- Dice que se veía en sus inicios con una carrera teatral, años después su carrera es más bien televisiva con dos personajes que los espectadores no olvidan: el Poli (Médico de familia) y Fiti (Los Serrano). Este último es el que utiliza mucha gente para dirigirse a él en la calle. Hasta el día 25 estará en el auditorio del Palacio Euskalduna haciendo brotar carcajadas a los espectadores: "La risa sigue existiendo aunque llevemos la mascarilla puesta".

Llega el viernes a Bilbao con 'Escape room'...

—Estoy deseando volver a Bilbao, el año pasado por el tema del Covid no pudimos estar. Es una ciudad en la que siempre he estado con teatro y es muy importante en mi carrera.

¿Cómo es su personaje?

—El que tiene la iniciativa de analizar este fenómeno del escape room con sus amigos de toda la vida. Esos amigos son los personajes que interpretan Kira Miró y Leo Rivera. El mío aprovecha que no conocen a su nueva novia, ella es en la vida real Marina San José.

En principio, una aventura banal, ¿no?

—Sí y no. Mi personaje conoce lo que es el escape room, pero los otros tres no saben nada de un juego que puede ser divertido o convertirse en un infierno. Yo soy un tipo conciliador, un tipo que cree en la amistad, a él no le gustan los conflictos... Lo primero que le dice a su chica, antes que los otros dos lleguen (siempre llegan tarde) es que lo mejor es no hablar de política.

Con los tiempos que corren, difícil parece.

—Y tanto. Pero estamos saturados de política, en la vida real sobre todo. Como ves, él intenta apagar el fuego antes de que prenda pero luego, como ocurre en todas las comedias, todo salta por los aires y lo que parecía un juego de niños no es tal.

Una historia que cuestiona la amistad, la pone a prueba y demuestra su fragilidad.

—Sobre todo pone a prueba los papeles que jugamos dentro del círculo de amigos o de la cuadrilla. Al igual que ocurre en la familia, también entre nuestros amigos tenemos establecidas ciertas etiquetas y las damos por buenas: el torpe, el descerebrado, el buenazo, el descarado... Y uno siempre tiene la sensación de que en algún momento tendría que rebelarse contra esas nominaciones que a veces son injustas.

¿Y qué ocurre cuando aparece un elemento externo, en este caso la novia de su personaje?

—Pues lo que pasa en la vida real, se la mira desde fuera y se piensa: ¿Pero tú quién eres? ¿Tú qué pintas aquí? Si además le sumamos una situación límite como puede ser la del escape room, las caretas se quitan y todos demostramos quiénes somos de verdad.

¿Habían estado en un lugar de escape room antes de la obra?

—Sí. Aunque personalmente no es algo que me guste ni tenía ningún interés en probarlo. Pero cuando planteamos ir por documentar la obra, fue otra cosa. Reconozco que esa visita nos sirvió como actores, y mucho. Nos puso en un estado de excitación similar al que requiere la función. Hay una urgencia de resolver enigmas. Hay un reloj que marca la cuenta atrás y lo está viendo el público. Que haya esa muestra de cómo pasa el tiempo hace que los espectadores también estén participando de todo lo que ocurre en el escenario y también participa de ese nivel de ansiedad que da el estar dentro un sala de escape room.

¿Se ha aligerado la presión sobre las giras teatrales?

—Eso espero. El año pasado teníamos pensado ir a Bilbao y no se pudo hacer. Este año parece que todo está un poco mejor, que hay mejores condiciones. La vacunación ha avanzado. Sí parece que los ayuntamientos están confiando un poco más y están manteniendo las fechas. El año pasado de una semana a otra cambiaban las cosas.

¿Resulta igual la risa cuando el público está con mascarilla?

—Tiene su peculiaridad. Miras atrás en el tiempo y dices: Si esto me lo dicen hace dos años, me parecería que estaríamos en un cómic. A mí no me parece ya rara la mascarilla. La risa sigue existiendo con mascarilla o sin ella. Además, la actitud del que viene al teatro en estos tiempos es de una entrega mayor, es una actitud más militante de ir a ver una función. No solo se han vestido, han salido de sus casas y de sus rutinas, también han vencido los miedos que genera esta pandemia. Ha habido momentos que era casi un acto de valentía salir de casa.

Sentimos la necesidad de salir.

—Sí, no digo que no. Ir al teatro siempre es un acto de generosidad, pero en algunos momentos lo es más. Muchos superaron la paranoia y los miedos que circulaban en el aire en unos momentos muy delicados. Es algo que los actores no podremos olvidar nunca. Cuando el público se pone en pie en un teatro para aplaudir al final, tendría que ser a la inversa, nosotros tendríamos que aplaudir a esas personas que han venido a vernos. Hemos vivido momentos de muchísima emoción y hemos estado al borde de la lágrima.

