Tras meses de parón por la situación sanitaria, su agenda de presentaciones, lecturas, encuentros y recitales está en un “tiempo muy fértil”, tanto que Juan Cobos Wilkins no para de “una punta a otra de la península”, viajes en el camino de la vida y la escritura en los que “percibo una necesidad de reencontrarse con la palabra viva y no con la palabra a través de una pantalla o sencillamente como una voz que se oye a través del teléfono”. Lo más seguro es que este viernes le suceda lo mismo en Gasteiz, en una ciudad a la que regresa para tomar parte en el programa Cita con la Poesía. En concreto, será a las 19.30 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, siendo el acceso gratuito.
Es del todo imposible resumir en pocas líneas la amplia y premiada trayectoria del escritor, aunque, en cierto modo, él lo va a intentar en la capital alavesa a través del recital Paseo por el amor y la muerte, propuesta bien diferente a la que a principios de 2019 presentó en el mismo lugar junto a Martirio. Así, ante al público que acuda esta vez, “vamos a hacer un recorrido, un paseo por mi obra poética, desde casi los primeros libros hasta el último publicado, Matar poetas. Es una selección en la que los dos temas predominantes van a ser el amor y la muerte, esos dos puntos de la brújula del ser humano”.
En ese echar la mirada atrás, existe el peligro de encontrarse con algo que uno ya no comparte o que siente como ajeno, pero no es el caso de Wilkins. Es más, cita su obra, Espejo de príncipes rebeldes, como ejemplo de ello. “Me miro y me reconozco” en unas páginas creadas en torno al “primer rebelde de la historia contra un orden establecido, Luzbel”. Él se decidió “a caer en la duda, que es el comienzo de la filosofía, de la sabiduría, del tratar de saber quiénes somos. Me sigo solidarizando con el non serviam, con la duda, la pregunta, con el querer indagar y el querer saber frente a la alabanza y la servidumbre”.
Desde aquellos primeros escritos a los actuales han pasado unas cuantas hojas. Algunas muy recientes hablan, por ejemplo, de los reconocimientos que la obra literaria del autor sigue sumando. “Han sido dos premios muy gratificantes y hermosos, que me alientan mucho para seguir creando, son un soplo para proseguir. Son además de esos galardones a los que uno no se presenta. Son de esos premios que uno coge el teléfono y dice: ¿cómo?”, ríe el creador. Uno de ellos ha sido el Ciudad de Priego de Córdoba. El otro, el Premio Internacional Emilio Castelar a la Defensa de las Libertades, que con anterioridad han recibido nombres como Pepe Mújica, expresidente de Uruguay, y el periodista Iñaki Gabilondo. “Este me ha conmovido hondamente porque el jurado ha dicho que se me ha concedido por mi obra y por mi vida. La segunda parte es la que me ha producido una emoción sin par, desconocida hasta entonces. He creído siempre que mi escritura y mi vida son paralelas, no soy un autor que mantiene una existencia al margen de la palabra. Van fundidas como amantes, además muy celosas la una de la otra”.
Estos reconocimientos, así como el poder recuperar una agenda de presentaciones más que activa son dos buenas noticias tras muchos meses en los que la pandemia lo ha marcado todo, una situación que él dice estar viviendo “mal, regular y bien. Pero no consecutivamente, ni por ese orden tampoco, sino los tres a la vez, mezclados, confusos. Ha sido como la trinidad, como el misterio de la santísima trinidad o si lo quieres más banal, como ese producto que todo lo afloja, un tres en uno a la vez, conjunto, como en un tótum revolútum”. Así lo explica quien tuvo que paralizar de repente las presentaciones de sus últimas creaciones a las pocas horas de recibir los ejemplares puesto que el confinamiento supuso un muro infranqueable. De hecho, dos títulos de sus poemarios más recientes -el ya citado Matar Poetas y El mundo se derrumba y tú escribes poemas- se hicieron virales sin que, en realidad, su contenido tuviera que ver.
“No sé si la pandemia en la escritura va a tener repercusión. Supongo que es algo que se tiene que sedimentar, son todavía partículas flotantes que tienen que alcanzar su poso. Después, como un augurio, podré leer en esos posos ya sedimentados. Pero me parece que todavía el proceso continua, sigue vivo, no ha parado. Igual que la escritura de un libro, al menos para mí, necesita de un cierto distanciamiento, de un reposo, de un dejar que pase el tiempo para tomarlo con suficiente sensatez y hondura. De la misma forma, habrá que esperar para saber si esto ha tenido consecuencias en la creación”, describe quien, en los primeros meses de parón, se creyó “paralizado para poder escribir. Pero de pronto, como un relámpago, de una forma deslumbrante para mí y sorpresiva comencé a escribir y fue increíble. A las tres de la madrugada saltaba de la cama porque venía imponiéndose de forma rotunda un verso, una palabra, un poema. Estuve poseído, raptado, durante un tiempo en una escritura de entrega absoluta”. El resultado “lo he dejado reposar para darle distancia”, para volver a “mirarlo sin legañas complacientes” dentro de un tiempo. El resultado es un poemario que como mucho se publicará en 2022 sin descartar que sea 2023.
“Percibo la necesidad de reencontrarse con la palabra viva y no a través de una pantalla”
“Mi escritura y mi vida son paralelas, no soy un autor con una existencia al margen de la palabra”
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