l torbellino italiano de Raffaella Carrà se coló en los corazones españoles a partir de los años 70 gracias a desenfadadas y traviesas canciones discotequeras y coreografías que sacudían décadas de conservadurismo, también a su naturalidad como conductora en televisión hasta convertirse en una estrella tan de aquí como de allí. Nacida como Raffaella Maria Roberta Peloni el 18 de junio de 1943 en Bolonia, en 2016 anunció emocionada en un programa de la televisión italiana que quería retirarse para pasar el testigo a las nuevas generaciones. Artista precoz, participó en una película a los 9 años y con 10 se trasladó a Roma, donde comenzó a tomar clases de danza clásica. Se diplomó en Interpretación en el Centro Experimental de Cinematografía en 1960 y cinco años después viajó a Barcelona con la compañía de teatro Giulio Bosetti para participar en el Festival de Prosa Latina, con la obra de Diego Fabbri Il seduttore. En Italia presentó Io, Agata e Tu y a partir de 1983 el espacio que marcó historia, Pronto, Raffaella? Recientemente había participado como coach en la versión italiana de La Voz.

Aficionada al fútbol, su club era la Juventus y ayer este equipo la recordó en Twitter con un mensaje breve, Ciao, Raffaella. El equipo turinés adjuntó una foto de Carrá vestida con la camiseta y el chándal de la Juventus en el centro deportivo de la Continassa, al que solía ser invitada por directivos y entrenadores. Además, tenía mucho aprecio y cariño por el argentino Diego Armando Maradona, estrella del fútbol fallecida en noviembre de 2020, al que invitó en uno de sus más famosos programas televisivos, Carrámba, escrito con tilde para jugar con su apellido.

En su país ya era muy conocida cuando decidió probar suerte en el cine en España, primero con El caballero de la rosa roja (1965) y luego con Comando al infierno (1969), pero el séptimo arte no fue donde más brilló. La artista, que venía de escandalizar en la televisión italiana al mismísimo Papa por su interpretación con el ombligo al aire de uno de sus más célebres temas, Tuca tuca, aterrizó en España en olor de multitudes a través de RTVE en un momento de enormes audiencias. Su primera aparición en un programa español, ¡Señoras y señores! en 1975, la confirió suficiente popularidad como para que la ofrecieran nuevas oportunidades de seguir en contacto con la audiencia española, que la convirtió en un icono sexual justo cuando se despertaba de décadas de blanco y negro y moral ímproba.

Entre bambalinas no todo era brillo. "Recién llegada a España tras la muerte de Franco, yo empezaba en TVE. Fue un período muy difícil para mí, porque era muy complicado trabajar. La única música que sentía siempre en la radio era la de Paco de Lucía y me daba fuerza para seguir", reveló hace años. Así llegó un primer recopilatorio en el que sus temas más emblemáticos aparecían traducidos al castellano, Raffaella Carrà (1976), en el que ya figuraban cortes como En el amor todo es empezar o Rumores.

Unido a su éxito, llegó la experiencia como presentadora, La hora de Raffaella Carrà. No sería el último. En los años 90 retornó para el no menos icónico espacio de entrevistas y actuaciones musicales ¡Hola Raffaella!, emitido entre 1992 y 1994. Habría más: A las 8 con Raffaella, el maratón solidario Contigo, la preselección Salvemos Eurovisión y, en 2006, intervino en la gala de los 50 años de TVE.

En medio, la dimensión musical de la Carrà no hizo sino crecer, también en castellano, a medida que se consolidaba su popularidad a uno y otro lado del Mediterráneo. Ahí quedan Caliente, caliente, Fiesta o Mamá dame cien pesetas, también Hay que venir al sur, Qué dolor, 53 53 456, Adiós amigo o Felicità, tà, siempre joviales y un pelín atrevidos. En su época de apogeo fueron 18 los álbumes editados en España. Con ellos, logró trascender géneros musicales y convertirse en un símbolo. Esa capacidad perduró con los años, como su relación de afinidad con el público LGTB. Y así, perenne, eterna, no le digan adiós, díganle siempre: Ciao, Raffaella!