- Joyce, una joven feminista que vive en Los Ángeles (California), en los efervescentes años 70, está decidida a lanzar una revista que defienda los derechos de las mujeres, pero su única opción es aliarse con Doug, un editor de publicaciones porno de bajo presupuesto, cuyo único interés es hacer mucho dinero. De esta extraña combinación de feminismo y pornografía nace la revista ficticia Minx, que da título a la serie que HBO Max estrena hoy.

La historia, que está ambientada en la década de 1970 en Los Ángeles e inspirada en la creación en 1973 de la publicación Playgirl, muestra con humor el choque de estos dos mundos y el de las personalidades antagónicas de los protagonistas, encarnados por Ophelia Livinbond (Elementary) y Jake Johnson (Jurassic World ). Unas contradicciones que son más que suficientes para crear todo tipo de situaciones cómicas en las que el feminismo puritano de Joyce se ve constantemente retado por un entorno extremadamente laxo para ella.

“Ella no es consciente de lo limitadas y frágiles de algunas de sus ideas, de lo cerradas que son”, dice Livinbond, antes de explicar que Joyce se siente incómoda con esa limitación, “lo que retroalimenta la idea de que no está siendo muy feminista si no se acerca a todos los aspectos de sí misma”. Para confrontar sus convicciones está Doug principalmente, pero también el resto de los personajes de la historia, como Bambi (Jessica Lowe), Tina (Idara Victor) y Richie (Oscar Montoya) que trabajan para Doug, o su hermana Shelly (Lennon Parham), mucho más abierta al mundo sexual.

“No fue difícil encontrar un ritmo” al actuar con Johnson, explica Livinbond, ya que “fuimos muy afortunados, porque precisamente, aunque los personajes son muy diferentes, su principal objetivo es el éxito de Minx, aunque por razones muy diferentes”. Para Johnson, trabajar juntos fue fácil porque los personajes que ambos representan son cercanos a su propia personalidad. “La dinámica en cámara y fuera de cámara se sentía que era similar a veces cuando estábamos grabando escenas”, afirma Johnson. A través de esta dinámica y estas contradicciones, explica Livinbond, la “comprensión de ese mundo” por parte de Joyce mejora y se relaja. Y el espectador, “de alguna manera, puede acompañarla en ese viaje”, zanja.

Como explica Johnson, Minx es una historia “totalmente de ficción” para la que la creadora y productora ejecutiva de la serie, Ellen Rapoport, se inspiró en Playgirl. En 1973, nació en Estados Unidos la revista Playgirl, dirigida al público femenino en respuesta a publicaciones como Playboy, que llegó a llevar a los tribunales a la nueva cabecera por considerar que infringía su marca registrada, aunque posteriormente llegaron a un acuerdo.

Playgirl, que cerró en 2015, sufrió a lo largo de su andadura para poder sobrevivir y encontrar nuevos editores y nuevas audiencias, como el intento de atraer al público homosexual. La revista fue creada por Douglas Lambert, el dueño de un club nocturno en California que vio la oportunidad de crear una publicación con desnudos para consumo de mujeres en pleno apogeo de una nueva revolución sexual. En su momento de más éxito, a finales de los 70, llegó a vender 1,5 millones de copias por número.

Dentro de su mundo de ficción, Minx también se hace eco de varios acontecimientos de la época, como la aparición en la publicación Cosmopolitan de una fotografía del actor Burt Reynolds vestido únicamente con un cigarrillo entre los dientes, el primer desnudo masculino en una página central.

Johnson recuerda un vídeo sobre Playgirl y las reacciones que provocaba la revista y que Rapoport les envió cuando estaban discutiendo el proyecto de la serie. “La reacción que tenía la gente sobre la desnudez masculina fue tan divertida que nos convencimos de que si nos acercábamos a eso podría ser un gran espectáculo”, concluyó.

Minx destaca también por el dinamismo de los diálogos, la caracterización de la época y el vivo y cuidado vestuario de los personajes, y muestra también algunos de los aspectos oscuros de esta industria, como el machismo, la corrupción y la explotación, pero siempre pasados por el tamiz del tono irónico o incluso en ocasiones cómico de la serie.