Las palabras pueden decir muchas cosas, pero hay imágenes que lo valen todo. Las lágrimas de emoción que han dejado sin poder hablar a Wynton Marsalis en el arranque del homenaje que esta tarde ha vivido Villa Suso en recuerdo a Iñaki Añúa son un buen ejemplo de ello. Ha sido uno de los momentos más especiales de un acto que ha contado con una numerosa presencia de invitados, tanto de manera física en el palacio gasteiztarra como a través de charlas online y vídeos grabados. 

Bajo el título Alma de jazz, el encuentro ha servido para, por supuesto, recordar a “Don Iñaki”, como en varias ocasiones ha repetido Marsalis, como para poner en valor el Festival de Jazz de Vitoria, del que fue máximo responsable durante 40 años, y, por ende, a la ciudad, “la mejor del mundo”, según el alcalde Gorka Urtaran. “Iñaki tenía dos pasiones: Vitoria y el jazz”, ha recordado el primer edil para compartir con los presentes sus reflexiones sobre “un gran VTV”.

En un acto conducido por el periodista y músico Joseba Cabezas, han tomado la palabra, instrumentistas como Joe Lovano, Jamie Cullum, Danilo Pérez, Marco Mezquida y un largo etcétera, así como artistas como Mikel Urmeneta, y periodistas y críticos como Pepa Fernández, José Ramón Pardo y Txema García. “Don Iñaki siempre fue una persona que se caracterizó por su hospitalidad y por su integridad”, ha apuntado Marsalis, que ha puesto el broche al evento desde el balcón de Villa Suso, aunque no interpretando, como estaba anunciado, Iñaki’s Decision, uno de los temas que componen su Vitoria suite y que escribió en homenaje al promotor cultural vitoriano.

Por supuesto, ha habido momentos para recordar unas cuantas anécdotas, varias de ellas relacionadas con el gusto por la gastronomía de Añúa. Y ha habido instantes para que la risa y la lágrima se hayan confundido. Al fin y al cabo, la vida está compuesta de todo ello. Así ha discurrido un acto en el que, sin seguramente pretenderlo, la mujer y la hija del homenajeado (Elena Ugarte y Jasone Añúa) han sido también protagonistas, igual que una Blanca Sanz sin la que tampoco hubieran sido posible muchas de las cosas que durante 40 años sucedieron en el Festival de Jazz.

“Su legado es para siempre” ha dicho Marsalis, que ha recordado con ternura “al hombre con pasión, a la persona vibrante”, a un “Don Iñaki” que “resplandecía cada vez que hablaba de su tierra”. Es lo que ha podido decir un Marsalis que en un momento dado ha tenido que pedir a la traductora que siguiese ella sin esperarle porque las lágrimas le han impedido hablar. La imagen más clara de la huella que dentro y fuera del escenario dejó Iñaki Añúa después de su fallecimiento el pasado julio.