Responsable de Zoo, una de las compañías que trabaja con la improvisación más reconocida de Europa, director artístico del departamento de danza de la destacada escuela de artes escénicas Manufacture (Lausanne), bailarín, coreógrafo y multifacético artista, Thomas Hauert se encuentra a lo largo de esta semana en la capital alavesa ofreciendo un curso en torno a la improvisación, un taller que imparte en Artium de la mano del programa danzÁlava, impulsado por el grupo Altraste Danza. Están siendo días intensos con todas las plazas llenas por una veintena de participantes llegados de Francia, Italia y diferentes puntos de la península. Eso sí, en esa apretada agenda hoy a las 20.00 horas, y también en el museo, él comparte una muestra de su trabajo con el público alavés, siendo el acceso gratuito, aunque es necesario reservar sitio puesto que el espacio es limitado.

Cuando quienes están tomando parte en el curso se vayan este viernes por la tarde, ¿qué dos o tres ideas espera haber trasmitido?

–Ante todo, el placer de crear e inventar bailes con sus cuerpos, el placer de descubrir las posibilidades que existen. Espero que estos ejercicios y juegos que les estoy enseñando les ayuden a improvisar y a abrir puertas para descubrir nuevas posibilidades en su práctica artística.

Puede parecer algo contradictorio enseñar a improvisar.

–Sí, puede sonar algo contradictorio. La improvisación es algo que está en mi práctica desde siempre. En el escenario, improviso pero para ser bueno en ello, para que cada vez que estás actuando lo que haces esté a la altura y sea interesante para ti y para el público, necesitas practicar esa improvisación. Sí, puede parecer que hay una contradicción, pero no es así. Tienes que aprender a trabajar con el cuerpo, practicar con él y saber coordinar lo que haces. Hay patrones de movimientos que aprendes cuando te estás formando. Y son muy importantes para tu práctica, son patrones que tu cuerpo hace casi de manera automática. Los tienes interiorizados. En danza haces todos los días los mismos movimientos durante los ensayos. Pero cuando quieres improvisar, tienes que llevar a tu cuerpo más allá de esos patrones aprendidos. Hay muchas formas de usar tu cuerpo para crear. Lo que intento esta semana es transmitir una parte de la experiencia que hemos adquirido en mi compañía a lo largo de los años en este sentido, creando e improvisando con nuestros cuerpos. A inventar e improvisar también se aprende.

Hoy también se encuentra con el público de Vitoria. ¿Qué va a ofrecer a quien acuda a Artium?

–Hace unos cinco o seis años empecé a trabajar con un solo al que he ido volviendo y del que ofreceré aquí una versión. Es una pieza que toma como punto de partida música de Claudio Monteverdi. Es una música muy clara y abierta al trabajo de los músicos cuando la interpretan. Es una de sus piezas más conocidas y ha tenido muchas versiones e interpretaciones. En danza yo quería también trabajar en ella. Es Si dolce è il tormento, que es una interpretación de Monteverdi de un poema de Carlo Milanuzzi. Es una canción muy simple pero no sé ni cuántas versiones existen porque tiene un carácter de improvisación muy importante. Puede parecer, cuando la escuchas, incluso una canción para niños porque es muy sencilla, pero es muy interesante. Monteverdi solo dejó una serie de indicaciones armónicas pero libertad para la interpretación de los músicos de una pieza que habla del amor no correspondido.

Los dos últimos años, todos hemos estado muy parados, quietos en casa, algo que para los bailarines ha sido físicamente muy duro. ¿Cómo lo ha vivido?

–Sé que para mucha gente ha sido muy duro, pero yo tengo que decir que mi situación ha sido privilegiada porque tengo un trabajo seguro tanto con mi compañía como con la universidad de las artes escénicas de Lausanne. Además, tengo que admitir que parar no me ha venido mal. Antes llevaba muchos años sin detenerme, trabajando con mi grupo, enseñando, realizando colaboraciones con otros, haciendo infinidad de viajes y esto ha sido echar el freno a todo, lo cual ha sido bienvenido en este sentido.

Por cierto, ¿cómo se llevan en una misma persona el bailarín, el coreógrafo, el director, el empresario de la compañía, y el profesor?

–Son muchos, ¿verdad? (Risas). Pero tengo la suerte de estar rodeado de gente mucho más eficiente y organizada y lo puedo hacer gracias a estas personas. Llevo muchos años trabajando en la compañía con casi la misma gente y me ayudan, me dan mucho apoyo y hacen que todo eso que dices sea posible. Estoy muy agradecido a todos ellos.

Después de tantos años dedicado a la danza y a enseñar, ¿todavía le queda algo por aprender?

–Sí, por supuesto. Dedico mucho también a trabajar con otras personas y me gusta ver y aprender. Formar parte de algo más cuando creas te enseña otras formas de hacer. Con la gente de mi compañía, cada vez que afrontamos un nuevo proyecto, aprendo. Es muy interesante ver qué podemos hacer, qué podemos seguir investigando. Cuando enseño, como en este curso aquí, es condensar 25 años de camino, pero también es seguir aprendiendo.