La actriz portugaluja Itziar Lazkano está viviendo una semana intensa como pocas. A sus 65 años, 43 de ellos dedicados a la interpretación en teatro, cine y televisión, acaba de vivir una experiencia de la que pueden presumir muy pocas personas del séptimo arte, no ya vasco sino estatal: pisar la alfombra roja de la Berlinale, como parte del elenco actoral de una película en su Sección Oficial, siendo esta una opera prima. Se trata de 20.000 especies de abejas de la laudioarra Estibaliz Urresola, que tuvo su estreno mundial el pasado miércoles, cosechando una ovación de diez minutos por parte del público y unas primeras críticas de la prensa especializada bastante prometedoras. Sí se lleva o no el ansiado Oso de Oro, no se sabrá hasta la entrega de premios de esta noche, y con Lazkano ya de regreso a Euskadi, pues el disfrute de lo que considera “un regalo” le ha pillado en plena semana de estreno de otra obra, esta vez teatral, de suma importancia para ella, La lucha por la vida, de Pío Baroja, dirigida por su gran amigo Ramón Barea.

Doce años desde que recibió la Txapela de Honor de Begibistan en Amurrio, decenas de obras de teatro, cine y televisión, ahora Berlinale… lo suyo es un no parar.

–¿Doce años ya?, no me digas eso. ¡Madre mía cómo corre el tiempo!… así que me ha tocado hacer de abuela en 20.000 especies de abejas, claro, claro… pero es que tengo 65 años, y que conste que muy contenta. Me siento una privilegiada de seguir montada en este tren de la interpretación, tras más de cuatro décadas de mi primer papel. No es sencillo tener una continuidad en esta profesión, y yo lo voy logrando, adaptándome con los años, pero con la misma ilusión de continuar, de seguir aprendiendo y evolucionando del primer día. No me puedo quejar.

Uy, uy, uy… ¿no le ha gustado hacer de la abuela Lita?

–¡Ay, ama! Para nada, o sea todo lo contrario, ahora me voy a liar (risas). Me explico, es que es mi primer papel de abuela… y eso como que lo piensas y te toca, ¿no?. En plan: vete asumiendo que eres mayor Itzi. Pero con el personaje de Lita, encantada. De hecho, cuando leí el guion por primera vez recuerdo que pensé en la suerte que había tenido por pensar en mí para hacerlo, y lo mucho que iba a aprender como, efectivamente, así ha sido.

Explique eso.

–A ver, la abuela Lita es de un perfil conservador, tradicional y muy religioso, pero es tan importante como el resto de personajes porque entre todos construyen la colmena familiar, haciendo un guiño a la poética maravillosa que tiene el mundo de las abejas en la película, y del que sabe un rato largo mi hermana Lourdes (Ane Gabarain), de un perfil totalmente distinto. Pero es que en la variedad de personajes femeninos está también la diversidad que trata la cinta, poniéndola en valor en sus múltiples expresiones. La transexualidad es una más. Por eso todos y cada uno de los personajes son muy legítimos y respetables, al igual que lo son en la vida real las diferentes creencias, formas de amar, de sentir y de todo. El mío, además, lo defiendo muy bien (risas).

Usted es también directora de teatro. ¿Cómo ha visto a Estibaliz Urresola al frente de este rodaje?

–Trabajar con Esti es gustoso. Te escucha, pide opinión y hay mucha complicidad. Lógicamente, la última palabra la tiene ella, que para eso es su película. Es decir, la guía es ella, pero permite que las actrices y actores pongamos el cómo. Ha sido un rodaje maravilloso y emocionalmente precioso. En pleno verano, con mucho calor, sobre todo dentro de aquel coche, pero muy a gusto, y ¡en el campo, fíjate!. Además, pudiendo ir a dormir a casa, que es algo que hay que valorar también. Todos los emplazamientos –maravillosos también, por cierto– estaban cerca: Laudio, Hernani, Galdakao…

Y Amurrio, ¿no?

