Si estás pensando en lo que va a venir luego, desastre. Hay que estar en lo que se está. No te puedes perder el presente. Y esto vale también para la vida. También tienes que saber trabajar con los demás y perder el ego. Incluso aunque estés haciendo un monólogo, siempre estás trabajando con alguien más. Eres tú con lo que te está dando el público, con lo que está dando la iluminación, con... Hay que quitarse los egos y ser generoso con los demás.

Por cierto, dentro de Kris Zurdo, ¿cómo se llevan la actriz, la directora y la formadora? 

–(Risas) Básicamente la directora y la profesora son la misma. Su trabajo es más o menos parecido, me refiero. Hay diferencias, claro. Por ejemplo, cuando vas a dar la iniciación, lo que procuras, sobre todo, es que la gente se suelte y se quite el sentido del ridículo, se olvide de las vergüenzas. Bueno, también al que tiene demasiadas pocas vergüenzas hay que bajarle un poco (risas).

¿Y cómo espectadora?

–Como estoy todos los días metida en esto, cuando tengo libre, que suele ser los sábados, suelo desconectar. El teatro, por así decirlo, más tipicazo es el que menos tiende a atraerme, eso es así. Además, a mí es que me gusta más hacer y enseñar a hacer teatro.

Ahora que menciona esto, está inmersa en una rutina con varios grupos y formaciones a la vez, que tiene que ser en ocasiones un tanto esquizofrénico, ¿no? 

–Eso me dice mucha gente (risas). Pero no, no me lío. Es mi trabajo y cada día sabes con quién estás y qué toca. Es verdad, eso sí, que alguna vez he tenido alguna pesadilla con esto (risas). Pero la experiencia es un grado y, al final, esto es como cualquier otro trabajo en este sentido.

Kris Zurdo en el Casco Viejo gasteiztarra Jorge Muñoz

¿Cómo es el público de Álava? 

–Hay, en general, bastante buena predisposición a acudir a ver a grupos de teatro amateur. También a profesionales, no me entiendas mal. Pero es verdad que las obras que se hacen en Auzo Eszena casi siempre están llenas, por ejemplo. El público, si le das algo que está bien hecho, no te permite que después no estés a la altura. De hecho, yo no permito que se suba al escenario si no se está a un nivel. Hay que tener un respeto por el público. 

Un grupo de teatro amateur significa que quien actúa, también carga la furgoneta, descarga, monta, hace vestuario, escenografía... 

–Haces de todo. Pero es más, empiezas con el trabajo que ya solo supone hacer la asociación, con el papeleo consiguiente, buscar un local para ensayar...

A cada uno el teatro le dará sus satisfacciones personales para seguir. ¿A usted? 

–A mí el teatro me da que mi trabajo sea algo tan divertido, gratificante y emocionante como lo es. Estar trabajando con la sensibilidad de la gente me parece un privilegio. El escenario impone, pero pone. 

Si alguien joven que está empezando a formarse le pide un consejo... 

–Siempre, pero sobre todo si hay un objetivo profesional, la cuestión es formarse. Hay que prepararse bien. Eso es fundamental.

Lo preguntaba también porque con lo precario laboralmente que es esto, igual el consejo era no dedicarse a ello. 

–No, no. Hay que seguir las pasiones. Luego vete a saber en qué acabas. l