Acaban de regresar de actuar de nuevo en tierras suizas y alemanas, y antes de afrontar un verano con muchas fechas a la espera de ser confirmadas, Zea Mays quiere cerrar en Jimmy Jazz los conciertos en sala con su último álbum, Adore kemena kuraia, que agrupa tres EP publicados en 2021 y 2022.
Antes de nada, fueron de los invitados por los alaveses Hertzainak para sus conciertos de despedida.
–Fue chulo tomar parte en aquello. Hertzainak nos llegaron a todos en algún momento y estar allí fue curioso, bonito.
Acaban de regresar de tierras suizas y alemanas. ¿Qué tal de nuevo por allí?
–Pues en Zofingen no habíamos estado nunca y se juntó bastante gente. Muy bien tanto allí como en Zúrich. Pero lo de Berlín fue exagerado. Fue la tercera vez allí y pagaron su entrada 275 personas. Fue un subidón. Había mucha gente de allí que nos ha conocido por Spotify y que había ido a vernos de manera expresa. Fue una pasada.
Están en pleno cierre de la gira de presentación por salas de ‘Adore kemena kuraia’ y en todos los conciertos están colgado el cartel de ‘completo’, además con bastante tiempo de antelación.
–Es una experiencia nueva para nosotros. Después de 26 años, ya era hora (risas). Acudes a los conciertos sabiendo que va a haber ambiente y por todo lo alto. Sabes que la gente no solo paga para verte, sino que además se ha tomado su tiempo para asegurarse que va a estar en tu actuación. Eso es una gozada. Hemos estado este fin de semana en Donostia y ha sido brutal. Bajas del escenario viendo tanto disfrute y tantas sonrisas que es una gozada.
Tras la pandemia y con esta respuesta tan masiva del público, ¿recuperando sensaciones tras todo lo vivido?
–Sabes lo que pasa, que creo que hemos currado muchísimo en los últimos años. Ahora lo que estamos haciendo es recoger lo sembrado. Y hay que saber también tomarte tu tiempo para recogerlo con alegría y disfrutar de ello. Muchas veces vamos tan rápido en todo que se nos olvida hasta disfrutar. Nosotros hemos echado el freno y estamos viviendo el momento, gozándolo.
Es su último disco, en realidad, un puzle de diferentes piezas.
–Por eso nosotros decimos que es un menú degustación. Todo vino porque salió Atera en 2019, pudimos hacer seis bolos y todo se paró por la pandemia. Aunque hicimos conciertos como los que se podía hacer en aquellos momentos, también nos pusimos a trabajar en temas nuevos. En vez de esperar a tener todo el material para sacar un disco, fuimos grabando y sacando poco a poco en digital. En principio, íbamos a publicar todo en un disco de ocho temas en diciembre de 2021, pero no pudo ser. Así que esperamos a 2022 y sumamos dos cortes más.
Todo ello con cinco productores diferentes.
–Eso es: Ricky Falkner, Santi García, Dave M. Allen, Paco Loco y Aritz Aranburu. Ha sido toda una experiencia que nos ha servido también para darnos cuenta que podemos ir a estudios y con técnicos que no conocemos de manera previa.
¿Pero se corre el peligro de que salga tan variado que pierda unidad?
–No, no, porque somos nosotros cuatro en todos los temas. Un productor puede cambiar muchas cosas pero seguimos siendo Zea Mays. Un productor, por lo menos por lo general, no va a cambiar tu esencia. Lo que hace es darle su toque a tu música. Son sumas a lo que haces, pero la base somos nosotros.
Ahora que el mercado ha cambiado tanto que ya casi no se hacen discos. ¿Este es el camino a seguir en su caso?
–No sé qué será lo siguiente. Hay cosas que nos las irá diciendo el mercado. En Euskal Herria sacamos discos como tenemos Durangoko Azoka, donde todavía hay una venta real e importante de álbumes. Pero es verdad que fuera de ese momento, el escenario es distinto. Solo hay que ver los números de las discográficas más tochas de toda la vida. Pasa lo mismo con el vinilo. Todo el mundo dice que vuelve, pero en realidad no es para tanto. Es algo más de coleccionista, de románticos, de los que hemos vivido eso y lo mantienes. Pero no tengo ni idea de qué vamos a hacer para el siguiente. Lo cierto es que ahora hemos explorado un camino y nos ha ido bien. El sistema de funcionamiento de lo digital es así. Es lo que hay y te tienes que adaptar.
También se ha adaptado todo el mundo durante estos tres años a hacer conciertos de mil maneras diferentes. ¿Tuvo que ser complicado actuar frente a gente sentada, separada y con mascarilla?
–Al principio, sí, pero te terminabas acostumbrando. Es claro que los conciertos fueron diferentes. Es como cuando tienes una sala llena o está a la mitad o hay cuatro. Sales y te sientes distinta en los tres casos, pero luego haces el bolo y te da igual. Te tienes que hacer a lo que hay.
2023 será tocar, tocar, tocar...
–Todo lo que se pueda. Ahora terminamos en Gasteiz la gira de presentación por salas y luego la agenda de verano. Pero ya estamos también preparando otoño, que siempre hay que estar trabajando con adelanto en estas cosas.