Aprovechando su escapada de Madrid, para visitar a sus familiares y amigos en Amurrio, Murgia y Gasteiz, durante las vacaciones de Navidad, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA se reunió con Mikel Bustamante Bedmar para que contara sus impresiones tras saberse nominado a los Goya en la categoría de mejor actor revelación por la Academia de Cine gracias a su trabajo en Cinco lobitos. Pocas quinielas se atreven a vaticinar qué nombre sonará en la gala de entrega de premios del próximo 11 de febrero en Sevilla, y él tampoco lo tiene nada claro.

Igual hay gente que no sabía que usted era de Álava. Preséntese...

–¡Qué difícil! Pues a ver… nací en Amurrio, pero con tres años mis padres decidieron vivir en Vitoria. De toda la vida me ha gustado contar historias en distintos formatos. A los 18 me soltaron la típica pregunta de ¿qué quieres ser de mayor? Y yo dije que estrella del rock (risas). De hecho, siempre he estado en varios grupos como Simpatía por el Devil, que salíamos disfrazados al escenario y hacíamos versiones rock en plan risas. Pero tenía que formarme y estuve en la Cámara de Comercio cursando marketing, aunque lo que hice fue el ganso durante año y medio, conociendo el Bilbo nocturno, y me di cuenta de que aquello no era lo mío y que a mí lo que me gustaba era el cine. Así que en 2006 me fui a Barcelona al Centro de Estudios Cinematográficos de Catalunya a estudiar dirección, sonido y montaje. Después tiré para Madrid a intentar tirar por la parte técnica, pero me encontré un cartel que anunciaba una diplomatura de interpretación y cambié mi rumbo hacia actor. El show siempre me ha gustado, por la música, el teatro y la magia, que la llevo conmigo desde niño; y desde entonces no he parado ni delante ni detrás de las cámaras.

“Si me abre ventanas el simple hecho de estar nominado a los Goya, ese será el mayor premio”

¿Y qué lado prefiere?

–Eso es como lo de con tu madre o con tu padre. Los dos me encantan, pero son muy diferentes. En el de actor eres un canal para contar la historia, y en el otro es donde la construyes. Si solo pudiera elegir uno de los lados para vivir ese sería el de actor, porque dirigir es muy difícil y te metes en unos berenjenales importantes.

Mikel Bustamante ALEX LARRETXI

En su currículo figura ‘Balada triste de trompeta’ de Álex de la Iglesia. ¿Cómo fue eso?

–Gracias por recordarme que tengo que actualizarlo, porque no deja de ser una anécdota de mi primer año en la escuela de interpretación en Barcelona (risas). Salíamos de clase y, justo a lado, había un rodaje gigante y, sin contarnos un pelo, llamamos a la puerta y saltamos ¡somos actores!. Les debimos caer simpáticos, porque nos pidieron el teléfono y nos llamaron. Terminamos de figurantes y vestidos de guardias civiles corriendo detrás de Carlos Areces que iba en pelotas por el bosque. De aquello hace 13 años y no lo olvidaré jamás, fue entre surrealista y muy divertido.

“Ramón Barea es un crack, te acoge como si fueras un hijo. Ha sido como un padre para mí en ‘Cinco lobitos”

Pues ha terminado nominado a un Goya, con 37 años. Por cierto, ¿qué sintió cuando se lo comunicaron?

–Lo primero, una alegría inmensa. El verse algún día ahí es algo que todo actor tiene en la cabeza, pero el de repente estar, es bastante difícil de asumir. Sobre todo me siento muy agradecido por el reconocimiento a mi trabajo, pero más que el premio en sí lo que quiero es trabajar, y si me abre ventanas el simple hecho de estar nominado, ese será el mayor premio. Ya hay casos de gente con Goya que luego… nada; y yo lo que quiero es trabajar de forma regular y continua, más que ser reconocido.

¿Alguna puerta ya se le habrá abierto?

