“Me parece una película muy bonita que en el momento en el que estoy me apetecía mucho. Es cierto que cuando me la propuso Ibon Cormenzano me revolvió un poco, por mi experiencia con el cáncer, pero no me lo pensé mucho. Cuando leí el guion, enseguida dije que sí. Me apetecía hacer una película así, como de buen rollo, aunque no es buenista, como esta”, confesó el actor Dani Rovira en un momento del descanso del rodaje de la película El bus de la vida, que llegó ayer a Bilbao. Dirigida por Ibon Cormenzana (La cima, Culpa), en esta feel-good movie (amable, reconfortante) Dani Rovira interpreta a Andrés, un profesor de música que se traslada a Orduña sin conseguir su gran sueño de ser músico. Pero su vida cambia drásticamente cuando le diagnostican cáncer. El protagonista tendrá que desplazarse en un autobús que traslada gratis a varios pacientes hasta el hospital de Basurto para recibir tratamiento.
Susana Abaitua acompaña a Rovira como protagonista del filme, que también cuenta en su reparto con Elena Irureta, Antonio Durán Morris, Nagore Aranburu y Andrés Gertrúdix, la colaboración especial de Roberto Álamo y con canciones originales de Manuela Vellés. La película cuenta, además, con canciones de artistas conocidos como Kase O, Los Chikos del Maíz, Fito y Fitipaldis, Chill Mafia o Rigoberta Bandini, entre otros.
Tras rodarse durante varias semanas en Orduña, el rodaje se ha trasladado al IED Kunsthal Bilbao, convertido por unos días en una importante casa discográfica. “Hay bastante de Dani Rovira en Andrés, pero no me he querido erigir en ejemplo, yo no lo sé todo de esta enfermedad, pero desde mi perspectiva, desde mi experiencia he podido aportar cositas a Ibon, a secuencias, de lo que viví yo. En este proyecto, como en todos, hay siempre un poco del actor, pero en este especialmente hay un compromiso”.
La película tiene un carácter especial para el propio Dani Rovira, que superó un cáncer en 2020. El actor y cómico fue diagnosticado en marzo de aquel año con un linfoma de Hodgkin. Seis meses después, anunciaba que estaba curado.
Rovira confesó que no le resulta fácil ni difícil hablar del cáncer. “Lo naturalizo porque forma parte de nuestras vidas, al fin y al cabo, rara es la persona que no ha tenido algún familiar cercano o lo ha sufrido. Por eso me gusta tratarlo con naturalidad, no me incomoda hablar de ello, siempre que no se use como herramienta de morbo o comercial. Fue una cosa que me pasó, como le puede pasar a mucha gente. Se habla, se comparte, creo que esto también alivia, no hay que frivolizar, pero hablar de ello ayuda a quitar un poco de peso en el día a día”.
El proyecto de El bus de la vida nació cuando hace tres años Ibon Cormenzana viajó a ver a unos familiares. “Uno de ellos me dijo que le habían detectado un cáncer en un oído. Lejos de ser un tema incómodo, empezó a explicarme cómo era su rutina desde entonces. Me habló de que viajaban al hospital en un autobús gratuito compartido con otros pacientes, que iba de Tudela a Pamplona, y que a este espacio de luz, risas y complicidad se le conoce como El Bus de la Vida. Mi familiar había entablado amistad con varios pasajeros y este hecho de compartir un mismo espacio y bastante tiempo conjunto facilitó que pudieran reírse entre ellos de sus desgracias, y a su vez compartir situaciones incómodas. Algo que quizá era impensable en sus casas y con sus amigos. Allí mismo, mientras le escuchaba, pensé: Esto merece una película”, explicó el director.
Pero insistió, no es un drama. “Se mezclan momentos emocionales con comedia, música....”.
“Es lo que me mola de las pelis, que haya mucho género unido porque al final la vida es eso, en 24 horas una persona puede vivir su vida como si fuera una película de terror, luego musical si se va a un concierto y luego una comedia romántica porque le pasa algo muy divertido con la chica o chico que le gusta. Eso es así –remata Rovira– El bus de la vida es una peli de superación, pero también hay humor, drama... Me gusta que un director, una directora o un guionista se plantee una historia tal cual, sin pensar va a hacer una película género. Hay que hacerla y luego que el público y la crítica la ponga dentro de un hashtag o lo que sea. Pero ésta es muy libre, a Ibon Cormenzana no le da miedo pegar volantazos de una secuencia a otra”.
Música y humor
El actor incluso canta en El bus de la vida. “No solo yo, si no, también parte del reparto, que se lo ha tenido que currar. Hemos grabado un tema en un estudio, como hacen los profesionales y oye, ni tan mal. Uno tocando la guitarra, otro el bajo...”. Rovira está convencido de que “el humor sirve de terapia, pero para todo en la vida; es el lubricante; que tendríamos que tener todos en el bolsillo para que depende de qué situaciones sacar esa opción. Más allá de mi profesión, el humor es mi escudo y mi espada en la vida. Tomarse las cosas con humor al final es una victoria”.
El actor malagueño vuelve a rodar en Euskadi tras Ocho apellidos vascos. “¿Si estoy teniendo anécdotas en Bilbao y en Orduña? No más de las que he acumulado en estos últimos ocho años, pero es verdad que en Orduña, en un pueblo pequeñito donde el rodaje es una novedad, la gente me para y además de pedirme la foto, me cuentan que vieron Ocho apellidos y que le pareció buenísima... Pero sí, aquí en el País vasco me sienten como algo más propio, a pesar de ser andaluz. Después de ocho años, que la gente te tenga tan presente es muy bonito”.
Durante los próximos días, se rodarán escenas en el Kafe Antzokia y en el hospital de Basurto, destino que tienen los ocupantes del autobús de la vida. Todavía no hay fecha concreta del estreno, pero Cormenzana ha anunciado que será en 2024.