El fotógrafo gasteiztarra Jon Gorospe analiza cómo las líneas rectas y las superficies lisas, que él denomina "lo pulido", se han convertido en el signo estético de la arquitectura del siglo XXI y en un símbolo "del poder" en su nueva muestra Polished Cities, que se inaugura este viernes en Roma.

La exposición recoge una decena de fotografías que diseccionan varios edificios contemporáneos de ciudades muy distintas como Singapur, Nueva York, Berlín, Milán o Oslo, donde reside el fotógrafo, y se podrá ver hasta el 31 de enero en la galería de arte 28 Piazza di Pietra.

En las paredes, techos, columnas y fachadas de edificios que el fotógrafo retrata en blanco y negro se observa un elemento en común: "lo pulido", que se ha convertido en "el signo estético de la arquitectura del siglo XXI", un concepto que Gorospe extrajo del libro Saving Beauty, del filósofo surcoreano Byung-Chul Han.

Tras leer su discurso, el fotógrafo se empezó a preguntar "dónde se encontraba este tipo de estética en las ciudades", y se percató de que estaba "en los centros neurológicos de las ciudades donde residen las oficinas de empresas importantes, los bancos y las grandes instituciones", explica.

"Me interesaba mucho la idea de cómo lo pulido ha encontrado su sitio en un tipo de edificio que conforman barrios que están hechos para ir a trabajar, pero no para ser habitados, en lo que podemos llamar la arquitectura del poder", relata el fotógrafo, que ha sido reconocido por instituciones como el Salomon R. Guggenheim de EEUU.

Pero "lo pulido" no es sólo una estética arquitectónica, sino la idea de que "nada ejerce una resistencia", un mensaje que se quiere trasladar a la forma de vivir de cada uno para evitar los roces entre las personas.

Gorospe, de 35 años, considera que esta idea de paz es falsa, y lo demuestra en la primera parte de la exposición, donde instala entre las distintas imágenes de edificios unos vidrios rojos que contrastan con el blanco y negro, y que simbolizan el ritmo frenético de la ciudad.

"El rojo es el color que establece el ritmo de los viandantes en la ciudad, a través de las señales y los semáforos, es lo que crea las pausas en la vida urbana", apunta mientras da los últimos retoques de la que será su segunda exposición en Roma.

Según el fotógrafo, aunque el paisaje urbano romano, dominado por las ruinas antiguas, puede parecer muy lejano a la que él retrata, ambos comparten un elemento en común.

"Ambas arquitecturas no están hechas para los hombres sino para los dioses, que antiguamente eran deidades concretas y que ahora tienen que ver con las grandes corporaciones", asegura.

Esta idea se evidencia no solo en las propias fotografías, sino también en el lugar donde se exponen, y es que la galería 28 Piazza di Pietra se encuentra al lado de la extensa fachada del templo de Adriano integrada en un edificio mucho más moderno.

Asimismo, Gorospe capta esta idea en la segunda parte de su muestra, formada por una serie de fotografías en metálico de pilares y columnas que simbolizan que durante toda la historia se ha usado este elemento para "soportar grandes edificios de poder".

Finalmente, descendiendo a la planta baja de la galería, se encuentra la instalación "los observadores", formada por varias placas de luz que tienen estampadas la imagen de personas que se encuentran en el acto de fotografiar, y que Gorospe capturó en Wall Street.

Las distintas placas, que recuerdan a las lámparas de oficinas, se van encendiendo con el movimiento de los visitantes, para así dar la sensación de "ser observados", y es que según el fotógrafo, las superficies pulidas de estos edificios permiten "observar mejor a la gente", como si fueran controlados.

Aunque la exposición se inaugura en Roma, Gorospe espera poder visitar otras galerias del mundo con esta muestra que sostiene, no está todavía acabada, porque igual que la vida, la arquitectura y su proyecto siguen evolucionando.