En esta película del oeste, los indios, los que son colonizados, se asemejan “a nuestros padres y madres”, a aquellas generaciones que vivieron el fin de la dictadura con la música de los cantautores vascos como referencia. Los vaqueros, los que conquistan, son los jóvenes de los 80 y principios de los 90 que se movían al ritmo de los grupos que, queriendo o no, estaban bajo la etiqueta del rock radikal vasco.

La referencia a los western no es baladí. Es el recurso que Olatz Gorrotxategi utiliza para dar forma a Mierda de ciudad, una obra que se sirve del rock radikal vasco para lanzar una mirada a la Euskal Herria de esos años, pero jugando con los filmes del oeste como analogía. Así lo van a poder comprobar quienes este viernes acudan al Félix Petite a partir de las 19.30 horas.

Eso sí, quienes quieran acudir al escenario del centro cívico Ibaiondo deben darse prisa, porque el montaje está cerca de colgar el cartel de completo en la puerta. “Es la primera representación en Araba y qué mejor que en esta ciudad”, sonríe Gorrotxategi, ya que en su propuesta hay un espacio especial para la música de Cicatriz y La Polla, entre otras bandas.

Escena de 'Mierda de ciudad' Redacción DNA

Varios lenguajes

Teatro, música, vídeo, manipulación de figuritas –se utilizan hasta 600 muñecos–... el montaje se sirve de diferentes caminos para seguir la misma senda. Además, hay varios recursos, tanto visuales como sonoros, que se generan en directo, que están en manos de artistas, convertidos también en actores y actrices, como pasa con Indi Costa, Alberto de la Hoz y Joseba B. Lenoir.

Es la música de aquellos años, en ese juego con las películas del oeste, la que sirve a Gorrotxategi para ir más allá de los sonidos, de la aparición de los gaztetxes, de las radios libres... y dibujar el panorama de una juventud vasca marcada por las sucesivas crisis, la lucha contra el servicio militar y las primeras reivindicaciones medioambientales, entre otras cuestiones.

“Esta es una obra que habla del paso del tiempo y de dónde estamos ahora quienes vivimos aquellos años; pero, sobre todo, habla de la gente joven de hoy, de quienes están rompiendo nuestros moldes”. De hecho, Gorrotxategi reivindica el espacio y el empuje de las nuevas generaciones. “Tenemos que escuchar a los jóvenes” desde la esperanza y el aprendizaje, según dice.

Claro que el montaje, más que mirar de manera directa al hoy, echa la vista atrás, hace un “viaje en el tiempo” con un público que, en muchos casos, también vivió aquellos años. “Cuando sales de las representaciones, hay gente que te viene a hablar con nostalgia” de un pasado que marca el hoy pero en el que es bueno no quedarse anclado.

Por de pronto, Mierda de ciudad, en la que también intervienen Marta Álvarez del Valle y Aritza Rodríguez, llega este viernes al Félix Petite, dentro del cartel invernal de la Red de Teatros.