Cambiemos de medio. En televisión sigue en 'Madres', ¿no?

—Ahí estamos. Hemos podido continuar con unos controles muy estrictos. Cada vez que ibas a grabar te tenías que hacer una PCR. En el caso de esta serie, no ha habido grandes parones. En general, en todos los rodajes las cosas se ha hecho bastante bien.

¿Algún trabajo más entre manos?

—No mucho más. Tengo una película pendiente, se iba a rodar este verano, pero se ha retrasado y a mí no me ha venido nada mal porque estaba con la gira. No puedo decir mucho de qué va. De todas formas, después vamos a volver a Madrid con Escape room y estaremos allí un buen rato y después haremos una gira grande. Estoy bien de trabajo, no puedo quejarme. Si sale algún otro proyecto interesante, por supuesto lo haré.

Títulos de películas es lo que menos aparece en su currículo. ¿Tengo mal los datos?

—No, los tienes bien. Es lo que menos he hecho. La carrera de un actor no la elige él, es la carrera la que te elige a ti. Yo pensaba que iba a hacer una carrera de teatro y al final todo el mundo me conoce por una carrera en televisión que yo no esperaba. De hecho, lo primero que hice fuera del teatro fue una película.

¿El personaje de Fiti sigue siendo omnipresente en su vida o se ha desdibujado ya?

—Sigue, sigue ahí. No te puedes imaginar en la calle cómo es. Además, como repiten la serie en bucle, la gente sigue viendo Los Serrano. Chavalería que no había nacido cuando se estrenó, la está viendo ahora y Fiti sigue estando muy presente.

¿No le apetece pasar página? A veces ese personaje del recuerdo se impone sobre todo lo nuevo que haga usted.

—Yo encantado. Lo tengo muy asumido. No puedes luchar contra lo que la gente quiere o con lo que la gente se queda. Es inútil. Hubo una época de mi vida en la que me preocupaba. Cuando hice Médico de familia, fuera del plató era el Poli para todo dios. Fiti hizo olvidar al Poli y ahí sigue como un campeón en la mente de muchos espectadores. Estoy contento de que me reconozcan por un personaje que fue muy importante para mí. Estoy convencido de que así se va a quedar porque es muy difícil en televisión hacer algo tan potente como aquella serie.

La televisión ha cambiado mucho.

—Mucho, mucho... Ahora es imposible pensar en hacer audiencias como las de Médico de familia o Los Serrano con una serie. Además, con lo de las plataformas, las series ya no aguantan más de dos o tres temporadas...

No sé qué decirle, ahí tenemos 'Amar es para siempre'.

—Pero pienso que no tiene el mismo nivel de desgaste que otras series de prime time. Yo estuve dos temporadas allí y te puedo decir que a nivel de calle no se nota tanto.

Hizo usted 495 capítulos de 'Amar es para siempre'. Es como un trabajo fijo.

—Ja, ja, ja... Cuando ves el funcionamiento de una serie como esa, te parece que es el de un ministerio. Tienen su calendario de vacaciones establecido, se organizan las grabaciones para que cada equis viernes, libres uno y puedas tener un fin de semana largo. Hay una serie de acuerdos casi estatutarios.

¿Resulta difícil hacer una serie diaria?

—Muy difícil. Tengo que reconocer que tenía cierto prejuicio. Cuando entré allí y vi el nivel de páginas que hay que aprender cada día, el nivel de grabaciones, de tramas, me quité el sombrero. Pasar por una diaria es como hacer el servicio militar. Sobre todo si tenemos en cuenta la organización que tienen los responsables de la producción.

Obliga a la disciplina, supongo.

—Supones bien. Hay que estudiar constantemente. No te puedes descuidar. Las dos temporadas que estuve allí fue todo muy intenso, pero sobre todo fue de un gran aprendizaje. El actor siempre debe ser disciplinado. Tiene que aprenderse un guion que han hecho otras personas y también tiene que estar a las órdenes de otros, la disciplina va con el oficio.

Está en Bilbao el día que su equipo, el Athletic, se enfrenta al Barça.

—Ja, ja, ja... Ya me gustaría verlo, pero estoy trabajando. A lo mejor puedo ver algo en la tele en algún momento de descanso. A ver qué hacemos esta vez.

"Mi personaje sabe qué es el escape room, pero los otros no saben nada de un juego que puede ser un infierno"

"Igual que en la familia, los amigos tenemos establecidas ciertas etiquetas y las damos por buenas"

"Cuando el público se pone en pie en un teatro para aplaudir al final, tendría que ser a la inversa"