Una noche llegó a casa después de un día de trabajo y se encontró en la televisión un concierto del Azkena Rock Festival. Le gustó el grupo. Pensó que tenía que verlo en directo alguna vez. Hasta que, claro, se vio en la pequeña pantalla. Estaba, como siempre, cámara en mano haciendo fotos desde el foso. “Estás en plena labor, con los tapones, con prisas, pendiente de no sé qué y a veces ni escuchas. La gente suele decir que estoy en el mejor sitio, pero lo dice porque no se da cuenta de lo que es este trabajo”. Stuart MacDonald lo conoce bien. Lleva un cuarto de siglo uniendo fotografía y música.

A lo largo de estos años, el autor -cuya marca profesional es Music Snapper- ha realizado varias y diferentes exposiciones, sobre todo en esta capital alavesa que ha hecho su ciudad. Pero estos meses está proponiendo desde tres centros cívicos un proyecto diferente que pone la atención de manera exclusiva en la presencia de la mujer en la música.

Justo en estos momentos, Women To The Front : Volume 1 se encuentra en el centro cívico Ibaiondo,Women To The Front : Volume 1 donde va a permanecer hasta el día 9. Es justo el ecuador de una agenda que empezó hace unas semanas en Zabalgana. Fue desde allí desde donde vino la invitación de llevar a cabo un proyecto que se inauguró en torno al 8M, una apertura en la que Moni Garage, con Iran Gilda al frente, puso la música en directo. Ella es una de las protagonistas de las 46 imágenes de la muestra.

La última parte del recorrido se producirá del 9 de este mes al 5 de mayo en el centro cívico Salburua, donde ese día de la despedida, los sonidos volverán a acompañar al autor y al público. Será a las 19.00 horas cuando Mice ponga con su voz, su guitarra y sus composiciones el mejor broche posible. Por lo menos por ahora, porque no es descartable que la exposición viaje más, también fuera de Vitoria. Todo llegará. De momento, quien quiera dejarse atrapar por la propuesta tiene la oportunidad de hacerlo. Y mejor no dejarlo pasar.

“Egoístamente, me gustaría que la gente que venga, valore la fotografía al ver la exposición. Nuestro trabajo, en general, está muy infravalorado”. Pero más allá de eso, “ojalá las imágenes le transmitan al público la emoción del directo”, de la necesidad de la música. “Yo sin ella me muero, está en mi sangre”.

Llegar hasta el resultado final, eso sí, ha tenido su aquel. El archivo que atesora MacDonald es casi inabarcable. Eso sin tener en cuenta que para esta propuesta se ha quedado solo con la parte digital. Claro que esto ha supuesto bucear en los últimos 18 años.

La primera selección de imágenes se quedó en 1.600 fotografías. Solo se muestran 46. “He intentando reflejar toda la variedad del archivo que tengo” y por eso el recorrido de la mirada se encuentra con tantos y tan diferentes alicientes. Cantantes, guitarristas, bajistas, baterías, teclistas y demás se van dando el relevo. Casi el 100% de las instantáneas responden a momentos del directo. Solo hay dos excepciones: una protagonizada por The Capaces en el baño de Jimmy Jazz y otra con Maika Makovski en Basauri. Se incluyen porque entre sus capturas también hay muchos instantes vividos en pruebas de sonido, en los camerinos o entre bambalinas.

Artistas de referencia mundial están junto a intérpretes indispensables igual no tan mediáticas, jóvenes promesas y creadoras imposibles de clasificar. Domina el rock en su concepto más amplio, pero también otros géneros están presentes. Son testimonios de instantes y personas que, no hay que negarlo, siguen siendo invisibles para muchos en los distintos eslabones de la música.

La experiencia de MacDonald habla de que si bien ahora no se está en la situación ideal, el escenario es bastante mejor que no hace tanto. “Si ves los carteles de los festivales de hace 20 años, no encuentras ni un grupo de mujeres. Eso ha cambiado mucho hoy. De todas formas, siempre ha habido mujeres en la música, lo que cambia es la visibilidad”. En ese sentido, apunta que no se puede perder de vista el género musical del que se esté hablando. “En el pop te vas a encontrar con muchas más cantantes y más conocidas. Pero si vamos al grunge o al heavy, parece que esos ámbitos no estaban preparados en su momento para ver mujeres en los escenarios aunque estuvieran. El problema no es la existencia, es la visibilidad”, y pone como ejemplo de ello a Lauren Harris, sabedor de que muchos la hicieron caso solo por el hecho de ser la hija de Steve Harris, bajista de Iron Maiden.

