Camino de cumplir 25 años como grupo, The National estuvo a punto de disolverse. El grupo vivió, a través de su cantante y líder, Matt Berninger, una crisis creativa que acabó en depresión. Fue la lectura de la obra mítica de Mary Shelley la que desatascó el laberinto y desembocó en The First Two Pages of Frankenstein (4AD), disco de renacimiento, elegante, adulto y de belleza serena que cuenta como atractivo comercial con colaboraciones de Taylor Swift, Phoebe Bridgers y Sufjan Stevens.

Portada del nuevo álbum.

The National, quinteto de Ohio con sede en Brooklyn, está formado por dos pares de hermanos: Bryce Dessner (guitarras) y Aaron Dessner (bajo, guitarras), y Scott Devendorf (bajo, guitarras) y Bryan Devendorf (batería), a quienes lidera Berninger. Situado en ese espacio difuso entre la avanzadilla indie y el mercado comercial que dominaron REM o U2, nunca han llegado a sus cotas de ventas con su repertorio épico, melancólico, elegante y abierto recientemente a la electrónica, pero sí logrado el aplauso de la crítica, ganado un Grammy y liderado festivales para los fans de los sonidos alternativos.

Autores de un álbum titulado Canciones tristes para amantes sucios, The National regresan con un 9º disco de producción propia grabado en Long Pond Studios, en el Estado de Nueva York y que tiene como reclamo nuevas colaboraciones tras las recientes de Sharon Van Etten o Kate Stables. En este caso, sus 11 canciones nuevas incorporan a amigos y colaboradores como Taylor Swift; Aaron ya le había producido y la banda tocó con la diva en su disco del cambio, Evermore.

The First Two Pages of Frankenstein marca el regreso de un grupo que estuvo a punto de disolverse debido a la crisis creativa y depresión de su líder. No se sabe cuál llegó antes, pero es un hecho que Mary Shelley, autora de Frankenstein, esa historia gótica y poética entre la ciencia ficción y el terror, sirvió como acicate para el álbum. Le dio vida a Berminger, como el científico del libro al monstruo citado en el título del disco. “Cuando me siento atascado, a veces tomo un libro solo para tener palabras en la cabeza, y las dos primeras páginas de Frankenstein terminaron desencadenando la primera de las canciones. Una vez que comencé a enfrentar ese pánico extraño y borroso de no tener ideas, todo comenzó a resquebrajarse un poco”, explica el letrista.

A la deriva

“Te alegrarás de saber que ningún percance ha acompañado el comienzo de la empresa que tú contemplabas con tan malos presagios”. Así se inicia el libro, con su narrador en un viaje cerca del Círculo Polar Ártico. “Esa imagen de estar a la deriva me ayudó a escribir sobre sentirme desconectado, perdido y sin propósito”, aclara Berminger. La bestia a la que ya habían cantado antes y que le agarró con sus garras, huyó tras escribir la primera canción, Your Mind Is Not Your Friend, que se vivió como “un punto de inflexión.

The Two First… gira alrededor del paso del tiempo, la madurez, las relaciones rotas, el exceso de información, la incomunicación, las crisis creativas e, incluso, las mentales. Como ya había confesado anteriormente Berminger, “los problemas siempre me encuentran”. Con su prosa depurada y poética, y su voz cool y de barítono, expresiva y elegante al modo de un Bryan Ferry indie, The National firman otro disco notable, continuista y sin piruetas estilísticas en ese camino bien asentado y personal en el que cuesta encontrar bache alguno. Ni siquiera el relumbrón de sus colaboradores hace perder el foco. Ellos –y su ingenio– son los importantes.

Este notable disco pivota sobre Your Mind Is Not Your Friend, precioso dueto con Swift en forma de balada y lamento con violines en el que se oye “tu imaginación es un lugar horrible/¿no lo entiendes?/tu mente no es tu amiga, te coge de la mano y no te deja en ninguna parte/eres como un niño, vas a flipar”. Y no menos importante es Eucalyptus, medio tiempo tenso y contundente que trata del reparto de objetos –y recuerdos– entre una pareja que se separa, con guiños a Cowboy Junkies y Afghan Whigs. “En el disco hay muchos pasajes que miran al abismo”, según el cantante.

Y muestran otro guiño devoto y nostálgico en New Order T-Shirt con su preciosista guitarra acústica, que abre la puerta a un medio tiempo sobresaliente. “Guardo todo lo que puedo de ti”, le canta a ella, vestida con una vieja camiseta del grupo heredero de Joy Division. El resto del repertorio está repleto de excelsas baladas confesionales de arreglos atmosféricos y con cuerdas como This Isn’t Helping y Once Upon A Poolside, donde cita a su depresión al cantar “no hagas esto más difícil, todo el mundo está esperando”, y guiños a su reciente gusto por la electrónica en Tropic Morning News y Alien.

Y mientras los invitados –a Stevens apenas se le oye, Swift lo borda en el dueto de The Alcott y Bridgers emociona en Your Mind...– se muestran discretos, The National mantienen el tipo en la casi recitada Ice Machines y una Grease in Your Hair conducida por la batería, antes de decir agur con Send for Me, gran balada dedicada a la hija de Berminger. Y el viaje, repleto de angustia y confesiones a corazón abierto, se torna esperanzado cuando el padre canta: “si alguna vez estás sentada en el aeropuerto y no quieres irte, ni siquiera sabes para qué estás allí, mándame llamar/manda a buscarme cuando y donde sea, que iré a buscarte”.