La primera edición del festival de humor Komedialdia vive mañana una penúltima jornada cargada de propuestas que también pasará por Helldorado. Además de la música de Magufada a las 16.00 horas, el espacio de la calle Venta de la Estrella recibirá tanto a las 13.00 como a las 18.00 horas los monólogos de Verónica Berenguer (Esclerotica) y Kike Loyola, quien con Vivan los bares quiere rendir homenaje a unos espacios en los que tantas veces ha actuado. Así lo subraya en esta entrevista que, cómo no, se produce en un bar, en concreto en el Salburua.

Tanto tiempo sin poder actuar tiene que estar siendo difícil.

-Está siendo un año complicado, muy complicado. Estoy deseando volver a encontrarme con el público. Esta es una actuación que me ha llevado mucho trabajo porque los textos que venía haciendo, ahora parecen de otro siglo. En este año han pasado muchos años. Tenía la idea de que quería hacer un homenaje a los bares. Lo han pasado muy mal. Para mí siempre han sido un referente: la vida del bar, el encuentro social, los lugares de diversión y actuación. Así que he adaptado todo a este año pandémico y horroroso que hemos pasado, manteniendo el homenaje a los bares. Están las dudas sobre los límites del humor, sobre hasta dónde te puedes reír, si esto sentará bien o mal porque igual ahora hay mucha sensibilidad con respecto a determinados temas. Pero bueno, creo que me centro en cosas que hemos vivido todos y lo que hago es buscar ahí el lado absurdo de la realidad para hacer una caricatura y que todos nos podamos reír.

Pero sin poder ver la risa.

-Me imagino que la gente se reirá fuerte para que se oiga la risa aunque no se pueda ver.

Hablaba de los bares como espacios de encuentro social. ¿Cree que todo lo sucedido va a cambiar la forma de relacionarse?

-No lo sé. Creo que los cambios que van a suceder dependen un poco de nosotros. La sociedad va en una dirección y, la verdad, yo creo que no es la correcta. Pienso que si no tomamos conciencia de lo que está pasando y hacemos el esfuerzo de cambiar algunas cosas, vamos a acabar comiendo fotocopias de filetes.

¿Cómo será lo que se viva en Helldorado junto a Verónica Berenguer?

-Cada uno acude a mostrar su trabajo, en su caso, también relacionado con las experiencias que ha tenido en el último año. Tenemos la suerte de compartir este escenario pero son dos actuaciones independientes. Bueno, y compartimos amistad.

Helldorado es un sitio para la música y Kike Loyola es músico. ¿Habrá alguna sorpresa?

-Sí. Bueno, uso la guitarra en este monólogo y voy a darle bastante protagonismo al instrumento. Cuando estás hablando, puedes hacer viajar a la gente con tus relatos, pero la guitarra automáticamente te lleva a otro lugar. A mí me ayuda mucho a que el espectáculo camine hacia delante. A partir de ahí, creo que la gente necesitará cantar y creo que deberíamos interpretar juntos alguna canción.

No dejan de ser dos actuaciones casi consecutivas y, por lo tanto, un esfuerzo físico y mental.

-Hay que tener muy previsto eso y ser consciente de que necesitas guardar energías para el segundo pase. No quiero decir que el primer pase vaya a ser menos energético, sino que entre uno y otro me tendré que cuidar y tomarme unas cervezas después, cuando todo pase.

¿Qué es lo más extraño que le ha pasado alguna vez en un bar?

-Me han pasado cosas extrañas y fascinantes. Me viene ahora a la cabeza una anécdota que me sucedió en un bar una Nochevieja ya muy avanzada. Se me acercó una mujer que me dijo que en su vida había dos canciones, una Satisfaction de los Rolling, y la otra Todo va bien. Me fui para casa muy contento.

¿Qué es lo que más ha echado de menos de estos lugares?

-El encuentro social, la libertad de hablar con las personas, el contacto con la gente. Pero bueno, también he echado de menos abrazar a mi familia, ponerle la mano en el hombro a mi amigo, pasársela por el cabello a esa chica simpática. He echado mucho de menos al público.

¿Ve posibilidad de ir recuperando en otoño actuaciones y agenda?

-No sé qué va a pasar. Los bares ya lo tenían antes muy complicado en este sentido. Y ahora, con las limitaciones de aforos y demás, no sé. Espero que encontremos el camino y también que todo lo que está relacionado con las artes escénicas de un salto hacia delante en lo que se refiere a profesionalidad. Igual hay que cambiar algunos enfoques. Pero para que eso suceda, hay que tomar conciencia de muchas cosas y olvidar un poco este concepto de supervivencia en el que estamos, porque es un tanto superficial hablar de supervivencia cuando eso significa mantener un estatus. Es momento de pensar en el bien común y tratar de ser realmente solidarios. No sé si vamos a ser capaces.

Y en todo esto alguien decide montar un festival del humor.

-El humor no es de quien lo escribe sino de quien lo necesita. En ese sentido, un festival de humor responde a una necesidad social en este momento. Aplaudo la propuesta.

Se han perdido muchas risas.

-Sí. Ha habido mucho dolor, mucha tristeza, mucha desesperación y nuestro carácter ha cambiado. Necesitamos liberarnos.