Hablar de la palabra fusión en el caso de Califato 3x4 es quedarse corto. De hecho, es imposible definir la propuesta de una formación que puede hacer que un tema suene al mismo tiempo a procesión de Semana Santa y a hit de pista de baile. Música, letras y estética audiovisual forman un mundo que empezó a gestarse en 2018 y que esta semana se adueña de la sala Jimmy Jazz, donde todavía quedan entradas disponibles. Aquí no hay miedo a la mezcla. Todo lo contrario. Se alienta al máximo.

Llegan en un momento en el que justo en Euskadi se reactiva la agenda de conciertos, con todo lo que eso supone. De hecho, esta actuación ha estado en el aire hasta no hace tanto. ¿Cómo llevan las bandas estas incertidumbres?

-Sí hemos estado con un poco de incertidumbre sin saber si íbamos a poder ir a tocar a Vitoria, pero teníamos claro que queríamos hacer lo imposible por actuar allí. Al final va a poder ser. Hace un par de semanas había dudas, pero bueno, ahora que todo es seguro, aquí estamos, preparándonos para un fin de semana por el norte que va a ser duro (risas). Son muchos conciertos seguidos, pero da igual. Además, siempre que vamos para allá nos tratan muy bien. Estamos locos por llegar.

Lo cierto es que al proyecto le llegó justo la pandemia en el mejor momento, cuando estaba explotando en la escena estatal.

-Pues sí, hemos tenido esa mala suerte. Pero bueno, nos hemos sabido adaptar a las circunstancias. Es lo que hay y solo puedes esperar que esto se acabe de una vez por todas.

Si muchas veces es complicado definir a una banda, en su caso es ya misión imposible. Para quién no les haya escuchado nunca, ¿qué se va a encontrar quien vaya el sábado a descubrirles?

-Lo que planteamos es una renovación del folklore andaluz, incluyendo en ese ámbito las músicas electrónicas que han estado sonando en los ambientes juveniles durante los últimos 30 años. Hemos cogido todas esas influencias, considerando el folklore en un sentido amplio, y hemos hecho un batiburrillo, mezclándolo además con influencias de otras músicas actuales. Y es lo que ha salido. Ha sido bastante natural. Al principio, lo hacíamos para divertirnos y ahora resulta que hemos obtenido algo que a la gente le ha gustado, así que aquí estamos, redondeando la idea. Es una mezcla de folklore andaluz con música electrónica, rock, punk y otras músicas.

¿Pero es jugar, es investigar, es simplemente hacer lo que les sale de ahí en cada momento...? ¿Dónde está el motor?

-La chispa está en que quienes fundamos Califato 3x4 éramos amigos y todos estábamos, y estamos, haciendo esa investigación a nivel individual, bien de una manera o de otra: pinchando, produciendo o introduciendo estos elementos en otros proyectos. Como teníamos esa inquietud en común a la hora de hacer música, decidimos hacer un campamento musical y quedar para hacer música un fin de semana por el simple hecho de pasarlo bien. De ahí salió el primer EP. Luego, el resto ha venido rodado.

¿Hay también un puntito de provocación en su propuesta?

-Tampoco nos planteamos esto diciendo: venga, vamos a renovar el folklore andaluz; o venga, vamos a provocar. Simplemente nos ponemos a hacer música y vídeos, y expresamos nuestras ideas, las cosas que nos rondan la cabeza. Cuando vemos lo que sale, sí que puedes leer que en algunas cosas hay provocación o una apuesta por renovar influencias que están denostadas. Pero eso siempre es a posteriori. Primero hacemos y luego analizamos que, inconscientemente, hay una serie de ideas que están en nuestra propuesta.

En un mismo trabajo hay temas muy diferentes entre sí. Para quien todavía no les haya visto en directo, que con la pandemia ha sido complicado, ¿qué puede esperar?

-Llevar la propuesta al directo ha sido algo complicado. Cuando hacemos la música, nunca nos planteamos el directo. Sacamos una idea, nos ponemos a jugar y le incorporamos lo que pida, sea un saxofón o una txalaparta. Luego, cuando vamos a los directos es cuando pensamos en cómo podemos trasladar todo eso a un escenario. Nos comemos bastante la cabeza con eso. Claro, los temas muchas veces suenan diferentes. Pero no creas, eso también nos gusta porque adquieren una dimensión diferente. Dependiendo del concierto, llevamos formatos distintos. Al norte, por ejemplo, ahora vamos siete músicos y cuatro técnicos, que es el equipo básico de gira y al que tenemos adaptado todo. Pero, por ejemplo, hay conciertos especiales que damos aquí en Sevilla, en donde, claro, no hay desplazamientos y eso nos permite contar con más gente. De todas formas, sea en un formato o en otro, nosotros siempre jugamos en el directo con eso de: bueno, veamos a ver qué sale hoy.

¿Planes de futuro contando con que la situación se vaya normalizando?

-Estamos en un momento en el que tenemos mucha energía, en el que nos entendemos muy bien y queremos aprovechar eso para seguir a tope. Cada proyecto tiene su vida. Hay un momento el que estás a tope para luego pasar a una etapa en la que la banda coge una inercia y puede bajar un poco el ritmo. Pero nosotros estamos todavía en ese primer momento de ir a tope y con todo. Curramos seis días a la semana en esto y así seguiremos hasta que nos cansemos o se nos agoten las ideas.