a 2 de TVE ha comenzado a promocionar This is philosophy, tercera entrega de la impagable serie de divulgación cultural tras This is Opera y This is Art, emitidas en 2015 y 2017, respectivamente, con producción de la catalana Brutal Media.
Esto es auténtica televisión pública en la vertiente soñada por los utópicos, que concebían el medio audiovisual como una escuela sin aulas para la instrucción de las masas, sobre todo para quienes no tuvieron acceso a una formación elemental.
La irrupción de los canales privados, bajo impulso de los gobiernos socialistas de Felipe González, truncaron ese bendito propósito y arrastraron la televisión a la pura abyección del entretenimiento banal y la inmundicia social.
En tiempos de baja creatividad se agradece la osadía de explicar sin erudiciones el proceloso discurrir del pensamiento humano. Materia más difícil de entender que la filosofía ya nos costará encontrar; pero ahí están sus 24 capítulos dispuestos a un viaje luminoso, desde Grecia a Nietzsche y Hegel, pasando por el Renacimiento y el más lúcido de todos, Baruch Spinoza.
Hasta la soledad tecnológica de hoy. La filosofía no nació para enseñar a pensar sin utilidad práctica, sino para ayudarnos a dotar a la vida de sentido pese a nuestros límites y fragilidad.
Por el camino de la ficción lo intentó Merlí, aquel profesor chiflado de instituto inspirado en El Club de los poetas muertos; pero la serie decayó en anécdotas de amor juvenil. ¿Habrá más personas críticas, abiertas y audaces tras This is philosophy? ¿Y cuántos nuevos amantes de la ópera y el arte dejaron los anteriores This is...?
Aunque solo fueran un puñado habría valido la pena. Rindo mi homenaje a la memoria de Jean-Marc Vallée, el fallecido director de la aclamada serie Big Little Lies, un portento de belleza que honra la televisión pensada para un mundo de seres libres.