“Ambos dedicaron su vida por completo a la poesía”. Sus palabras permanecen. Su recuerdo, también. Por eso, este viernes se les rinde homenaje de manera conjunta en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. Mariano Iñigo y Ángel Guinda cruzan sus caminos creativos. Los vitales se pararon, en el primer caso, hace justo diez años, y, en el segundo, hace solo unos meses. 

El encuentro con el público, en la segunda sesión de la actual temporada del veterano programa Cita con la Poesía, se producirá a las 19.00 horas, siendo el acceso gratuito hasta completar el aforo. La voz de Guinda llegará de la mano de Trinidad Ruiz Marcellán, escritora y fundadora de la editorial Olifante. La de Iñigo correrá a cargo del también autor y crítico literario gasteiztarra Iñigo Linaje.

Aunque no nació aquí, Gasteiz siempre fue la casa de Mariano Iñigo, hasta su fallecimiento el 8 de diciembre de 2012. No es la primera vez, ni mucho menos, que la capital alavesa acoge un acto en su memoria, sin olvidar el trabajo que, desde aquí, se llevó a cabo para editar en 2015 una antología con toda su obra. “Este nuevo homenaje es una clara demostración de que sigue presente”, apuna Linaje, quien reconoce que la selección de los diez poemas que se leerán de él –los otros diez serán de Guinda– ha sido un proceso complicado.  

Ángel Guinda. CEDIDA

A dos bandas Tanto Ruiz Marcellán como él han intentado que a lo largo de esos versos seleccionados, el público asistente pueda encontrarse con las distintas preocupaciones, intereses e ideas de ambos creadores. “Hemos querido que aparezca el poeta existencial, el del amor, el del compromiso con los más desfavorecidos... porque compartían varios aspectos. Tanto Mariano como Ángel, por ejemplo, eran dos poetas comprometidos. Ángel hablaba mucho de los inmigrantes en sus últimos libros y Mariano del lumpen de la sociedad, de los yonquis, de las prostitutas… “, describe Linaje. 

Él recuerda a Iñigo como un “poeta que se implicaba mucho, con una disciplina muy severa. Mariano parecía un poeta de antaño, romántico de alguna manera. Le definía en su escritura la autenticidad. A mí siempre me decía que el poeta, ante el papel en blanco, debe tener libertad absoluta para decir todo lo que quiera, desde lo más bello hasta lo más pavoroso. Y era muy radical en eso”.

“Cuando desaparece físicamente un autor de interés es necesario recordarle leyéndolo. Eso por supuesto. Pero momentos como el de Vitoria me parecen muy interesantes” añade Ruiz Marcellán, quien recuerda al instante que Ángela Serna, responsable de Cita con la Poesía, y Guinda mantuvieron “una comunicación muy importante a pesar de que se vieron en persona pocas veces”.

Fue el pasado 19 de enero cuando el creador falleció en Madrid. “Era una persona muy, muy, muy trabajadora. Siempre un trabajador de la palabra. Él hablaba de la palabra puesta en pie, es decir, de la palabra viva, vital. Decía que la palabra es un ser vivo que está en constante transformación” y él la cultivaba tanto a través de la poesía como de otros géneros, puesto que también se dedicó al ensayo, a la traducción... “Y le interesó mucho el arte y escribió mucho sobre pintura, escultura y fotografía, además de ser crítico de poesía”. Por eso, la selección, en su caso, también ha sido todo un desafío, sin perder de vista que se siguen encontrando novedades entre su archivo, como “un diario interesantísimo”.

“Llevaba muchos años viviendo en Madrid y tuvo muchas oportunidades de publicar en editoriales que le hubieran dado, seguramente, más resonancia, por lo menos momentánea”, dice la responsable de Olifante, que avanza que se seguirán publicando referencias del autor, incluyendo una antología. “Ojalá en las universidades la obra de Ángel sea estudiada”. De momento, la intención es depositar documentos y referencias en la Fundación Jorge Guillén (Valladolid), sin perder de vista actos de recuerdo como el de Vitoria. “Cualquier encuentro es un abrazo a la palabra de Ángel y a él mismo”.