–Sí, pero es que la abuela no iba a la piscina, y me quedé sin Amurrio y sin Baiona, creo. Ahí solo fueron los jóvenes (risas).

Ahora que los menciona. ¿Qué nos puede contar de Sofía Otero, Unax Hayden y Andere Garabieta?

–Que son unos niños y niñas maravillosos y unos actores y actrices asombrosas. Bueno Andere es adolescente, pero con un grado de interpretación impresionante, también Unax, y Sofía ni te cuento. Me he reído mucho con ellos y he disfrutado viéndoles trabajar. Tienen una capacidad de juego y trabajo que, la verdad, te da envidia haber perdido esa frescura e ingenuidad. No se preocupan del resultado ni se juzgan como nosotros los adultos hacemos, solo se centran en disfrutar, pero dándolo todo frente a las cámaras. De eso también se aprende, y nos han dado una lección de vida.

Con Ane Gabarain o Sara Cozar no es la primera vez que coincide en una película, pero ¿con Patricia López Arnaiz?

–Ha sido la primera vez y tengo que decir que ha sido un auténtico placer. Un encuentro maravilloso, plagado de empatía y, pese a esa potente relación madre-hija que nos ha tocado defender, hemos trabajado muy a gusto.

Y el estreno en la Berlinale... 

–Ha sido un regalo, algo así como si te toca el Euromillón. Aún recuerdo cuando me llamó Lara de la productora con aquel: vais a Berlín. Me tuve que sentar y todo cuando asimilé lo que implicaba. Fíjate, Esti primera mujer vasca que logra este hito, tras no sé cuántos años que estuvieron por allí Alex de la Iglesia o Pedro Olea. Además, cuando se supo la fecha de la presentación de la película como que respiré. Me daba mucho miedo perdérmelo, pero no, se han aliado los astros para que pueda asistir y disfrutarlo.

Usted, muy elegante, por cierto.

–Eso quería, algo sencillo pero elegante, muy de acuerdo con mi estilo. Por eso opté por un diseño Minimil, tiene una línea que me gusta mucho y es un referente de la moda femenina vasca, también. Cada una podía llevar lo que quisiera, pero al ser a las tres de la tarde, no es lo mismo que una gala de noche, ¡y menos mal!, no se yo como me hubiera visto en un vestido pomposo (risas).

Lo de que le daba miedo perdérselo se debe a su nuevo estreno teatral, ¿verdad?

–Efectivamente. Empezamos el pasado día 17 en el Arriaga con La lucha por la vida, dirigida por Ramón Barea, y en base a una adaptación increíble que ha hecho José Ramón Fernández de tres novelas de Pío Baroja: La busca, Mala hierba y Aurora Roja. Hubo sesiones hasta el día 19, y hemos retomado este jueves y hasta el domingo. Eso me liberó de lunes a miércoles, justo para volar a Berlín, acudir a la presentación y volver a Bilbao. Esta gustando mucho, y eso que son tres horas.

¿Por qué hay que ir a ver esta película?

–Porque es una película llena de amor y poesía, que ya es bastante, pero es que además está contada desde la sencillez de una niña y la complejidad de sus preguntas, y eso lo traslada al público y hace reflexionar. La sociedad, con todo lo que está pasando y vemos en las noticias, ya está planteando este debate, hay que evolucionar y ser empáticos con la diversidad en todos sus ámbitos. Todo el mundo tiene derecho a amar y ser feliz. La cultura, en general, ayuda a visibilizar temas sociales y tiene que servir para ello. A partir de esta película surgirán más, no me cabe duda.

¿Lo próximo?

–Pues tengo otro proyecto audiovisual, una miniserie, pero no puedo hablar de él todavía.

¿Seguirá también de profesora en el proyecto de jubilación activa de Sasoiko BBK?

–Por supuesto, coordino todo lo que tiene que ver con interpretación, pero hay muchos talleres de teatro, cortometrajes, documentales… y está teniendo mucho éxito, con el alumnado encantado. Creo que se abre ahora otra vez la inscripción, pero no sé si se extrapolará la iniciativa a Álava o Gipuzkoa, la verdad.