- Leticia Dolera descubrió el camino que iba a seguir María, una de las protagonistas de su serie Vida perfecta, recordando lo que le contó una amiga años después de sufrirlo: tras ser madre no sintió ninguna conexión con su bebé durante meses. Un sentimiento frecuente que atormenta a muchas mujeres y que hoy sigue siendo un tabú, asegura la creadora. Siguiendo su convicción de que la cultura ha de ser espejo de todos los temas sobre los que cuesta hablar, Dolera ha centrado en ese sentimiento de rechazo y frustración, proveniente de un cuadro de ansiedad postparto, el argumento principal de la segunda temporada de la serie, creada y protagonizada por ella (con Manuel Burque como cocreador), estrenada completa el pasado viernes en Movistar+. En una entrevista con Efe, la actriz y directora, abanderada de la causa feminista, habla sobre este proyecto que la hace profundamente feliz y que en su temporada inicial se coronó como mejor serie en el Festival Internacional de Series de Cannes, entre otros premios.
¿Por qué llevar a María por ese camino oscuro de la ansiedad postparto?
-Cuando pensé en una segunda temporada tuve claro que a María la quería llevar allí. Antes de escribir Vida perfecta, una amiga me contó que durante el primer año de vida de su hijo no había sentido ninguna conexión con él, ninguna emoción, que había pensado que se había equivocado y que qué iba a hacer con esa persona que había traído al mundo. Me lo contó tres años después porque en su momento no se vio capacitada para compartirlo con nadie y eso me impactó muchísimo. ¡Qué fuerte que algo tan doloroso lo hayas vivido sola, por la culpa y la vergüenza! Yo quería hablar de esto.
En la serie María (interpretada por la propia Dolera) insiste una y otra vez en que ella no tiene depresión sino un cuadro de ansiedad. ¿Por qué esta necesidad de dejarlo claro?
-Me documenté con una psicóloga que había tratado a muchas mujeres con un cuadro de ansiedad postparto o de depresión postparto y estuvimos reflexionando mucho con el término depresión. La palabra depresión es una palabra muy fuerte que implica muchas cosas y que implica hablar no con un psicólogo sino con un psiquiatra. Ella me dijo que hay muchas mujeres que pasan una experiencia parecida al ser madres, que tienen que pasar un duelo con la maternidad porque la maternidad no es como les habían contado. No es que mi hijo nace, yo soy feliz, me siento realizada, es lo más bonito de mi vida... aunque todo este relato puede pasarles a muchas mujeres también. No es que yo o la serie estemos juzgando a las mujeres que lo viven así.
¿De dónde viene esa falsa idea de que la maternidad es estar en una nube constante de felicidad?
-Viene de la idea de la Virgen María, del relato hegemónico y de un sistema de valores patriarcal en el que la buena mujer es la mujer madre, y la buena madre es la madre que lo da todo por su hijo porque eso le hace feliz. La mujer deja de ser mujer y pasa a ser solo madre, mientras que el hombre es padre pero también es hombre. A día de hoy, que pensamos que hemos hecho muchos avances (y algunos sí se han hecho), eso es cierto, pero todavía siguen siendo muy pocos los hombres que se piden la reducción de jornada. El 90% de los casos que la piden son mujeres. Hay algo ahí todavía que no estamos consiguiendo de igualdad que tiene que ver seguramente con eso. Las renuncias en la madre son naturales, en el padre son para darle un premio.
¿Y por qué no se está consiguiendo?
-Son siglos de este relato. Es muy difícil cambiar un relato que está tan arraigado y durante tiempo, tanto en la cultura como en la religión. Cuesta mucho cambiarlo porque enseguida se nos tacha de malas madres, de mala mujer... aunque parezca mentira todavía existe esta cosa de que la mujer está para dar hijos o para satisfacer el deseo masculino. Todavía vivimos con ese imaginario.
Con este panorama, ¿son más necesarias que nunca series que hablen de temas así?
-Yo no me atrevería a decir que es necesaria una serie que he escrito yo. Pero está bien que la cultura nos sirva de espejo. Que no solo refleje la realidad sino que también la proyecte. Que nos ponga delante de esos temas de los que a veces cuesta hablar porque no forman parte de ese relato tradicional hegemónico y que nos plantee cuestiones y preguntas. Juan Mayorga dijo en una entrevista que él creía que los teatros tenían que ser sitios a los que nos diera miedo entrar porque aquello que vas a ver no sabes cómo te va a remover, ni qué te va a hacer pensar, ni a qué te va a enfrentar. A mí me gusta ver proyectos que me obligan a hacerme preguntas y me remueven cosas.