“Como un mago que realiza milagros, Chema Madoz abre nuestra mente a un conocimiento más hondo de las cosas y de la realidad que nos circunda, haciéndola más compleja, expandiéndola y profundizando en ella”. Así lo apunta Oliva María Rubio (La Fábrica), responsable de la exposición La naturaleza de las cosas, que se va a poder ver en la sala Amárica hasta el próximo 25 de septiembre.

La fotografía de Chema Madoz se adueña de la sala Amárica

El creador madrileño “se complace en trastocar la realidad, porque a pesar de su apariencia sólida e inalterable, una mínima variación puede hacernos conscientes de la fragilidad de aquello que nos rodea. A lo largo de los años, esas variaciones introducidas en los objetos —un campo fértil e inagotable para el artista— nos han hecho ver otras realidades, han expandido nuestro conocimiento e incluso nos han hecho esbozar una sonrisa al identificar o intuir sus mecanismos, porque, como él mismo señala, toda manipulación está a la vista del espectador. De ahí que sus imágenes nos resulten extrañas en un primer momento, pero familiares y fácilmente identificables en cuanto detenemos nuestra mirada en ellas y reconocemos sus juegos, sus guiños, sus combinaciones, sus alteraciones”, como demuestra la exposición que ahora se puede ver en la capital alavesa.

La muestra presenta 32 fotografías. Todas las imágenes de la exposición son Sin título, realizadas desde 1982 a 2016 y están copiadas en blanco y negro sobre papel baritado, virado al sulfuro. “Madoz trabaja con los elementos de la naturaleza, al igual que lo hace con los objetos, de todas las maneras posibles y a veces la sorpresa proviene simplemente del cambio de función de los objetos”, de un dedal, por ejemplo, que es reconvertido en una maceta. Así se puede compartir en una propuesta que recoge parte de la obra de un creado que ha sido el primer fotógrafo español vivo al que el Museo Nacional de Arte Reina Sofía dedicó una retrospectiva. Ahora, sus pasos artísticos pasan por la gasteiztarra sala Amárica.