Pocos artistas llegan al final de sus vidas sin que, para saber quiénes eran, haga falta decir su apellido. Juan Diego era el actor Juan Diego, el señorito de "Los Santos Inocentes", el Juan Tenorio más guapo del Estudio 1, el culo más radiante de "París Tombuctú". El sevillano más divertido. El más recto.

Lo cuenta de él uno de sus grandes amigos, con quien compartió producciones de cine y de teatro, afinidades políticas y sobre todo, mucho, mucho cariño, Enrique González Macho: "Era un hombre íntegro, en el amplio sentido de la palabra, y su posicionamiento era siempre comprometido con las cosas, personal y profesionalmente".

"Nunca cambió de forma de pensar, era recto, pero también entrañable, apasionado, pero no de los que gustan de llevar la contraria porque sí; tenía mucho temple y era un excelente profesional. Pero sobre todo un maravilloso amigo", explica compungido González Macho.

Es cierto que se le veía en los últimos meses muy frágil, pero otras veces se había recuperado. La última escena dramática que rodó con Alex Moner en "El cover" fue impresionante. Le costaba pronunciar, sacar su incomparable dicción de sus envejecidos labios; aún así, era difícil contener la emoción viendo su alarde de profesionalidad y sentimiento.

"Fue muy emocionante ver cómo se lo dejaba todo en el set, muy inspirador. Se le veía siempre implicado, cercano, sumando al texto, cada vez decía las cosas diferentes. Es algo que me llevaré de él: mola acatar las órdenes pero también ser un poco anárquico con el guión, ser capaz de poner tu baza y proponer", afirma a Efe Moner, guardián de una escena será para siempre "un hito" en su carrera.

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Muere a los 79 años el actor Juan Diego

Empezó como "extra" en TVE

Juan Diego (Ruiz Moreno) empezó muy jovencito, en el Teatro Español Universitario (TEU) de Filosofía y Letras de Sevilla, y con apenas 18 años se trasladó a Madrid; el teatro era lo suyo, era muy guapo y tenía una maravillosa forma de declamar y una voz inolvidable. Hizo algunos trabajos de "extra" en programas de TVE, hasta que en 1966 conoció a Eloy de la Iglesia.

Con él hizo su primera película, "Fantasía...3" y, después, "Algo amargo en la boca" (1969), pero su fuente principal de ingresos eran las series de televisión y el teatro; rodó algunos largometrajes, como "El demonio de los celos" (1969) con el italiano de Ettore Scola.

Fue un momento personal importante, porque decidió afiliarse al Partido Comunista de España (PCE); en 1975 conoció a José Luis García Sánchez, otro de sus grandes amigos, que le metió en uno de los repartos "más rojos" del cine español.

Era "El love feroz, o cuando los hijos juegan al amor". Allí estaban Tina Sainz, Alicia Sánchez, Concha Velasco, Lina Canalejas, Mario Pardo, Mari Carrillo, José Sazatornil y una jovencita Carmen Maura, además de la niña de 10 años Ángeles González Sinde. Con García Sánchez hizo un buen puñado de películas; "La noche más larga", "Pasodoble", "Tirano Banderas"€

Comprometido y solidario, fue uno de los promotores de la histórica huelga de actores de 1975, el año que murió Franco. Aún no sabía que once años más tarde él mismo encarnaría al "generalísimo" en la estupenda "Dragon Rapide", de Jaime Camino. Por cierto, también fue Alfonso Armada en la tv-movie "23-F, la película".

En el 82 (el PSOE ganó las elecciones por mayoría absoluta) dejó el PCE. Ya era famoso, muy popular por sus continuas apariciones en las mejores series de TVE ("Las doce caras de Eva", "Tres eran tres", "El pícaro", "Suspiros de España") y por su maravilloso Juan Tenorio (con Rafaela Aparicio y María José Goyanes), que todas las Noches de Difuntos difundía Televisión Española.

Las alabanzas de Berlanga en los Goya

Cuando le dieron el Goya como mejor actor de reparto en 2000 por su anárquico nudista Boronat de "París Tombuctú", fue el director de la cinta Luis García Berlanga quien, al recoger su premio (él estaba indispuesto) advirtió a los actores españoles de la grandeza del artista, el único, dijo, que había aceptado salir desnudo en su película. "Aprended de él", dijo.

Aquel era su segundo Goya, ya tenía otro por su delirante Villaescusa en "El rey pasmado" (1992), y después se llevaría otro, por su papel de padre del "otro" Juan Diego, este sí, con apellido, Botto, en la íntima, deliciosa y pequeña enorme película "Vete de mí", de Víctor García León (a la sazón, su casi hijo, porque lo es de José Luis García Sánchez).

Aunque con el señorito Iván de "Los santos inocentes" (Mario Camus, 1984) no fue nominado, este papel fue sin duda uno de sus mejores en cine; el propio Juan Diego decía de él que había marcado "un antes y un después en su carrera", porque fue el detonante para que le dieran papeles de peso.

Y por supuesto, el comisario Don Lorenzo de la serie "Los hombres de Paco" y antes, El Solsona, de la mítica "Los ladrones van a la oficina".

Tampoco se olvidará el maravilloso regalo que le hizo Lino Escalera con José Luis, el padre de Nathalie Poza y Lola Dueñas en "No sé decir adiós" (2016), que le rindió un gran reconocimiento.

Su voz, su increíble entonación -con y sin acento andaluz, él era sevillano- le hicieron protagonizar los off de muchos documentales a los que daba peso y solera; del famosísimo "Dolores", sobre la "Pasionaria", al reciente "Camarón, flamenco y revolución" (2018).

Su larguísima trayectoria en cine, teatro y televisión (hizo ochenta largometrajes y decenas de series y obras de teatro) y su maestría hacen difícil elegir sus mejores papeles; para él, lo eran todos, así de profesional y "picajoso" era con su trabajo.

En una de las últimas entrevistas que dio el actor reconocía su incapacidad de sentarse a ver una proyección en la que saliera y no agobiarse, porque nunca le parecía bien del todo.