–Estoy conociendo a muchísima gente. El día de la cena de nominados, sin ir más lejos, fue la leche. Se rompe el hielo y se hace piña. No tengo palabras para explicar lo que se siente al conocer y hablar con gente de la talla de Rodrigo Sorogoyen, Alberto Rodríguez, Isaki Lacuesta, Fernando Franco, Carlos Vermut, Pilar Palomero o Carla Simón, entre otros tantos con los que me encantaría trabajar.

Bueno en eso, hasta ahora, tampoco se puede quejar…

–¡Cierto!. Soy muy feliz la verdad por dónde he trabajado y quién he tenido a mi lado. ¡Ojalá siga!. El año pasado con Icíar Bollaín y Luis Tosar en Maixabel, fue algo increíble, y éste con Laia Costa, Susi Sánchez y Ramón Barea, dirigidos por Alauda Ruiz de Azúa, en Cinco lobitos, más de lo mismo. Ha sido un rodaje super fácil, muy fluido y divertido, y un auténtico gustazo. La prueba del gran trabajo hecho por Alauda con nosotros y de lo bien que ha hilado todo está en que los cuatro actores estamos nominados. Mis tres compañeros son actores consagrados, pero Ramón Barea es un crack, te acoge como si fueras un hijo. De hecho, ha sido como un padre para mi durante el rodaje. Los tres me han dado mucho cariño, aunque con Laia la conexión fue desde el minuto cero, porque nos conocemos de atrás.

¿Otra anécdota? Cuente, cuente…

–(Risas) Sí, coincidimos en el festival de Gijón en 2015, que fuimos a presentar otros trabajos y nos sentaron juntos; y a mí no se me ocurrió otra cosa que sacar la baraja de cartas que siempre llevo conmigo y empezar a hacer trucos de magia. Cuando me cogieron para hacer de su pareja en Cinco lobitos pensé que no se iba a acordar de mí, pero fue verme y decir: ¡Anda el mago de Gijón!

¿Sabrá valorar el jurado de la Academia de Cine de España ese ‘feeling’?

–Laia y Susi, desde luego, tienen muchas papeletas para llevarse el Goya de mejor actriz y mejor actriz de reparto, respectivamente; y estoy convencido de que Estíbaliz Urresola se va a alzar con el de mejor cortometraje de ficción con Cuerdas, o mucho me estoy equivocando; pero con el sector masculino no lo tengo tan claro. En mi categoría, la de mejor actor revelación, he visto el trabajo de todos mis compañeros aspirantes y lo veo muy complicado. Mi personaje es pequeño y de reparto, frente, por ejemplo, al de Jordi Pujol Dolcet y Albert Bosch que no son actores y llevan todo el peso de la película en Alcarrás, o el de Telmo Irureta en La consagración de la primavera, que le conozco, por cierto, y es un encanto. Esta realmente muy difícil. Si se valora el trabajo en sí entendería que se lo dieran a cualquiera menos a mí, que aspiro a seguir de actor.

“Estoy convencido de que Estíbaliz Urresola se va a alzar con el Goya de mejor corto con ‘Cuerdas”

¿Y Ramón Barea?

–Se las ve en la categoría de mejor actor de reparto con Diego Anido y Luis Zahera, por As Bestas, que es un peliculón, y Fernando Tejero y Jesús Carroza, por Modelo 77, que es una de las favoritas, así que creo que los dos lo tenemos complicado (risas). No obstante, deseo que se lo lleve, es su primera nominación tras un carrerón espectacular con más de 50 películas.

¿Cómo sale uno de estar metido en la piel de Patxi Makazaga, asesino de Juan María Jauregui, a ser el padre ausente de la hija de un ama de casa de nombre Amaia?

–Dejándose guiar en el rodaje por un equipo que sabe lo que hace. Los actores, muchas veces, cometemos el error de ponernos la carga de construir el personaje, y eso no es así, es el equipo que hay detrás, con una dirección al frente, el que hace eso. Te puedes documentar y empapar del personaje a interpretar, por supuesto, pero lo importante es fiarte de los profesionales que te rodean y dirigen. Yo me he dado cuenta de que cuanto más soy yo actuando, menos se me ve a mí, a Mikel Bustamante, y así es más fácil interpretar; es decir, ser real y confiar. Yo lo veo así.