El fotógrafo señala además que no en todos los países la situación es igual en este campo. Cada lugar hace su propio camino, o lo intenta. También en lo que respecta a la presencia de fotógrafas en la música. “Hacer fotos no es ni masculino ni femenino. La creatividad está en la cabeza. Pero es verdad que aquí hay muy pocas mujeres en los fosos, muy pocas” a pesar de que “vas, por ejemplo, a festivales en Madrid y, aunque el porcentaje sigue siendo bajo, hay muchas más fotógrafas. No sé la razón que lleva a que aquí no pase igual”.

Siempre preparado

Son miles y miles las fotografías que Stuart MacDonald ha realizado a lo largo de su trayectoria. Una gran familia que, además, no para de aumentar. Eso a pesar de que la labor no es sencilla durante los conciertos. Solo un detalle. Con todo el equipo encima, portátil incluido y demás, “estamos hablando de llevar unos diez kilos; imagina una jornada de un festival, unas 14 horas, con dos cámaras encima, lo que puede suponer entre siete y ocho kilos. Eso se nota”, dice mientras se toca la espalda. “Además, llevas cosas que valen mucho dinero y con las que hay que estar muy al loro”. En los conciertos, como en cualquier otro sitio, siempre puede haber amigos de lo ajeno.

Cada actuación es un mundo, incluso aunque sea con la misma banda o artista. Por eso, si alguien que está empezando le pide un consejo, él lo tiene claro: “practicar mucho con condiciones horribles de luz. La fotografía es luz y nuestro mundo, en los conciertos, es oscuro, muy oscuro, a lo que tienes que añadir que la gente se mueve, las restricciones de tiempo, la limitación de espacio y demás. Así que practica haciendo fotos en condiciones malas”, comenta mientras que con una sonrisa asegura que “yo a los técnicos de luces les quiero mucho”.

Practicar. Lo repite varias veces. Pero no tantas como otra cuestión básica. “Siempre, siempre, sé respetuoso. No creas que por tener la cámara nueva, o miles de seguidores o lo que sea, eres más importante. Hay que respetar y ser correcto”. También con el público, sobre todo en las salas más pequeñas, donde no hay fosos ni separaciones. “La gente que está ahí ha pagado su entrada para ver un espectáculo y no la puedes molestar. Hay que respetar tanto al público como al artista y a todo el mundo que hace posible un concierto. Es más complicado actuar así, vale, pero es como hay que hacer las cosas. No te puedes poner en plan chulo”.

A todo ello hay que sumar que con cada grupo es bueno hacer un trabajo previo, saber qué, cuándo y quién. Hay ocasiones en las que quienes están sobre las tablas están por la labor. Otras no. Hay veces en las que ponerse original es un error (o no) porque no tienes la foto que todo el mundo espera, “pero igual tienes imágenes más interesantes”. Pasa que “igual ser muy entusiasta es malo” o todo lo contrario. Parece imposible acertar. “Hay un fotógrafo de Barcelona muy conocido con el que he coincido varias veces. Ha estado un par de veces en el Azkena, por ejemplo. Llega y la primera canción solo mira, no hace fotos. Luego, saca la cámara, hace dos fotos y se va. Luego ves esas imágenes y siempre son increíbles”. MacDonald reconoce que él ahora tiende a lo mismo. “Calculas mejor, interpretas mejor el escenario y haces las fotos que quieres hacer”.

Así lo ha hecho durante este tiempo marcado por la pandemia. “En 2021 hice muchas fotos, queriendo documentar todo lo que había, también para ayudar al sector”, un esfuerzo plasmado, por ejemplo, en el Iradier Arena, donde se terminó convirtiendo en un elemento más del recinto. “Tengo que ordenar el archivo. Además, ahora es tiempo de reflexión, de descomprimir”, de tomarse las cosas de otra manera en momento en el que todo ha vuelto con demasiada intensidad tras las última época de restricciones. “No hay tantas fechas, ni tantas salas, y no sé hasta qué punto el público tiene tanta disponibilidad en la cartera” para poder acudir a todo lo que le gustaría.

No ha pasado tanto tiempo, eso sí, de los conciertos con aforos reducidos y espectadores sentados. “Para mí trabajar en pandemia ha sido mejor: no te empuja nadie, todo el mundo está sentado, tienes permiso para moverte con todas las distancias y medidas de seguridad, así que haces lo que te toca y ya está. Todo es más fácil y físicamente lo llevas mejor”. La diferencia ha estado en la atmósfera, que no ha sido igual a antes de marzo de 2020 y eso que el fotógrafo subraya el esfuerzo suplementario que han hecho las bandas para darle ese extra de energía a cada actuación.