- Un paseo por la mente de un genio, Stanley Kubrick, un cineasta innovador y libre que dominó los géneros y ejemplificó en su trayectoria el salto del cine clásico al moderno, es la propuesta de la exposición que llegó ayer al Círculo de Bellas Artes (CBA) de Madrid y que podrá visitarse hasta el próximo 8 de mayo.
Hay más de 600 piezas entre fotografías, atrezzo, vestuario, planes de rodaje, maquetas, claquetas, guiones y cuadernos de notas, storyboards y correspondencia, además de una selección de material audiovisual y un especial cuidado en la reconstrucción de las atmósferas de sus películas.
Así, el visitante puede recorrer el icónico pasillo de El resplandor, ponerse al frente de HAL 9000, la supercomputadora de la nave Discovery de 2001, una odisea en el espacio o fantasear con las misteriosas máscaras de Eyes wide shut.
La primera parte de la exposición arranca con sus inicios como fotógrafo de la revista Look. Fue su padre, Jakob Kubrick, quien le regaló su primera cámara Graflex al cumplir 13 años; poco antes le había enseñado a jugar al ajedrez, dos aficiones que moldearían su mente y su manera de mirar al mundo.
La primera fotografía que publicó fue la de un vendedor de periódicos que ilustraba la muerte de Roosevelt. Junta a ella, instantáneas de sus primeros reportajes, boxeadores, músicos de jazz, Frank Sinatra y de sus primeros cortos documentales.
En la misma sala se estructuran materiales de sus primeros proyectos cinematográficos, realizados e inconclusos, en torno a sus ideas sobre el espacio y el tiempo, la palabra, el deseo o la guerra.
Desde su primer largometraje, Miedo y deseo (1953), sobre la situación desesperada de una patrulla militar en líneas enemigas; sus incursiones en el cine negro, El beso del asesino (1955) y Atraco perfecto (1956), a la mítica Senderos de gloria (1957) que le unió a Kirk Douglas con quien repetiría en Espartaco (1960).
Del rodaje de esa superproducción que pasó por Madrid en su última fase hay fotografías, testimonios y puede verse también la secuencia de la gran batalla final rodada en Colmenar Viejo (Madrid).
Más desconocido pero igualmente profuso es el material de proyectos que no llegó a realizar como Los papeles arios, sobre el Holocausto, y que incluye anotaciones para el guion, planes de rodaje, localizaciones y diseños de vestuario. Se dice que lo abandonó de forma definitiva cuando Spielberg estrenó La lista de Schindler (1993).
O su proyecto sobre Napoleón, que tampoco llegó a ver la luz, del que puede verse la amable carta de rechazo de Audrey Hepburn, a quien Kubrick había ofrecido el papel de Josefina.
La segunda parte del recorrido se centra en sus grandes películas a partir de 2001, una odisea en el espacio (1968), punto de inflexión en su carrera. El disfraz del simio Moonwachter, los trajes de astronauta o la escultura de El Niño de las Estrellas son algunos de los objetos seleccionados.
También la mesa del Korova Milk Bar de La naranja mecánica (1971), los trajes de Marisa Berenson en Barry Lindon (1975), los vestidos de las gemelas de El resplandor (1980) o el caso de Bufón en La chaqueta metálica (1987).