Antes comentaba su experiencia detrás de la cámara, ya que tiene una productora, Bedmar Films.

–Sí, la creé de forma oficial en 2019 junto a mi pareja, también actriz y guionista, María Algora, de cara a poder acceder a ayudas institucionales a la producción cinematográfica aquí en Vitoria; aunque llevo usando mi segundo apellido añadiendo lo de Films, medio en broma, desde mis primeros cortometrajes. De ahí que vea el cine desde ambos lados, y cuando dirijo me puedo hacer a la idea de cómo se expone un actor y cuando actúo también intento ayudar o facilitar su trabajo a quien dirige. Sobre todo, nos dedicamos a la creación de pequeños vídeos para empresas y video-books para actores y demás procesos creativos, pero no hemos dejado de lado nuestras ficciones.

Cintas como ‘Caníbales’ o ‘La Nadadora’ han sido premiadas en diversos festivales, pero la última ha sido ‘Lugar de nacimiento’, rodada en Murgia. ¿Qué puede decir de ella?

–Ahora mismo estamos con la distribución. Fue un rodaje duro, en invierno, y nuestro proyecto más grande hasta el momento, en cuanto a producción y equipo. La gente del pueblo se volcó y ha salido adelante con ayudas alavesas. Aborda el dilema moral que todos tenemos ante lo que pasa con la emigración, y surgió de un encuentro fortuito que tuve, en 2012, con un joven africano que acababa de saltar la valla y me contó su experiencia. Algo espeluznante que me dejó tocado y decidí plasmar en un guion para poner cara a todas esas cifras sobre emigración que vemos, oímos o leemos en las noticias.

“En ‘La casa de papel’ tenía un personaje muy pequeño pero me escribía gente de Brasil, Turquía o Filipinas…”

Inevitable preguntarle por su experiencia televisiva en series como ‘Acacias 38’ o ‘La casa de papel’.

–En la primera, de TVE, solo estuve doce episodios, pero las tres temporadas de Martínez en La casa de papel han supuesto una experiencia espectacular en la que aprendí mucho. Se puede decir que me convertí en una esponja, teniendo a lado a compañeros veteranos como Fernando Cayo y Fernando Soto, que aunque eran los malos, hicimos una piña (risas). Lo del fenómeno fan, ha sido otra sorpresa. Yo tenía un personaje muy pequeño pero me escribía gente hasta de Brasil, Turquía o Filipinas… no daba crédito. Además, hablamos de un rodaje muy técnico, con mucha gente alrededor a un ritmo frenético y todo atado y con mucha intensidad, nada que ver con lo que yo sabía a raíz del cine o el teatro.

¿Volvería al teatro?

–Me encantaría, pero con una producción detrás, no hacerlo yo todo. Me explico. Mi mayor experiencia teatral se la debo a Adán Black, un profesor que tuve de 2012 a 2015 en un curso de entrenamiento de actores y bajo su dirección he actuado en once obras, pero también he dirigido otras tres y, en la última, Nada que pueda morir, fue un Juan Palomo en toda regla, hice de todo. Voy al teatro y me da mucha envidia, porque te da una sensación que no encuentras en otras artes escénicas. En cine está el corten, repetimos; el directo del teatro te da adrenalina y eso crea adicción. ¿Volver? Por supuesto, me encantaría, pero con una productora detrás.

“En los tiempos muertos de los rodajes, saco del bolsillo mi inseparable baraja de cartas y hago mis shows”

¿Y a la magia?

–Esa siempre va conmigo, desde que con cinco años me regalaron un Magia Borras. En los tiempos muertos de los rodajes, saco del bolsillo mi inseparable baraja de cartas y hago mis shows.

Lo que ya se habrá preparado es lo que va a decir si gana el Goya...

–Tengo un esquema mental de lo que quiero decir, llegado el hipotético caso, porque me da miedo quedarme en blanco, pero lo que fijo figura, y varias veces, es gracias. Es curioso pero estaba más nervioso con el tema de la nominación que ahora que estoy nominado. Supongo me habré quedado a gusto con eso y ahora estoy tranquilo, y que sea lo que tenga que ser. Ya me pondré nervioso ese día.