Resumir en pocas palabras su trayectoria profesional es un reto imposible de afrontar. Lo cierto es que Nieves Concostrina se ha convertido por derecho propio en una referencia para el periodismo y la historia, gracias a un estilo en el que rigurosidad, sencillez y humor van de la mano. A pesar de su apretada agenda, este viernes, de la mano de Fundación Vital y del Colegio Vasco de Periodistas, regresa a la capital alavesa para compartir una charla que se producirá a partir de las 19.00 horas en Vital Fundazioa Kulturunea (Dendaraba).

Si algo sigue demostrando el ser humano es que los años y los siglos pasan, pero evolucionar, lo que se dice evolucionar...

–Biológicamente sí, pero mentalmente no mucho (risas). Yo no soy historiadora. Soy una periodista muy interesada en la historia y en leer lo que ha ocurrido. Ahí veo que, de manera constante, se repite lo mismo. Ahora, por ejemplo, estoy preparando una cosa de Cuba de mediados del siglo XIX en torno a una matanza de estudiantes y digo: ¡si esto parecen los de Vox que han estado en Ferraz! (risas). Las frases sobre que hay que aprender del pasado quedan muy bonitas, pero son falsas.

En la educación reglada cada vez tienen menos presencia las enseñanzas relacionadas con la cultura y la historia. ¿Algo premeditado o son los tiempos y ya está?

–No puedo responder a eso porque no tengo los elementos suficientes. Pero sí sé que hoy hay una formación en Historia que, en general, es muy deficiente. Supongo que habrá como en todo, profesores que se desgañitan enseñando y otros que siempre hacen lo posible para entretenerse con la Prehistoria para no llegar, por ejemplo, a la Segunda República o la Guerra Civil. De hecho, creo que se debería empezar a enseñar Historia de adelante hacia atrás porque sabemos mucho del Paleolítico, pero a lo mejor sería interesante ver qué ocurrió en el siglo XX.

Una Nieves Concostrina de dentro de 100 años, ¿cómo haría la crónica del hoy, de estas manifestaciones a las puertas de la sede de un partido antes de elegir a un presidente del Gobierno?

–Los futuribles me gustan poco, la verdad (risas). Pero supongo que esto le parecería una cosa casposa y, evidentemente, producto de una Transición mal hecha y rematada. No hay más que ver que al dictador, al canalla del dictador, a ese asesino, se le ha sacado en 2020 de su monumento. Es la explicación de que ahí estén sus cachorros con los rosarios. Lo lamentable es que este país no haya separado la Iglesia del Estado. Es el gran pecado. Pero bueno, como la Transición la apañaron los franquistas, pues ahora se pagan las consecuencias.

Se dice que la Historia la escriben los ganadores.

–Sí, hasta ahora la han escrito los ganadores, pero también porque había poca información. Ahora no puede ser así porque tenemos suficientes herramientas para estar informados y divulgar. En España, con Franco la Historia solo la podían escribir los ganadores. Pero ahora la Historia la escribe todo el mundo. No estamos silenciados, ya no estamos en una dictadura como los fascistas pretenden hacer creer o quiere hacer creer el PP. Esto no es una dictadura y el más claro ejemplo es que se manifiestan. En la dictadura te manifestabas y al día siguiente Billy El Niño te pegaba una paliza en la Puerta del Sol y te dejaba muerto. Eso es una dictadura.

Aún así, aunque se esté en otro momento, es de suponer que llevar a cabo proyectos como, en su caso, fue ‘Pioneras’ todavía no tiene que ser fácil.

–Pioneras estuvo muy bien. Era un proyecto muy bonito que tenía previsto varios capítulos. Pero el extremismo de Movistar llevó a hacer cuatro capítulos por compromiso y ya está. A Movistar aquello le parecía demasiado feminista. Yo no era la directora pero los responsables de Movistar metieron el boli rojo al más puro estilo de la dictadura franquista. ¿Cuál es la diferencia? Que yo te lo puedo contar y tú lo puedes publicar porque esto no es una dictadura. La idea era hacer ocho capítulos para luego continuar con más. Pero alguien pensó que qué era eso de rescatar mujeres que han caído en el olvido, que igual era mejor que siguiesen en el olvido.

Sigue habiendo muchas mujeres en esa zona de oscuridad, también en la cultura. ¿Se podrá de verdad recuperarlas?

–Creo que sí. Es evidente que todavía hay muchas tapadas, pero hay mucha gente en marcha para sacarlas a la luz. Te pongo un ejemplo de ahora mismo. A raíz del fallecimiento hace unos días de Nela Souto, la primera velocista española, te enteras, como se ha publicado en un artículo en el As, que la Sección Femenina de Falange prohibió en 1942 el atletismo para la mujer porque lo consideraba masculinizante. Y así fue hasta que España, en 1962, organizó los Juegos Iberoamericanos y fue el único país que no presentó mujeres, quedando en evidencia. Se irá poco a poco, pero hay muchas personas trabajando en visibilizar a las mujeres. No nos pueden echar para atrás. Por eso hay que defender el progresismo y la democracia con uñas y dientes. Sin violencia pero con contundencia.

Por cierto, ¿en qué momento la periodista vio que en la Historia había un camino para ejercer su profesión?

–Estoy interesada en la Historia como persona y también como periodista, porque los periodistas tenemos que saber Historia. La guerra de Ucrania no aparece como si fuera una seta. La invasión por parte de Israel de Gaza no es algo que surge ahora sin más, ni viene de mediados del siglo pasado, es algo que viene de finales del XIX. Tienes que tener una idea de estas cosas o, por lo menos, recursos para ir a buscar el origen. Si no, ¿qué información transmites? Llevo en mi oficio 42 años y según he ido avanzando en él, la Historia siempre me ha completado muy bien lo que hacía, me ha ayudado a situarme en muchas cosas. Luego, por una serie de circunstancias de la vida, acabé hablando de Historia en la radio, pero eso no estaba planeado.

¿Cómo se toman los historiadores a Nieves Concostrina?

–Hay de todo, como en botica. Los que se enfadan, pues que se tomen una tila. Tengo grandísimos amigos historiadores y, de hecho, me llaman de las universidades para hablar. Al que no le guste, pues que no me escuche (risas). Lo que me desconcierta es la razón por la que alguno se indigna tanto. Bueno, y me divierte, la verdad.

Pero con la piel tan fina con la que muchos andan hoy, ¿no ha intentado alguien denunciarle?

–No, no pueden. ¿Me van a denunciar por contar que miles de personas murieron en la carretera Málaga-Almería bombardeados por los fascistas? ¿Me van a denunciar porque diga que dios no existe? Y lo que yo digo en redes, aunque sea muy bestia, lo digo en una cuenta con candado. No obligo a nadie a que me siga. Mira lo que le ha sucedido a Maruja Torres con su cuenta. Entiendo que tengo un lenguaje determinado porque creo que estamos en un momento en el que hay que ser contundente. Respeto mucho a todo el mundo. No voy pegándole a nadie. Soy atea pero si veo pasar una procesión, no la apedreo. Eso sí, lo que quiero es mi derecho a decir que dios no existe. Pero es verdad que la gente se asusta de más. Hay tanta gente tan arrugada que es donde los otros dan el paso adelante y sucede lo que está pasando. Hay quien no quiere decir ciertas cosas por si terceros se lo toman a mal. Pues que se lo tomen.