La evolución de la representación del humor en los cómics que han acompañado a los hogares españoles durante el último siglo será el tema principal que Antonio Altarriba expondrá hoy en el Europa para abrir Komedialdia.

¿Ha cambiado mucho aquello de lo que ya no nos reímos a la hora de realizar humor?

-Las cosas de las que nos reímos definen mucho nuestro carácter y la atmósfera cultural que se vive en un momento. Además, en el fondo de la risa hay un puntito de maldad, hay algo de la desgracia ajena que nos resulta cómico. Eso sí, de las desgracias leves, el desliz de las antiguas películas en blanco y negro que hoy en día sigue funcionando muy bien, si a alguien se le cae el sombrero o el típico resbalón. Por eso, he estado repasando viejos cómics de los años 40 y 50 para la intervención, que además yo leía de pequeño, y te das cuenta de que también hay muchísimas cosas que hoy no nos harían nada de gracia. El tema del racismo o el maltrato a animales estaba en la base de muchas bromas que aparecían en las viñetas, nos hacía mucha gracia.

Cuando los occidentales iban a "culturizar" a los africanos que no sabían comportarse.

-Exacto, por eso voy a proyectar varias imágenes que ahora mismo nos van a parecer inasumibles, también con fuertes contenidos machistas, cuando se representaba a la mujer solo por su aspecto físico, y provocaba en los hombres la admiración desaforada si está buena o la risa porque salgan corriendo si es fea. Esto me permitirá en la charla reflexionar sobre cómo son los resortes del humor y pasar un rato agradable viendo viñetas que muchos reconocerán.

Respecto al humor, ¿puede convertirse en un verdadero soporte en la situación actual?

-Hay gente que lo ha pasado muy mal después de un año y pico muy tristes, y no les apetecerá reír mucho, pero tener eventos como Komedialdia, que tengan como trasfondo el humor, me parece muy buena idea. Además, viene en buen momento, en el que mucha gente ya empezamos a ver la luz y tenemos ganas de echarnos unas risas y de empezar a olvidarnos un poco.

Un tema que también suele tratar en sus cómics es la política, como en el reciente 'Yo, mentiroso'. ¿Cree que la ciudadanía, sobre todo tras este último año, está cada vez más distanciada de los políticos?

-Sí, en España de manera especial. Por ejemplo, con lo que ha ocurrido en este país con casos como la corrupción, que no solo afecta a la política sino que se está desbordando a otro sectores. Aquí nos han puesto muy difícil el tener confianza en los políticos, deberíamos verlos como los solucionadores, que sus programas nos resulten ilusionantes. Con el covid se ha reforzado la impresión de que por encima de las preocupaciones de la ciudadanía se encuentran sus posiciones de poder, con las que leer todas las situaciones en clave electoral.

¿Habla de aquellas promesas para tener más repercusión mediática y luego se terminan olvidando?

-Eso es, la política es un trabajo para facilitar la vida de los ciudadanos, que contribuya a la convivencia. Hoy en día se ha tornado en discurso, donde no se analiza si algo se ha hecho bien o si aporta beneficios, sino simplemente decir por decir. La palabra lo soporta todo, pero si prometes y luego no cumples€ La figura del político la hemos asociado ya con alguien mentiroso y corrupto, y ni siquiera parece importarles, ellos siguen a lo suyo conscientes del desapego que existe. Hemos llegado a un punto en el que votamos porque unos nos parecen menos malos que otros, no porque nos gusten de verdad, sino el mal menor.

¿El papel del periodismo en este ámbito sigue siendo importante?

-Sin duda, pero hemos llegado a una situación en la que, en lugar de buscar información veraz, buscamos más bien una comunicación consoladora o confirmadora de nuestro pensamiento. Hay algunos medios que de manera valiente e independiente intentan realizar una verdadera labor crítica al panorama político, pero luego hay algunos casos en los que la vinculación es tan grande que incluso parecen el portavoz de uno de los partidos políticos. Echo mucho en falta el papel fundamental de los medios como figuras de ponderación y denuncia, al servicio del bienestar ciudadano, no de los intereses políticos, algo que también trato en Yo, mentiroso.

¿Cree que con su fundación, El arte de volar, se podrá realizar una verdadera visibilización de la perspectiva joven a través de los cómics?

-Con la fundación quería dar de vuelta al medio los buenos momentos que me ha dado, ya que, a veces, es muy puñetero, es difícil hacerse un nombre y luego mantenerlo, y en España más. Aunque sea un autor que promete, es necesario dar ese empujón porque hacer un cómic es un proyecto en el que es necesario invertir mucho. Con la fundación intentamos crear una red que permita a todos esos autores seguir trabajando en sus obras y dar a conocer ese punto de vista.

¿Qué punto de vista tiene respecto a la generación de jóvenes de hoy en día, la ve preparada con la actual crisis y la desconfianza institucional antes mencionada?

-He sido profesor de universidad durante 38 años, y no comparto la opinión, que está muy extendida, de que la gente joven es irresponsable o que están mal formados. Hay de todo, como siempre, y el mundo que hemos dejado es muy complicado pero creo que es una generación muy preparada, son afables y solidarios. La posibilidad de hacer un plan de vida es mucho más complicado que antes porque están sometidos a una incertidumbre total. Veo normal que muchos emigren a otros países para buscar un trabajo a su altura, España es un país que los prepara pero luego los maltrata, no ofrece algo para que realmente aporten sus conocimientos. Aún así, mi percepción sigue siendo que la generación está muy preparada para afrontar el futuro.