veces sucede, aunque no es muy habitual, encontrarse al comienzo de una película con el aviso legal de que los hechos y personajes narrados no se corresponden con la realidad, y la coincidencia es pura casualidad y así lo dejan advertido los guionistas y responsables de la cinta. En el mundo de las plataformas digitales se ha desatado una polémica entre realidad y ficción por la serie Los reyes de la noche, que unos defienden por su valor documental y otros opinan que es pura recreación de los 70/80 en el mundo de la radiodifusión y más en concreto en el campo de la información deportiva. Mientras unos consumen con fruición las peleas profesionales entre dos maestros del periodismo radiofónico nocturno, otros ponen en duda los personajes construidos por los guionistas más atentos a la creatividad, dejando la idoneidad de la historia para sesudos analistas. Realidad o ficción, personajes de carne y hueso o muñecos de trampantojo, historias de verdad o aventuras inventadas y ajenas a los hechos son elementos narrativos que los profesionales de la tele manejan a su antojo, sobre todo en el campo de series y relatos de entretenimiento. Lo importante es que parezca verosímil si es mentira histórica, o que la fuerza del relato histórico sea coherente con la memoria rescatada. Los guionistas construyen sus relatos mezclando elementos del ayer sucedido con imaginaciones calenturientas. Todo sirve parta construir el guion, ficción o realidad, mezcladas en una unidad de entretenimiento, de relato de hechos ocurridos o ensoñados. Ficción, no ficción, relato inventado, todo es cuestión de llegar al espectador y emocionarle con el latido de las secuencias en pantalla. De todos es conocida la circunstancia que condujo al Quijote a la locura por su exceso en la lectura de libros de caballerías, pura locura imaginativa. Cuánta ficción, cuánta imaginación, cuánta no ficción, cuánta realidad se desparramó en la obra del insigne castellano?