Un pasado reciente del arte contemporáneo vasco. Obras realizadas por nombres hoy conocidos y reconocidos pero que hace 30 y 40 años referían a jóvenes que estaban comenzando sus carreras, más allá de que algunos ya empezasen a reclamar atención. Piezas que a lo largo de los años fueron adquiridas, en muchos casos a través de los premios Gure Artea en sus anteriores formulaciones, por el Gobierno Vasco. Creaciones que el Ejecutivo ha trasladado a Artium para su estudio, catalogación, conservación y, por supuesto, también muestra.
De ahí nace 101. Construyendo un patrimonio público, exposición que ahora se puede ver en el centro de la capital alavesa, aunque el título no debe llevar a engaño. Son 20 los objetos -escultura, pintura, grabado y fotografía- que componen la visita disponible hasta el 24 de abril.
Es así, entre otras razones, porque con muchas de estas obras de arte todavía se está en los trabajos previos necesarios para poder exponerlas. Hay que tener en cuenta que varias de las piezas fueron construidas en su momento utilizando materiales reciclados, de carácter industrial y algunos muy efímeros, como explica Kike Martínez Goikoetxea, comisario de la propuesta.
Además, otras creaciones ya forman parte de otras producciones visibles en estos momentos en Artium como Zeru bat, hamaika bide. Prácticas artísticas en el País Vasco entre 1977 y 2002. Pero aunque no están todas las que son, el museo, dentro de este año en el que sopla 20 velas, comparte una representación significativa de esa colección pública vasca generada en torno al Gobierno Vasco a lo largo de las legislaturas.
Los alaveses Pudencio Irazábal y Juan Luis Moraza forman parte de un recorrido que también camina entre Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra de la mano de Pello Irazu, Iñaki de la Fuente, Ángel Bados, Marta Cárdenas, Cristina Iglesias, Txomin Badiola, Gabriel Ramos Uranga, José Ramón Morquillas, Gema Intxausti, Miren Arenaza, Fernando Roscubas, Luis Candaudap, Mikel Bergara, Elena Mendizabal, Begoña Zubero e Itziar Okariz.
Son piezas en todos los casos pertenecientes a épocas de juventud o de primeras etapas dentro de la profesión, creaciones llevadas a cabo en los años 80 y primeros de los 90 del siglo pasado, muchas de ellas vinculadas a distintas ediciones de los mencionados Gure Artea, que ahora cumplen 40 ediciones, aunque su propósito actual sea distinto.
Algunas de las creaciones casi no se habían visto hasta ahora. “Son casi inéditas”, apunta Martínez Goikoetxea. Y en todas ellas ha habido que hacer un proceso de restauración. “Son una muestra de un momento y un lugar”, añade Beatriz Herráez, directora de Artium. No dejan de conformar un pequeño pero significativo mapa de lo que luego sus diferentes creadores fueron desarrollando y experimentando. De hecho, la responsable del museo reconoce que hoy sería bastante complicado para el centro contar en sus fondos con obras de algunos de ellos como en el caso de Cristina Iglesias. El mercado, en los 80 y hoy, es el mercado.
“101 incide en unas líneas de trabajo principales del museo, aquella que subraya las funciones de conservación, investigación y difusión del patrimonio público contemporáneo” describe Artium. Una colección que cuidar pero también enseñar.